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Servidores, no jefes

Servidores, no jefes

NotaSexto de una serie sobre el tema del abuso espiritual, término adoptado por teólogos cuando ocurre acoso moral en el contexto religioso.


 

Aunque en un principio se nos haga difícil comprender y aceptarlo, la estructura jerárquica de la mayoría de nuestras iglesias contemporáneas es lo que da pie a que ocurra el abuso espiritual.

Claro está, la estructura no es el único factor. Realmente para que ocurra el abuso espiritual, tienen que haber ‘candidatos’ potenciales a ser líderes abusivos, personas vulnerables a convertirse en víctimas, y ‘terceros’ indiferentes al dolor ajeno.

Al entrar estos tres componentes en un sistema que no esté estructurado de acuerdo al modelo apostólico de la iglesia original del libro de los Hechos, encontrarán las condiciones que permitirán que el abuso eche raíces y se apodere del terreno.

El autor Richard H. Swartley (A Wolf in the Pulpit?) hace un planteamiento que para muchos parecerá controvertible pero que en realidad tiene fundamento en la Palabra de Dios. ¿Cuál es el mandato apostólico?, pregunta Swartley, a lo que responde que, por precepto y ejemplo, el marco de trabajo básico para el liderato de la iglesia local debe estar fundamentado en el modelo bíblico del ancianato plural.

El autor lo describe como la solución obvia a los sistemas enfermizos desarrollados por el ministerio de un solo hombre o de un pastor principal.

Donde quiera que sea empleado en el gobierno de la iglesia, el trabajo en equipo tiene muchas ventajas: las decisiones son tomadas colectivamente por consenso; las responsabilidades son compartidas, el total de las labores se divide, y la carga de trabajo de cada anciano se reduce; entre iguales, se fomenta la rendición de cuentas y la humildad; cada anciano aplica sus dones particulares para el bien común; la diversidad de dones es enseñada y mostrada a la congregación; la vida familiar de cada anciano mejora; la congregación no es dependiente de un solo hombre; cuando un miembro del equipo es reemplazado, la transición es más fácil; y el trabajo en equipo para la gobernanza, establece el patrón para el surgimiento en toda la iglesia de los equipos ministeriales voluntarios”. (12)

Swartley parte de lo que dice Hechos 14:23 acerca de que Pablo y Bernabé nombraron ancianos en cada iglesia para que ayudaran a los creyentes. En otras versiones de la Biblia se refiere a líderes en lugar de ancianos. Según el escritor, de este precedente es que surge el principio de pluralidad de ancianos en cada iglesia local, y según plantea, no es aceptable que sea gobernada por un solo hombre, indistintamente del tamaño de la congregación.

Esto hace mucho sentido, especialmente cuando observamos que entre las características de los líderes abusivos, está el hecho de que no le rinden cuentas a nadie ni fomentan ese tipo de relación.

A pesar de que son mencionados muchas veces los líderes de las iglesias en el Nuevo Testamento, nunca se habla de pastores; solamente encontramos dos títulos: ancianos y diáconos. Solamente dos oficios. Claramente en la iglesia del Nuevo Testamento, el predicador maestro no tenía un oficio aparte”. (13)

En otras palabras, lo que Swartley quiere decir, y concordamos, es que en cada iglesia había ancianos, todos liderando e interviniendo en las decisiones, pero cada cual operando en el don que Dios le haya dado. El autor destaca que algunos ancianos se dedicaban al rol de predicar y enseñar, mientras otros funcionaban en otros papeles de acuerdo a sus dones. No había implicación de que unos mandaran sobre otros. Entre los ancianos había división de labores, pero no de oficios. Todos eran ancianos.

Y el término anciano, en el ámbito eclesiástico, no tiene que ver con edad, sino con la madurez espiritual que haya alcanzado la persona, pero sobre todas las cosas, el buen testimonio de ese individuo ante Dios y ante los hombres.

Me parece que la confusión en la iglesia actual se debe a que se le otorgan rangos de poder a distintas posiciones, las que realmente se ven como cargos. Por eso es que vemos actualmente una ‘fiebre’ por ser apóstoles, y aunque ciertamente es uno de los cinco ministerios de Efesios, en la actualidad muchos lo han desvirtuado porque lo han visto como un rango, cuando la realidad bíblica es que se trata de una función.

Esas ínfulas de poder de algunos que se hacen llamar apóstoles sin tener realmente un llamado de parte del Señor, están basadas en su afán de ostentar un rango o una posición que le dé cierta estatura. Pero bien claro dijo Cristo que el que quisiera ser entre todos el primero, debía hacerse siervo. Y él fue el primero que dio el ejemplo de esto cuando dijo que vino a la Tierra no a ser servido, sino a servir.

