Ciegos, aunque vean
Nota: Noveno de una serie sobre el tema del abuso espiritual, término adoptado por teólogos cuando ocurre acoso moral en el contexto religioso.
Cuando digo que la Iglesia, en términos generales, no está preparada para afrontar el problema del abuso espiritual y ayudar a restaurar, tanto a las víctimas como a sus victimarios, lo hago con la intención de despertar la conciencia dormida de congregaciones que a pesar de los repetidos conflictos en sus comunidades de fe, no han querido reconocer el problema.
En un estudio que realicé por medio de un cuestionario que contestaron voluntariamente 205 personas, me encontré en primer lugar que las señales que manifestaron haber vivido las personas consultadas, validaron lo que revela la Biblia y la literatura aplicada para este estudio, sobre lo que es el abuso espiritual.
Casos dramáticos se conocieron entre las personas que contestaron el cuestionario, como una mujer que era maltratada verbal y físicamente por su esposo, pero en su iglesia le pidieron que fuera sumisa y sometida a él. Manejaron mal lo que dice la Biblia, para justificar una conducta inapropiada del marido abusador.
Una característica que noté en los que respondieron al cuestionario, es eldesconocimiento generalizado de lo que es el abuso espiritual y en qué consiste, por lo que, no solo resulta difícil identificarlo, sino que hace vulnerables a las potenciales víctimas, y aun a aquellas que ya sufrieron una experiencia similar y son expuestas a volver a ser victimizadas.
Interesante resulta que hubo personas que contestaron que “No” en la pregunta clave del cuestionario, en torno a si habían sido víctimas de abuso espiritual, pero por otro lado marcaron varias de las señales asociadas al abuso que aparecían en la pregunta #3 y que a ellos les aplicaban. (copia del cuestionario aquí)
Queda claro, y así se les explicó al principio de esa sección, que en algunos casos para que se considere abuso espiritual, la situación tiene que haber sido parte de un patrón. Pero lo dramático del resultado del estudio, es que personas hayan vivido una tercera parte o hasta la mitad de las experiencias mencionadas en el cuestionario, y aun así consideren que no fueron víctimas de abuso espiritual.
¿Cuál es el problema con esto? Que a pesar de que fueron maltratados, y se sentían mal por el abuso, no han internalizado que fueron víctimas. Algo así como lo que dijo la consejera pastoral Elizabeth Rivera, en torno a que estas víctimas quedan paralizadas como la presa atacada por la mordida venenosa de la serpiente.
En esa pregunta #3 aparecía una lista de 12 situaciones o señales asociadas al abuso espiritual. La persona debía marcar todas las que le aplicaran y dejar en blanco las que no les aplicaran. Individuos que marcaron tres, cuatro, cinco y hasta seis o siete de estas señales, al final contestaron en la pregunta clave que no habían sido víctimas de abuso espiritual.
En la elaboración del cuestionario tuve el cuidado de ofrecer una explicación y definición sobre el tema del estudio. La pregunta clave se dejó para el final, con la intención de que la persona, al llegar a esa premisa, tuviera aun más claro el concepto después de ver a través de las preguntas anteriores, algunas señales del abuso espiritual.
La situación es grave en quienes fueron víctimas sin darse cuenta, pues es muy posible que, si aún no reconocen el proceso que pasaron, guarden resentimiento del pasado sin saber por qué. Ese resentimiento podría manifestarse en contra de toda figura de autoridad, aun contra líderes balanceados y no abusivos. En estos casos se retrasa su proceso de sanación aun habiendo salido del sistema que los victimizó, y aunque se encuentren ahora en una iglesia balanceada que esté dispuesta a ayudarle, no desean involucrarse en ninguna actividad, ni establecer ninguna relación con sus pares de la comunidad de fe.
Huellas del abuso en los encuestados
Aparte de buscar información que revelara qué porcentaje de los encuestados ha sido víctima de abuso espiritual, esperaba conocer las manifestaciones de abuso que vivieron, y conocer los efectos que tuvo en sus vidas. Un porcentaje considerable manifestó haber sentido en algún momento que perdió su salvación.
