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Hubo injusticia con Vázquez y Calderón

¿Fue una injusticia que Iván Calderón no fuera electo la pasada semana al Salón de la Fama del Boxeo Internacional?
Pues es probable que sí. Al igual que ha sido injusto, desde hace años, que los votantes -en su gran mayoría los miembros de la Asociación de Escritores de Boxeo de América (Estados Unidos)- no hayan seleccionado a Wilfredo Vázquez, el campeón mundial de tres divisiones distintas que se retiró en 2002 y que, por consiguiente, ha sido elegible desde 2007.
Al contrario de lo que a veces se expresa en las redes sociales, sin embargo, no creo que estas injusticias sean producto de racismo, de anti puertorriqueñismo ni de ignorancia por parte de los alrededor de 100 votantes, que incluye algunos periodistas e historiadores de otras partes del mundo.

La suerte que ha corrido Vázquez, de hecho, me parece que tiene relación con esta distribución de los votantes, dominada por escritores norteamericanos.
Con toda lógica, estos tienden a votar por los boxeadores que conocen mejor, y estos, por lo regular, son boxeadores que, aún sin ser norteamericanos, por lo menos han tenido bastante exposición en la tierra de Donald Trump.
Con un récord de 56-9-2 y 41 nocauts, y habiendo sido campeón de las 118, 122 y 126 libras por la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), Wilfredo hizo 21 peleas titulares, de las que perdió cuatro, pero lo que resalta es que solo una de estas fue en su tierra natal: cuando perdió el cetro supergallo ante el venezolano Antonio Cermeño en 1995 en el coliseo Rubén Rodríguez.

La mayoría, de hecho, las hizo en casa de sus oponentes, muchas en el lejano oriente (seis), pero también cuatro en Francia y una en Italia, peleas que ni siquiera eran transmitidas por televisión en los Estados Unidos.
Incluso puede decirse que solo tres de sus peleas titulares recibieron bastante exposición en ese país: su espectacular victoria por nocaut en el undécimo episodio sobre el venezolano Eloy Rojas en la que sorprendió al favorito para ganar el cetro pluma en una cartelera del promotor Don King en Las Vegas protagonizada por la defensa de Tito Trinidad ante Freddie Pendleton; su defensa del cetro de las 122 libras ante el reconocido campeón peso gallo texano Orlando Cañizales en 1995 en San Antonio, casa de su rival y hoy en día miembro del Salón de la Fama; y, por último, su derrota ante Naseem Hamed en 1998 al buscar el cetro pluma de la OMB en Manchester cuando estaba en las postrimerías de su carrera.

 

Es posible incluso que muchos de los votantes solo lo recuerden por esa derrota ante Hamed, en la que el boricua fue a la lona cuatro veces antes de que detuvieran la pelea en el séptimo episodio.
¿Cómo se resuelve esa injusticia? No creo que se logre llorando o tildando de ignorantes o parcializados a los votantes, sino, en cierto modo, educándolos. Dejándoles saber quién fue Wilfredo Vázquez y por qué debe estar en el Salón.
Un buen paso en esa dirección fue el artículo de Bernardo Pilatti publicado el 23 de noviembre por ESPN.com, titulado ‘El Salón de la Fama espera por un Wilfredo Vázquez lleno de recuerdos’.
También ayuda el que Dan Rafael, también de ESPN y posiblemente el escritor de boxeo más leído del mundo, escribiֶó que lo había incluido en su lista de cinco candidatos para la votación de este año, junto a Calderón.

 

Claro que la votación para el Salón de la Fama del boxeo es sumamente oscura y misteriosa,en comparación con la del béisbol, en el sentido de que nunca se informa la cantidad de votos recibidos, y se desconoce si -al igual que ocurre en el béisbol, donde el mínimo es de 5%- los boxeadores pueden quedar eliminados de la papeleta si reciben menos de cierta cantidad.
Y hay que recordar que la papeleta solo tiene 32 nombres y todos los años hay que eliminar tres para incluir tres nuevos elegibles que han cumplido al menos cinco años desde su última pelea.

Por otro lado, al contrario de Vázquez, Calderón, dos veces campeón mundial (en las 105 y 108 libras), tuvo bastante exposición en los Estados Unidos y peleó٠ frecuentemente en las carteleras de la empresa Top Rank, incluyendo cinco veces en Las Vegas.
De hecho, Rafael y otros periodistas lo consideraban casi un seguro seleccionado en la elección de este año en su segundo año de elegibilidad, cuyo resultado se anunció la semana pasada, habiéndose rumorado insistentemente que había quedado cuarto en la votación del año pasado, quedándose a un pelo de figurar entre los tres peleadores que se escogen cada año.

 

Según se razonaba, con toda lógica, los tres nuevos elegible de este año –Rafael Márquez, Mikkel Kessler y Chris John– no parecían ser candidatos de mucha fuerza -como resultٕó ser cierto: ninguno quedó electo- e Iván, según se especulaba, ya había quedado encima que todos los demás en la pasada votación.
Pero, inesperadamente, esta vez los votantes eligieron a tres peleadores que llevaban esperando incluso mucho más que Wilfredo Vázquez: Julian Jackson, elegible desde 2003, Buddy McGirt, elegible desde 2002 y Donald Curry, elegible desde 2002.
¿Por qué? Vayan ustedes a saber: yo no puedo tener todas las respuestas, caramba.

 

 

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
(ceuyoyi@hotmail.com).
En twitter, Ceuyoyi, en Facebook, Jorge L. Prez

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