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Que trabajes poco y ganes mucho

 

Con esa frase que a menudo escuchamos, se despidió la cajera del supermercado de una clienta que estaba antes que yo en la fila para pagar. Por mi curiosidad de entender su paradigma del trabajo, le pregunté a la cajera cómo era eso de “trabajar poco y ganar mucho”, y sin encomendarse a nadie, como buena boricua, comenzó a platicarme que ella lo logra y cree que es posible. Me contó abiertamente, mientras pasaba mi compra de alimentos por su caja registradora, que ella es estilista y tiene un salón en su casa en el que atiende personas por cita y las acomoda a su horario. Con su trabajo en el supermercado completa sus ingresos en estos tiempos en que “bajan los servicios”.

Así mismo comenzó a decirme cómo disfruta sus dos trabajos en los cuales obviamente trabaja duro para obtener sus ingresos.  “Aquí en el supermercado hay un buen ambiente y me gusta atender al público, aunque a veces tengo que respirar profundo”, me decía con una gran sonrisa. “Pero lo disfruto y se me pasa el tiempo rápido”. Comencé a entender que su definición de “trabajar poco”  tenía que ver  con disfrutar mucho lo que se hace, con gozar la jornada de trabajo, con realizarse dentro de las tareas cotidianas, con experimentar emociones que hacen que el tiempo pase sin uno darse cuenta.

La cajera,  con sus expresiones al hablar y su energía contagiosa, me llevó a pensar en las actitudes que deberíamos acuñar en tiempos donde hay que reflexionar en la ética y práctica de trabajo.  Sus expresiones sobre  “trabajar”  me contrastaron con tantos refranes que denigran el trabajo  y lo hacen ver como una esclavitud, una carga en la vida de la gente.  El trabajo, defendido por nuestra constitución aunque a veces no tan defendido por nuestros gobiernos, es parte de la realización humana. Ganarse el sustento con dignidad, es parte de lo que permite a la persona alcanzar su auto valía y el sentido de seguridad personal y familiar. 

Hace unos días, un amigo a quien le ha tocado las filas del desempleo por varios años en medio de la recesión, me comentaba su actitud hacia el trabajo. “Vivo agradecido de tener trabajo, aunque sea duro y gane poco, pero vivo agradecido de tener trabajo”.  “Tener trabajo es un privilegio”, puntualizaba quien ha tenido que hacer muchos cambios en su vida  a raíz de su paso por el desempleo. 

A ambos trabajadores puertorriqueños los felicité por compartirme estas lecciones sobre el trabajo. A la empresaria y cajera del supermercado, le desee que su trabajo siga siendo poco y  con muchas ganancias. Sabiendo que el ganar mucho, va más allá de ganar solo dinero, y el trabajar poco se relaciona con el gozo de trabajar en lo que se disfruta, o mejor dicho, hacer un disfrute de lo que se hace, de lo que se vive.  Disfrutar el trabajo, lo cotidiano, los turnos de uno o varios trabajos. Darle sentido a cada momento de la jornada y florecer allí donde nos toca.  

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