La primavera a medias
Cuando vivía en Puerto Rico solía atesorar los días grises y lluviosos porque eran menos frecuentes que los días soleados, despejados y calurosos. Hoy soy una fanática de estos últimos. Cada vez que un día soleado se cuela en la fila de días grises y fríos en la ciudad de Nueva York, me emociono como el que recibe un regalo imprevisto o una llamada telefónica inesperada. Aún es demasiado pronto para plantearse falsa expectativas. Es decir, poco a poco uno … Ver más ➡