Swartley resume el problema diciendo que trágicamente el error ha llevado a la creación poco sabia de un tercer oficio distinto y por encima al de los ancianos y los diáconos: el de pastor.

El autor concluye, respecto a este tema, que muchos líderes dicen creer en el trabajo en equipo, pero en la práctica actúan como si ellos fueran el ‘coach’ o jefe entrenador, y los demás fueran los jugadores. En esa presunción, dice Swartley, no existe la igualdad entre ancianos.

Nos parece entonces, que la costumbre de regirnos en el mundo natural en una estructura de un líder y sus liderados, ha hecho que nos olvidemos que esto no aplica  a la iglesia con el sentido que se le ha querido dar. Sí hay unas autoridades, pero  la Palabra dice que Jesucristo es la cabeza y nosotros muchos miembros de un solo Cuerpo (1Corintios 12).

El verso 21 nos hace ver que un miembro no puede decirle al otro “no te necesito”. Y en el versículo 25 entonces el apóstol Pablo describe las funciones distintas dentro del Cuerpo de Cristo.

Como plantea Swartley, pensamos en el pastor como un jefe en la iglesia, cuando pastor no es una posición o cargo, sino una función más dentro del cuerpo, al igual que apóstoles, profetas y maestros. Y en la Biblia no se nos dice en ningún lado que uno de estos mande. Ni aun entre los apóstoles, una vez instituida la iglesia de los Hechos, no hubo pretensiones de quién mandaría.

El mensaje de Jesús de que aquel que entre vosotros quiera hacerse el mayor, sea siervo de los demás, caló hondo y está vigente.

Trasfondo del líder abusivo

Como establecimos al principio, la composición extrabíblica del liderato de la iglesia puede dar pie a que ocurra el abuso espiritual, pero no es el único factor. ¿Qué dicen los expertos acerca del trasfondo de estos líderes? ¿Qué los motiva a manipular y controlar a la gente, o cómo es que caen en semejante patrón?

Nos impresiona la cantidad de gente que ha venido a consejería porque han sido maltratados por el liderato pastoral de la iglesia. Y cuando indagamos, vemos que (los líderes maltratantes), son pastores de iglesias que se forman de divisiones, que son la mayoría, o pastores de iglesias que se levantan sin cobertura. Es de esas dos poblaciones que nos podemos dar cuenta que viene ese tipo de persona (la que es abusada espiritualmente)”, explicó la consejera pastoral Elizabeth Rivera, quien lleva cerca de una década brindando consejería en la iglesia cristiana El Sendero de la Cruz en Hato Rey.

Según cuenta Rivera, son líderes que no están preparados ni han recibido una educación formal. Tienen una actitud de que Dios les revelará lo que tienen que hacer sin tener que acudir a nadie ni rendirle cuentas a nadie. Piensan que no necesitan cobertura (de alguien de autoridad) ni prepararse. Esta consejera pastoral asegura que el peligro es que entonces estos líderes comienzan a establecer unos principios y doctrinas que luego mezclan con la Palabra. “Y cuando te vienes a dar cuenta, lo que están haciendo es utilizando y manipulando a la gente”.

Por su parte Luis David Rivera, consejero clínico pastoral en Torre Fuerte Iglesia de la Ciudad en Caguas, señala que hay tres factoresprincipales, en lo que respecta al trasfondo del líder abusivo, que pueden combinarse para que una persona llegue a convertirse en un victimario.

Uno tiene que ver con sus características innatas, específicamente con su temperamento, Otro, es la estructura de valores y principios éticos y morales con que haya sido criado en su hogar. Y el tercero, está asociado a los traumas, maltrato y rechazo que haya vivido en su niñez o adolescencia.

La combinación de estos factores, a los que en algunos casos más complejos podría sumarse una condición clínica como algún desbalance neurológico, es lo que a juicio de este consejero con especialidad en el temperamento humano, provoca que las mismas características del abuso dentro del contexto espiritual, se vean también reflejadas en otros ámbitos como el campo laboral, donde la forma de maltrato toma otro nombre: acoso moral.

Tomado de la tesis El velo de la iglesia ante el abuso espiritual, como requisito de grado para Vision International University of Florida (2011)

 

Otras entradas de la serie:
  1. Lobos con la oveja débil
  2. Bullying en la casa de oración
  3. Ciegos aunque vean
  4. Testigos del maltrato
  5. Cristianos, ¿indiferentes?
  6. Tiempo de celebrar la sanidad

 

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