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Golpes después del boxeo

 

A pesar de que tuvo una carrera que la mayoría de los boxeadores consideraría de ensueño, con una ilustre participación olímpica y un  reinado como campeón mundial, Carlos Santos está consciente de que pudo haber llegado mucho más lejos.

“A mí lo que me afectó fue haber tenido a Yamil Chade de manejador”, dijo el expeleador natural de Ceiba, ahora con 63 años de edad y recuperándose del cٞáncer y de una bizarra lesión en el pie, quien presenció hace unos días el 5K benéfico  “Boxing for the World 5K” en el Paseo de las Artes de Caguas.

Yamil, el legendario y pintoresco manejador cubano, “tenía a Wilfredo Gómez y, luego, a Tito Trinidad, así que no podía ocuparse de mí”.

Luego de quedarse a una victoria de asegurar la medalla de bronce como peso welter en las Olimpiadas de 1976 en Montreal, Santos, un elegante peleador zurdo de 5’10” de estatura, inició ese mismo año una carrera en la que eventualmente acumularía un récord de 40-3 con 27 nocauts.

Carlos Santos.

Entre sus logros estuvo el haber protagonizado en 1981, al retar a Wilfredo Benítez por el cetro súper welter del CMB, participar en la primera pelea de campeonato mundial entre dos puertorriqueños.

Sin embargo, entre 1980 y 1983, Yamil lo envió a vivir y a hacer campaña en Italia bajo el cuidado de un promotor amigo y Santos termina haciendo siete peleas allíٞ, antes y después de la de Benítez.

“Me encantó vivir en Italia e hice muchos amigos allá”, dijo, “pero no ayudó a mi carrera, aparte de que no recibía mucho dinero”.

“Podían darme 200,000 liras por una pelea, pero eso era como $3,000”.

La estadía en Italia también le pasaría factura: Santos recuerda que aunque su bolsa por la pelea con Benítez era de $75, Yamil solo le dejó $15,000.

En 1984, sin embargo, su carrera tomó un giro ascendente cuando Santos venció al descendiente de boricuas Mark Medal en Nueva York para coronarse campeón junior mediano de la FIB, título que solo defendería una vez antes de ser despojado cuando una lesión le mantuvo inactivo.

 

Entonces, en 1986, Santos sufrió una controvertida derrota ante Buster Drayton cuando la FIB le dio la oportunidad de pelear por el cetro que habٟía quedado vacante tras habérselo quitado a él.

Entre 1987 y 1991 ganó las seis peleas que hizo, pero, luego de un año de inactividad, decidió retirarse en 1992.

“Un día (el entrenador) Don Khan me pidió que guanteara en el gimnasio con un semicompleto aficionado que él tenía”, recordó. “Aunque yo llevaba un año fuera, cuando lo vi me dije que no tendría problemas con él, pero en el primer asalto me conectó un derechazo en la cabeza que me puso mal”.

“El no se dio cuenta, pero yo quedé meciéndome, como en un sillón”, agregó, “pero entonces me dio en la barbilla y me levantó”.

Acto seguido, Santos sorprendió a Khan al pedirle que le quitara los guantes después del asalto.

“Todavía dos semanas después yo movía la cabeza y sentía que me brincaba”, dijo.

 

 

Tenía 36 años y para él el boxeo había terminado.

Pero no su vida útil.

No había ganado mucho dinero y tenía que trabajar, pero por suerte, gracias a la recomendación de un amigo, poco después comenzó a trabajar en Pan American Grain, compañía con la que ahora lleva ya 25 años.

Así, continuó haciendo una vida normal hasta hace cerca de un año, cuando le diagnosticaron que tenía cáncer de la próstata.

“Era increíble que yo, que siempre me había cuidado tanto, me diera cáncer”, dijo. “Pero cometí un gran error: todos los años me hacía el examen de la próstata y estuve así durante 20 años, pero entonces, como me sentía bien, estuve cuatro años sin hacérmela”.

El año pasado, al sentirse mal, acudió de inmediato a que lo examinaran y allí le dijeron que tenía un tumor canceroso.

Afortunadamente, reaccionó bien al tratamiento con radiación y le han dicho que la enfermedad está bajo control.

“Me hice 44 radios”, dijo.

 

 

Lo negativo es que su plan médico no le cubrió el tratamiento.

“Llegué a tener una deuda de $6,000, pero ya he podido pagar parte”, dijo Santos.

Parte de los ingresos de la carrera benéfica estaban destinados para ayudarle a él y también al expeleador Daniel ‘Pipino’ Alicea, quien también se recupera del cٞáncer.
Pero Santos, quien se ve en excelentes condiciones, no pudo correr el 5K por otras razones.

En noviembre, cuando falleció su hermana Wanda, Santos, quien vive en Isla Verde, estaba preparándose en el baño para ir a hacerse en Caguas el tratamiento con radiación que le tocaba ese día para luego ir al sepelio en Ceiba.

 

 

Pero en el baño, en un accidente, al mover la puerta de cristal de la ducha esta se le cayó al piso.

“Pero lo malo no fue eso”, dijo. “La parte de arriba del cristal no se había roto, así que yo la levanté y se me ocurrió ponerla en la ventana”.

Esta terminó cayéndole encima del pie derecho, quebrándole los tendones y provocándole una hospitalización de tres días.

“Ni siquiera pude ir al entierro de mi hermana”, dijo.

Por esa razón no ha podido regresar a su trabajo desde noviembre y tampoco pudo correr en el 5K, aunque Santos, profundamente religioso, sí pudo saludar a todos sus viejos amigos del boxeo y, por supuesto, darle gracias a Dios por estar vivo y por haberle ayudado a resistir los golpes después del boxeo.

 

 

 

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008, es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
(ceuyoyi@hotmail.com).
En twitter, Ceuyoyi, en Facebook, Jorge L. Prez

 

 

 

 

 

 

 

 

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