Blogs: Golpes bajos

Deportes

Golpes bajos

Por
💬

El perdón de Trump

 

Gracias al ‘perdón’ que le concediera la semana pasada el presidente Donald Trump, el nombre de Jack Johnson ha dejado de descansar en paz.
Porque aunque el perdón presidencial fue una medida recomendada hacía tiempo por muchos, incluyendo al senador John McCain, y debe contar con el respaldo de todo el mundo, lamentablemente, cuando llegó, vino empañado por las dudas que se pudieran tener acerca de las intenciones de un presidente que no se ha caracterizado por la sensibilidad racial.
¿Quién fue Jack Johnson y por qué había una intención de perdonarlo 71 años después de su muerte, cuando ya no estaba en condiciones de celebrar nada?
La historia es sencilla.
Después de convertirse en el primer negro en ganar el título de los pesos pesados en 1908, cuando noqueó en Australia a Tommy Burns, tristemente se desató en los Estados Unidos una campaña pública en busca de conseguir a un peleador blanco -“La gran esperanza blanca”- que lo destronara.


Los artículos históricos mencionan en particular un escrito del escritor Jack London (autor del célebre Call of the Wild), en el que lo describe como un mono e insta a que los buenos boxeadores blancos den un paso al frente para destronarlo.
London, incluso, le solicitó al excampeón Jim Jeffries que saliera de su retiro de seis años: “A él corresponde borrar la sonrisa dorada de la boca del etíope. ¡Jeff, levántate!”, escribió.٠.
Por desgracia, Jeffries le hizo caso y, pese a que evidentemente estaba fuera de forma, recibió un respaldo abrumador que hizo que incluso se fuera arriba 2 ½ a 1 en las apuestas.
“Acepté esta pelea con el único propósito de demostrar que un hombre blanco es mejor que un nombre negro”, dijo.
Pero Johnson, conocido como ‘el gigante de Galveston’ debido a proceder de esa ciudad texana, terminó noqueándolo en lo que se promoteó٠ como “La pelea del siglo” el 4 de julio de 1910 en Reno, Nevada, fecha en la que muchos esperaban conmemorar el día de la independencia celebrando el regreso al trono de un campeón blanco.
Luego Johnson siguió despachando a los otros retadores que seguían poniéndole en el camino, lo cual solo tuvo el efecto de acrecentar el furor de quienes o detestaban.

 

El mismo Johnson, a quienes algunos han considerado el Muhammad Ali de su época, se encargó de avivar ese fuego debido a su comportamiento burlón y arrogante… pero, también, debido a que no tenía reparos en hacerse acompañar por mujeres blancas.
De hecho, sus dos esposas fueron blancas, y para 1913 mantenía relaciones con Ruth Cameron, también blanca.
Ese año hizo una defensa en París y también se pasó haciendo exhibiciones en el extranjero. A la postre, se le aplicó una ley llamada Mann Act, que penalizaba el transportar a mujeres fuera de las fronteras estatales “con propósitos inmorales” y se le sentenció a un año de cárcel.
En vez de entregarse a las autoridades, sin embargo, Johnson se dio a la fuga y se dedicó a seguir peleando fuera de los Estados Unidos: en 1914 volvió a defender su título en París y el primero de enero de 1915 noqueó en tres asaltos a Jack Murray en Buenos Aires.

 

Entonces, el 5 de abril de ese año, Johnson, de seis pies de estatura, se enfrentó en La Habana a Jess Willard, un gigantón blanco de 6’6”, quien era reconocido por su gran fortaleza y su poder de asimilación.
Y, en una pelea presenciada por más de 15,000 espectadores, en su mayoría norteamericanos, en el hipódromo Oriental Park, Johnson perdió su título al caer noqueado en el round 26 de un total pactado de 45 episodios.
Aunque en el combate se vio que Johnson, ya con 36 años, no estaba en su mejor forma, y se cree que este en determinado momento se percató de que no podría noquear a Willard en medio de un calor agobiante, siempre hubo dudas acerca de si la derrota había sido legítima. En particular, se afirmaba que nadie había visto el golpe de nocaut y se cuestionaba la pose tan cómoda que Johnson asumió al depositarse sobre el ring.
El mismo Johnson diría años después que la caída había sido deliberada y que él decidió quedarse en la lona después que su mujer, sentada junto al ring, le hiciera una señal confirmándole que le habían pagado y tenía el dinero en su bolso.

 

Pero también Johnson aseguró que la derrota formó parte de un pacto acordado con autoridades del gobierno de Estados Unidos, paؙís al que él deseaba regresar para visitar a su padre para dejar de estar errante por el mundo, y finamente pudo hacerlo antes de cumplir su condena en prisión.
Y ese es el fallo de culpabilidad que ahora acaba de lavarle nada menos que Donald Trump con su perdón, cuando muchos tienen la impresión de que era el propio Jack Johnson quien debía tomar la acción de perdonar.

 

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
(ceuyoyi@hotmail.com).
En twitter, Ceuyoyi, En Facebook, Jorge L. Prez

💬Ver comentarios