Diestra y siniestra
En esta época, en la ciudad de Londres llueve todos días. El cielo asemeja a un algodón empolvado y las guaguas públicas parecen transporte para turistas por su tamaño colosal y sus peculiares dos pisos. Contrario a París y más similar a Nueva York, la gente camina con notable celeridad y desafían las leyes de tránsito al cruzar en manada las calles. Corren más bien. Todos los días, antes de las nueve y media de la mañana, tengo que hacer una fila de por lo menos 40 personas para poder entrar a la biblioteca pública, la British Library. Aún no he podido descifrar a qué hora llega el primero.
Además de esos distintivos, en Londres se camina y se conduce por el lado contrario: por la izquierda. En teoría, la cosa no suena tan terrible, pero en la práctica se torna confuso.
Generalmente, uno está acostumbrado a caminar por la derecha y avanzar por la izquierda. Ello provee una especie de orden y facilita la fluidez del movimiento de las masas en la calle o en los túneles del metro. Así, se evitan tropiezos o choques con el otro. También se previenen las caídas.
Aquí, las reglas del juego son opuestas y por más que intente adaptarme aún no lo logro. He chocado con niños, viejas, viejos, jóvenes e incluso hasta con perros. Me miran con un desconcierto que en segundos se transforma desdén.
Sin embargo, somos muchos los que nos confundimos con el tránsito en esta urbe. Lo sé porque he notado que en la mayoría de las cuadras y bocacalles está escrito en el piso con letras grandes y blancas: LOOK RIGHT o LOOK LEFT. Entonces, ahora me paso buscando en el pavimento las instrucciones para moverme sin peligro y evitar los bocinazos de los carros.
En un principio, la mayoría de los países europeos seguían esta práctica. Hoy día, solo quedan las excolonias del imperio británico como India, Malta, Chipre, entre otros.
La inversión direccional no es fortuita, según explicaciones que encuentran sus orígenes en la época medieval. En ese entonces, en un mundo donde predominaban los diestros, caminar por el lado izquierdo proveía la ventaja de tener acceso libre y veloz a la espada u otra arma, en caso de cruzarse con alguien que viniera por la derecha y que representara una amenaza. Posteriormente, en el siglo 14, el Papa Bonifacio VIII decretó que todos los peregrinos que se dirigieran a Roma tenían que caminar por su izquierda.
Durante la guerra fría, la confusión entre la predominancia mundial de la derecha sobre la izquierda para desplazarse, fue utilizada por las autoridades londinenses como mecanismo para detectar a los espías.
Hoy, en un mundo en el que resurge la extrema derecha, caminar por la izquierda no es mala idea.