Aunque esta señal por sí sola no necesariamente tiene que ser resultado de abuso espíritual, sino más bien que la persona no haya entendido el significado de la gracia de Dios, por otro lado, si ese sentimiento se combinaba con otras señales de abuso, es muy posible que el individuo sí haya vivido dentro de un sistema abusivo.
Por ejemplo, algunos de los que sintieron haber perdido su salvación, también señalaron que en su anterior iglesia, repetidas veces se les decía que Dios estaba enojado con ellos personalmente, o con la congregación completa.
En términos generales noté que aunque los autores cuyos libros estudié, poseen vasta experiencia en el tema del abuso espiritual, exponiendo no solo ejemplos, sino también describiendo el perfil de cada parte involucrada y las señales asociadas al maltrato en el contexto religioso. Pero todavía es mucho más lo que falta por exponer sobre qué hacer con las víctimas y victimarios luego de pasar por este tipo de experiencia.
En especial con las víctimas, quienes aun habiendo salido de un sistema abusivo, en ocasiones son estigmatizadas y victimizadas de nuevo, al señalar que tuvieron un problema en una comunidad cristiana anterior, como señala Ken Blue en su libro “Healing Spiritual Abuse”.
Me parece que en base a lo que expone Blue, no solo hace falta consejería en las iglesias, sino que los pastores hablen abiertamente de cuándo es que una persona puede ser abusada espiritualmente.
Yo recibí esa ayuda. Y doy testimonio de que hay comunidades de fe que se han dedicado en cuerpo y alma a sanar a las ovejas heridas, y a restaurar su confianza en la Iglesia de Cristo. Esas son las buenas noticias.
A las personas heridas por el abuso espiritual y por la religión, se le deben brindar esas herramientas. Se necesitan pastores y líderes valientes que se atrevan a exponer a la congregación este tema, para que en vez de que los miembros se conviertan en cómplices de posibles situaciones de maltrato, puedan servir de filtro y de señal de alarma en caso de que esos mismos líderes cometan algún error en el camino.
En otras palabras se trata de que los líderes sean transparentes ante la congregación, y que ellos mismos eduquen sobre lo que debe hacer un pastor y lo que no debe a la luz de lo que dice la Palabra de Dios. Un pastor o líder sano, maduro y equilibrado, no tiene miedo de preparar a su congregación en este sentido.
Y no tiene temor, no porque él no esté sujeto a cometer errores. Es un ser humano y de seguro cometerá errores. Pero él no temerá en educar a su feligresía, porque al ser transparente lo que le estará enseñando a su membresía es que toda palabra que salga de su boca, debe ser pesada y analizada con base en la Palabra de Dios.
El que no se atreve hacer esto, peca de creerse infalible y perfecto.
¿Cómo sé si mi iglesia tiene un liderato maduro?
El hecho de que algunas personas marcaran una o más de las 12 señales de maltrato en la pregunta #3 del cuestionario, no necesariamente tiene que haber implicado que sufrieron abuso. No se trata de que las iglesias y sus líderes no vayan a cometer errores ni tampoco caer en algunas de estas prácticas que pueden ofender y herir a una persona. ¿Quién no ha ofendido a otra persona en cualquier tipo de relación?
La diferencia para saber si la iglesia y sus líderes son abusivos o no, como plantean los autores Johnson y Van Vonderen, es si ese liderato permite y tolera que alguien confiese y traiga a colación alguna situación relacionada a abuso dentro de su comunidad eclesial, y como resultado, se actúa en favor de esa persona para ayudarla, ya sea personalmente, o buscándole la asistencia en otro lugar con un compromiso de darle seguimiento. No abandonándola a su suerte
El liderato maduro, no se molesta porque uno de sus miembros de la congregación le haga saber que existe algún problema o conflicto con otro miembro de la comunidad de fe, o incluso porque le señale algún mal funcionamiento que entienda que está ocurriendo en la congregación.
Independientemente de que el señalamiento sea correcto o no, el líder no va a molestarse ni tiene por qué emprenderla contra el miembro ni mucho menos iniciar una persecusión. Al contrario, tratará de buscar una solución.
La próxima semana presentaré varios testimonios anónimos de personas que sufrieron abuso espiritual según lo relataron en el cuestionario.
Tomado de la tesis El velo de la iglesia ante el abuso espiritual, como requisito de grado para Vision International University of Florida (2011)
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