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La medalla que se perdió

 

La selección nacional de boxeo de Puerto Rico debe ser una de las más eficientes en los Juegos Panamericanos de Lima: llevó a dos peleadores, y ambos ganaron medalla.
En las 114 libras, el bayamonés Yankiel Rivera obtuvo la medalla de bronce luego de caer en semifinales ante el cubano Yosbani Beitía, mientras que en las 108, el villalbeño Oscar Collazo consiguió la codiciada presea de oro al vencer al subcampeón olímpico, el colombiano Yuberjen Martínez en la final.
Fueron dos logros que no tomaron por sorpresa al presidente de la Federación Puertorriqueña, José ‘Chiqui’ Laureano.

“Nosotros lo esperábamos”, dijo. “Los dos habían entrado muy bien a los Panamericanos en los clasificatorio y llevaban tiempo preparándose para esto, por lo que entendíamos que las expectativas de medalla eran realistas”.
Pero la realidad es que fueron tres los peleadores boricuas que clasificaron para los Panamericanos en los clasificatorios de abril en Nicaragua, ya que Nisa Rodríguez, medallista de oro en los Centroamericanos de Barranquilla en 2018 en las 165 libras, clasificó para Lima luego de bajar a las 152 libras, al ganar bronce tras caer en semifinales ante la nortemericana Oshae Jones.
Pero Nisa sufrió un percance de salud debido a un problema con sus pulmones y tuvo que retirarse de los Panamericanos.
“Estoy seguro de que ella hubiera ganado medalla aquí”, dijo Laureano, “pero la salud viene primero”.
Oshae, de paso, ganó la medalla de oro al vencer a la canadiense Myriam Da Silva.
Nisa, quien reside en Nueva York, estuvo muy pendiente de los Juegos, y de las peleas de Oshae en particular.

 

 

“En cierto sentido me alegra que ella haya llegado a la final, porque hubiera sido peor para mí que hubiera perdido antes”, dijo, riendo. “Nunca habíamos peleado antes cuando nos enfrentamos en Nicaragua y yo estaba sintiéndome muy mal, pero en realidad no me demostró nada especial”.
“En Nicaragua yo sabía que había algo malo conmigo y yo hice esa última pelea sufriendo de unos dolores terribles, pero tenía que dar la impresión de que estaba perfectamente bien”.
Su odisea apenas estaba comenzando.
“Por suerte logré regresar a casa, pero estaba muy deprimida”, agregó. “Lo peor era que yo tenía que defender esa misma semana mi título de los Ring Masters -lo que antes eran los Guantes Dorados- en el Madison Square Garden y no pude hacerlo, por lo que el título quedó vacante”.

 

“Peor aún, yo acababa de perder a mi abuela y a mi padre -que murieron el uno detrás del otro-, y había tenido que hacer un gran sacrificio al tener que separarme de mi hijo (Emerson, de 10 años) para mudarme a Puerto Rico durante los entrenamientos en preparación para el torneo”.
“Y después de todo eso terminé sufriendo este percance como la única boxeadora que iba a competir por Puerto Rico y no pude ir a los Panamericanos”.
Pero poco a poco las cosas han venido cayendo en su sitio nuevamente.
“Debido al tratamiento médico, tuve que aguantarme un poco”, dijo, “pero estoy muy confiada en que podré estar lista para regresar para el clasificatorio para las Olimpiadas, que debe ser en octubre”.

 

“Con la ayuda de mis doctores aquí en las ciudad de Nueva York, y la comprensión del señor Laureano, pronto estaré lista para ganar más medallas”.
“No voy a dejar que todo esto que ha pasado me detenga”, prosiguió. He tenido que batallar y sacrificarme demasiado como para darme por vencida ahora… aparte de que es algo que le debo a mi abuelo, Gil, quien me sigue apoyando desde Puerto Rico”.

 

 

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
(ceuyoyi@hotmail.com).
En twitter, Ceuyoyi, En Facebook, Jorge L. Prez

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