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El Mundo de la Poesía

Al Rescate de la Esperanza, que Anda Realenga… y hay que Atraparla

 “Una noche
Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de alas,
        Una noche
En que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,
A mi lado, lentamente, contra mí ceñida toda,
        Muda y pálida
Como si un presentimiento de amarguras infinitas
Hasta el más secreto fondo de tus fibras se agitara,
Por la senda que atraviesa la llanura florecida
        Caminabas,
        Y la luna llena
Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca.”

Uno de los poemas que fueron un Reto para mi como Declamador, fue El Nocturno, de José Asunción Silva. Poema largo y de muchos matices y emociones. Algunos biográfos dijeron en algún momento que estaba dedicado a su hermana menor, Elvira Silva Gómez, quien fuera su mejor amiga y confidente, murió a los 20 años de neumonía.

José Aunción Silva se suicidó acostado en la cama, dicen que días antes habia consultado a un médico, dónde estaba exactamente el corazón, había planificado matarse de un tiro exactamente en el corazón. Son variadas las expresiones sobre don José por los escritores de la época, incluso algunos dijeron que la muerte de su hermana, precipitó su suicidio.

“Quiero, a la sombra de un ala,
Contar este cuento en flor:
La niña de Guatemala,
La que se murió de amor.

Eran de lirio los ramos,
Y las orlas de reseda
Y de jazmín; la enterramos
En una caja de seda.

… Ella dio al desmemoriado
Una almohadilla de olor:
Él volvió, volvió casado:
Ella se murió de amor.”

fragmento La Niña de Guatemala, José Martí

Tras cada poema, podría existir una historia de la Vida real. Se comentaba que José Martí tuvo una relación amorosa con una joven (María García Granados) al pasar por Guatemala. Al pasar del tiempo, volvió, volvió casado, lo cual afectó a la joven en cuestión.

Como de bronce candente,
al beso de despedida,
era su frente -¡la frente
que más he amado en mi vida!…

Se entró de tarde en el río,
la sacó muerta el doctor;
dicen que murió de frío,
yo sé que murió de amor.

Tuve el privilegio de representar a José Martí en la Pieza teatral que se escribió en torno al poema de La Niña de Guatemala, en el 1965, en el Antiguo Teatro Plaza, hoy El Ideal. Estaba en Tercer Año de Universidad.

María García Granados y Saborio

Anteriormente, representé a Juan Ramón Jiménez en el Recital de su Obra en Prosa poética, Platero y Yo, de Juan Ramón Jiménez. La Producción fue dirigida por Maricusa Ornés con el Grrupo de Poesía Coreada Puertorriqueña en el Teatro de la UPR, Recinto de Rio Piedras.

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.”

“Mira, Platero, qué de rosas caen por todas partes: rosas azules, rosas blancas, sin color… Diríase que el cielo se deshace en rosas. Mira cómo se me llenan de rosas la frente, los hombros, las manos… ¿Qué haré yo con tantas rosas?

¿Sabes tú, quizás, de dónde es esta blanda flora, que yo no sé de dónde es, que enternece, cada día, el paisaje, y lo deja dulcemente rosado, blanco celeste – más rosas, más rosas-, como un cuadro de Fra Angélico, el que pintaba la gloria de rodillas?”

 José De Diego, escbió Elegia a Laura

Escritor y Político. Ocupó Cargos de Importancia. Abogó por la indepdencia de Puerto Rico (1866-1918) fallece en nueva York.

“Laura mía: ya sé que no lo eres;
mas este amor, que ha sido flor de un día,
se olvida a solas de que no me quieres

y, en medio de mi bárbara agonía,
¡te llama a gritos, con el mismo grito
de aquellos tiempos en que fuiste mía!” 

José De Diego estuvo casado en 3 ocasiones, Se comentaba que una de las esposas le fue infiel. Hay quien dice que era un bohemio, que consumía mucho a;cphl, sin restarle a sus Méritos en distintas facetas. Hubo que amputarle la piernas izquierda, no se las razones.

XVII
“Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
hoy llega al fondo de mi alma el sol,
hoy la he visto…, la he visto y me ha mirado…,
¡hoy creo en Dios!”
Gustavo Adolfo Bécquer estaba enammorado de la hija de un generl del Ejército muy estricto. Un día, cuando el padre no estaba en la Casa, ella se asomó al balcón, Gustavo, que estaba sentado en u banco frente a su Casa, la vio y se inspiró con la décima que preentamos.

Prof. José Antonio Giovannetti Román  787 644 8818   787 856 1610

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