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Autoridad para proteger, no para abusar

Autoridad para proteger

Nota: Quinto de una serie sobre el tema del abuso espiritual, término adoptado por teólogos cuando ocurre acoso moral en el contexto religioso.


Obedecer ciegamente a cualquier líder espiritual, es como darle a un desconocido un cheque en blanco para que este lo complete a su antojo. El riesgo que nos corremos es que sobregire nuestra cuenta bancaria, y nos deje en bancarrota espiritual.

Por eso es necesario que sepamos discernir en qué autoridad está basado el liderato de determinado pastor, ministro, anciano, diácono o cualquier otro líder. Y que hagamos nuestra parte por tener una relación directa con Dios, así como Jesús consultaba en todo al Padre, para que adquiramos discernimiento.

 Hay dos cosas casi seguras cuando vemos y escuchamos a alguien repitiendo incesantemente a los cuatro vientos que es el ungido de Dios o que él es el pastor o profeta, o apóstol. Esa persona tiene un deseo desmedido por reconocimiento, y su autoridad no está basada en la verdad, sino en la posición o cargo que ocupa. Por eso Cristo fustigó a los fariseos una y otra vez, porque amaban los primeros lugares en las sinagogas, y por eso advirtió a sus discípulos que el que quisiera ser el primero o el mayor entre ellos, debía convertirse en siervo.

 Además, cuando tenemos seguridad de nuestra identidad y de quiénes somos en Cristo, no tenemos que estar vociferando lo que somos, buscando que alguien nos reconozca. Lo que somos, sea bueno o malo, se notará sin que lo pronunciemos en voz alta.

 El principio de autoridad lo vemos bien aplicado en el centurión de Mateo 8:5-9, el mismo que reconoció que la autoridad la ganamos por estar sujetos primero a otra autoridad.  Él reconoció el principio de la autoridad delegada, y de que para poder ejercer autoridad, hay que estar sometido a una autoridad. Cristo siempre estuvo sujeto a la autoridad del Padre. Por eso dejó claro en Juan 14:10 que las palabras que habló, las hablaba no por su propia cuenta sino por el Padre que mora en Él.

Una de las contradicciones mayores en el ministerio, es la osadía de pastores al tratar de imponer autoridad a sus miembros, cuando ellos nunca se han sometido a ningún tipo de autoridad espiritual en su vida. Estos son los mismos pastores que cuando tienen la oportunidad de ejercer autoridad sobre otros, se constituyen en dictadores controladores del rebaño de Jesucristo”, dice Nahum Rosario(10)

 Rosario recuerda que toda autoridad viene de Dios (Romanos 13:1-2) y que la primera autoridad que tiene que ser reconocida por un ministro del evangelio, es la de Dios y su Palabra. En cambio, en el liderato abusivo, vemos que ocurre todo lo contrario, pues la tendencia es dejar a un lado lo que dicen las escrituras y pretender que el pueblo se someta a lo que dice el supuesto “ungido de Dios”.

 De repente esos que comenzaron por buen camino, comienzan a prescindir de la Palabra y a depender de sus experiencias místicas y de sus visiones o sueños, para pretender guiar al pueblo. Por eso podemos escucharlos decir, “el Señor me dijo…”, “el Señor quiere…”.

Sin embargo, cuando pesamos sus palabras a la luz de lo que dice la Biblia, quedan al descubierto las motivaciones. No obstante, debemos subrayar la importancia de que nosotros, cada uno como individuo y creyente responsable, escudriñemos las escrituras y hagamos precisamente eso; poner en balanza lo que dice el líder con lo que dice la Palabra de Dios.

Por algo es que la Biblia dice que la palabra profética más certera es la Palabra de Dios. La mejor guía que debemos seguir para saber si lo que nos dice un ministro, supuestamente de parte de Dios, está cónsono a la Palabra de Dios, es ir a las Escrituras y ver si lo que dijo no contradice lo que está expuesto en la Biblia. 

