Diversity
Hasta hace unos días, nunca me había planteado mi pertenencia a los grupos que aquí componen el “diversity”.
El asunto de minorías lo tengo más o menos claro, pero no así el concepto de “diversidad” que va mucho más allá y que de primera intención suena a algo que es distinto, variado. Y con significantes que abarcan lo étnico, lo racial y lo cultural, entre otras cosas.
Actualmente curso mi sexto año en un programa doctoral de una universidad en Nueva York. Hace poco, un viejo amigo puertorriqueño me habló sobre los beneficios y oportunidades que ofrece mi institución para los estudiantes que venimos de otros países o sectores. Incluso me dijo que hay una oficina dedicada a ello: Office of Academic Diversity.
“Pero… ¿cómo que nosotros somos diversity?”—le pregunté.
“Chica sí. Eso hay que meterlo en todos los documentos para buscar trabajo. En el teaching statement, en el personal statement, en el resumé… en todo. Yo tampoco me sentía cómodo al principio con la idea… pero aquí es así y hay que aprovechar todo lo que se presente.”—me contestó.
Le seguí dando vueltas al asunto, sobre todo porque en este momento nos encontramos en el proceso de graduarnos, buscar trabajo o solicitar becas para financiar el último año en nuestros respectivos programas. Y claro, el terreno es pedregoso; desde el lenguaje hasta la retórica norteamericana para escribir propuestas. A mí, los profesores siempre me critican lo mismo: “no puedes ser tan humilde en tus statements,” “own your work because it is yours”, “no uses tanto la voz pasiva porque tienes que ser más straightforward”.
En fin, es otra retórica cultural. Y hay que dominarla para poder sacarle el jugo a las oportunidades e insertarse en el mercado laboral. Como dice mi amigo, a uno le cuesta pulirse y acostumbrarse a la idea de que uno es un diversity student y que en el futuro será un diversity professor. Pero tenemos que hacerlo, debemos ser mañosos hasta en la academia.
Cuando llegué aquí como estudiante boricua no me sentí “diverse”. Mucho menos en Nueva York que tiene tantas comunidades de puertorriqueños que se han forjado aquí hace más de medio siglo. Sin embargo, ahora sé que a uno lo ven dentro del diversity. Es el juego de verse y ser visto. O más bien, es el juego de saber cómo uno es visto por los demás.
El tema de la identidad se complica. Me cuestioné varias cosas. “¿Entonces todos los que me rodean siempre me han visto como un diversity student?”, “¿qué implicaciones o repercusiones ha tenido esa categoría en mi carrera?”, “¿qué significa ser un diversity?”
Las respuestas no tardaron en llegar. Sucedió en un taller de reclutamiento organizado por la Oficina de Diversidad Académica. Llegué un poco tarde y desorientada hasta que escuché un cálido “Ceci, aquí”. Era el amigo de la conversación. Solidaridad inmediata. Él estaba hablando con un profesor de neurociencia que era parte del evento. Un gringo de lo más amable que nos hacía preguntas sobre Puerto Rico y sobre nuestra experiencia en Nueva York como estudiantes graduados. Mantuvimos la conversación logrando superar ciertos silencios incómodos. Todo marchaba bien hasta que me levanté abruptamente de la mesa para buscar agua y torpemente derramé parte del café del profesor en el mantel blanco. Me desbordé en disculpas, en inglés y en español. Perdón, oh, I’m so sorry, perdón.
Me moría de la vergüenza hasta que el profesor me dijo: You are fine, this is not my table.
Sé que él intentó ser cordial e incluso simpático. En ese momento comprendí por qué somos considerados “diversos”. No pude evitar pensar, “¿y si hubiera sido en tu mesa?”, ¿acaso te habrías molestado?”
Por otro lado, el ejercicio del diversity puede tener efectos contrarios a la inclusión que promueve. En un almuerzo reciente de la Oficina de Diversidad, a la hora de ocupar las únicas tres mesas, cada cual optó por sentarse con los “suyos”. Así, una mesa la ocupamos los negros y latinos, en otra se sentaron musulmanes y más negros y en la última, los blancos de diferentes sectores.
Hoy me río sola, abrazando mi diversidad y pensando cómo sacarle el mejor provecho.