Blogs: Papelones

💬

Polifonía

En una calle estrecha de un barrio al este de la ciudad de París aflora, a través de su música, una cultura milenaria del Oriente Medio. Se trata de la casa de un músico kurdo, proveniente de la provincia de Sivas, en Turquía. Hace más de treinta años que llegó a esta ciudad y convirtió su hogar en una escuela de música. Todas la semanas, organiza una velada musical o soirée a la que acudí, invitada por casualidad.

Además de escuela, su casa es también una tienda de instrumentos kurdos que él mismo confecciona. Entre ellos, se destaca el saz, un instrumento ovalado de cuatro cuerdas, parecido a una pequeña guitarra con un sonido similar al del cuatro puertorriqueño. El saz proviene de la cultura persa y pertenece a la familia del laúd.

El anfitrión inició la tertulia musical acompañado por uno de sus estudiantes. Nos sentamos en la pequeña sala, cargada de vitrinas que exhibían saz de diversos tamaños. En una pizarra quedaban todavía los rastros de una clase: pentagramas y notación musical. Poco a poco fueron llegando los invitados.

A pesar de que no entendía el contenido de las canciones, las melodías me fueron cautivando. Algunos de los invitados unieron sus voces a la del anfitrión, como hacemos nosotros cuando entonamos décimas, villancicos y todo ese repertorio musical que espontáneamente se manifiesta en fiestas tradicionales o convites entre amigos boricuas.

En algún momento de la velada me dirigí a un balcón interior de la casa. Allí estaban algunos hombres fumando cigarrillos y hablando en kurdo. Recurriendo al francés, me explicaron que procedían de diversas regiones y países. Unos de Irán, otros de Irak, algunos de Turquía, Armenia o Siria. Sin embargo, me di cuenta de que todos compartían un mismo ideal de nación: un lugar llamado Kurdistán, localizado en una geografía que hoy se reparte entre Turquía, Siria, Irak e Irán. Los kurdos llevan cientos de años luchando por establecer su propio país. Son comúnmente conocidos como la “etnia sin estado”. A pesar de todo, esta cultura ha construido su Kurdistán a través de la proliferación de su música y su lengua.

Le pregunté al anfitrión sobre su situación con relación a su país de origen. Me contestó que él era tan kurdo como músico. Y que la música es el lenguaje que nos permite enfrentar nuestra imagen y encontrar nuestra propia voz.

Esa es la voz del inmigrante. Esa que se descubre en la polifonía.

 

 

💬Ver comentarios