 Un punto interesante que establece Rosario es que la función primordial de la autoridad es dirección y protección, pero que el error prevaleciente cuando se habla de tener autoridad, es pensar enseguida en mandar y controlar a otra persona.

En ese sentido el pastor Luis David Rivera, un consejero pastoral clínico en Torre Fuerte Iglesia de la Ciudad en Caguas, Puerto Rico, recordó el caso de un hombre de otra congregación que tenía problemas en su matrimonio y acudió en una ocasión a su oficina buscando ayuda.

 Resulta que el hombre tenía a cargo conducir la camioneta que se utilizaba para brindar transportación hacia el templo, a los hermanos de la comunidad de su congregación. Como el hombre tenía esta función, la utilizó como excusa para decirle a su esposa que no podía cumplir con ciertos deberes en su hogar, porque tenía que cumplir con esa responsabilidad en la iglesia.

 El hombre sostenía que la Biblia dice que la mujer tiene que estar sujeta a su marido. “Pero eso es un abuso espiritual, porque Dios te da una autoridad, pero la autoridad es para que tú cubras a esa mujer, la protejas. No es para que la manipules y la controles”, aclaró Rivera sobre un pasaje bíblico que ha sido mal utilizado.

 Algo que tenemos que recordar son las palabras de Jesús en Mateo 20:25-26, donde enseñó que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, pero entre su pueblo, el que quiera hacerse grande, deberá primero servir a los otros.

Sin embargo, en un líder que victimiza a sus ovejas, vemos que ocurre todo lo contrario. Como dice la Palabra de Dios, en lugar de curarlas, ayudar a las más débiles y buscar a las que se pierden, lo que hace es alimentarse de ellas, quitarles la lana y comer de su grosura.

 En otras palabras, explotarlas para beneficio propio, en lugar de servirles como Dios ordena. Por esto, hay que manejar con cuidado lo que dicen aun autores reconocidos sobre el tema de la autoridad. En el libro “Autoridad espiritual”, el escritor y ministro chino del siglo pasado,Watchman Nee (1903-1972), expone ampliamente el tema, pero me parece que uno de sus planteamientos puede ser peligroso si no hay un balance, y sobre todo si existe un escenario en que haya un líder que no reconozca cuál es su función en base a la autoridad delegada de Dios, y un creyente que haya delegado su responsabilidad de escudriñar las escrituras.

Veamos lo que dijo el escritor en su libro: “…quien ha tenido un encuentro con la autoridad, trata simplemente con ella y no con el hombre. No miremos al hombre sino solo a la autoridad de que está revestido. No obedecemos al hombre sino a la autoridad de Dios en ese hombre. De otra manera, ¿cómo podremos saber qué es la autoridad? Estamos en el camino equivocado si antes de obedecer a la autoridad, nos encontramos primero con el hombre. Lo opuesto es el camino correcto. Entonces, no importará quién sea el hombre”. (11)

 Si bien me parecen ciertas estas palabras, también me parecen peligrosas. No en el caso de que nos encontremos con un líder genuino, sino precisamente con uno que se aproveche de la ingenuidad de algún creyente que le dé demasiado peso a estas palabras y crea ciegamente en quien se le ponga enfrente. Jesús advirtió cuando hablaba en contra de los fariseos y maestros de la ley en Mateo 23, que se les hiciera caso en todo lo que dijeran.

Pero es obvio que se refería a todo lo que estos religiosos de la época dijeran de acuerdo a la Palabra; siempre y cuando lo que dijeran fuera fiel a las escrituras. Por eso fue que, a renglón seguido, Jesús advirtió a sus seguidores que no siguieran el ejemplo de estos fariseos, pues lo que decían y enseñaban, no lo ponían por obra.

 Una mujer manipulada

Veamos el caso de una mujer que fue manipulada no solo en el plano económico, sino explotada con carga de trabajo, y encima de eso influenciada en la toma de decisiones personales que solo le concernían a ella. Y todo por reconocer en alguien una autoridad que estaba basada en la mentira.

 En primer lugar, la mujer fue inducida a divorciarse de su marido, porque su pastora le dijo que ese no era el hombre indicado. En adelante, como cuenta la pastora Elizabeth Rivera, consejera pastoral que atendió este caso en la Iglesia El Sendero de la Cruz, en San Juan, esa mujer se convertiría en una especie de lazarillo de aquella inescrupulosa líder.

 “La pastora (la victimaria) estaba enferma, y ella (la víctima) era la que le resolvía todos los asuntos. Le hacía los mandados, abría y cerraba el templo… hacía de todo. Pasó el tiempo, y uno o dos años después llegó un hombre a la iglesia. La pastora empezó a decirle que ella se tenía que unir a ese hombre, que ese era con el que ella tenía que estar”, relató Rivera, quien además de consejera, dirige un proyecto para nuevos creyentes, reconciliados y personas que llegan de otras congregaciones, en muchos casos luego de ser víctimas de abuso espiritual.

 Finalmente aquella mujer accedió y se casó con el desconocido, en una ceremonia que su misma pastora ofició. Lo inverosímil es que esa líder espiritual se atrevió a casar a esa y a otras parejas de la congregación, sin estar autorizada. Por esta razón sus matrimonios nunca fueron registrados legalmente ante el estado, pues no poseía la licencia para oficiar casamientos.

 “Ahí vemos dos vertientes; el abuso de poder y la distorsión que tiene esta persona (la pastora). Pero también vemos personas dentro de ese grupo o congregación, que corren el mismo riesgo que corrieron los de David Koresh (secta de los Davidianos en Waco, Texas) y los de Guyana (Jim Jones), que no fueron más allá (analizar) de lo que ellos (los líderes) estaban diciendo”, dijo la pastora y consejera Rivera recordando que los seguidores de estas dos sectas que terminaron en suicidios colectivos, nunca se cuestionaron las doctrinas y pronunciamientos que hicieron estos dos líderes abusivos.

 La pastora Elizabeth Rivera explica que como cristianos y a la vez seres pensantes, tenemos el derecho y estamos equipados para hacer juicio sobre prácticas o peticiones dudosas de parte de líderes y ministros como los mencionados.

 “Hay unos principios morales y valores que los traes de tu crianza, de tu formación, o incluso del ambiente en que te mueves, que no necesariamente tiene que ser la iglesia. Son principios lógicos”, añadió Rivera, quien señaló como ilógico que una persona intervenga en una decisión personal como la de escoger pareja, y manipule a otra para decirle con quién debe casarse.

¿Por qué Rivera hace hincapié en esos principios morales y valores que adquirimos, aun fuera de la iglesia? Porque el peligro es cuando el creyente, aparte de incumplir su deber de escudriñar la Palabra y de desarrollar una relación directa con Dios, ignora además las señales que le envía su propia conciencia acerca de lo que está bien y lo que está mal. Como dicen otros autores, ignoran su “radar” interno.

La próxima semana trataré cuál es la raíz de todo este problema del abuso espiritual; qué es lo que lo propicia.

Tomado de la tesis El velo de la iglesia ante el abuso espiritual, como requisito de grado para Vision International University of Florida (2011)


(10) El ministro aprobado – Nahum Rosario – Publicaciones Maranatha 1999 – Página 186
(11) Autoridad espiritual – T.S. Watchman Nee – Editorial Vida 1978 – Página 13

 

Otras entradas de la serie:
  1. Servidores, no jefes
  2. Lobos con la oveja débil
  3. Bullying en la casa de oración
  4. Ciegos aunque vean
  5. Testigos del maltrato
  6. Cristianos, ¿indiferentes?
  7. Tiempo de celebrar la sanidad

 

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