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El dilema de Andre Ward

 

Mientras yo ‘disfrutaba’ -así entre comillas- del triunfo sabatino de Andre Ward sobre el cubano Sullivan Barrera en su debut como semicompleto por HBO, me pasé buena parte de esos 12 asaltos tratando de dar con el adjetivo que mejor describiera al invicto peleador norteamericano.
Si me hubiese dejado llevar por los comentarios de Max Kellerman y Roy Jones, Jr., así como por los del juez Harold Lederman, no hubiese tenido problema alguno: “Brillante, inteligente, táctico, camaleónico”, estuvieron entre los piropos que se pasaron lloviendo sobre él mientras le veían mejorar su marca a 29-0 con 16 nocauts en el Oracle Arena de Oakland, California, muy erca de su casa.
Ninguno de esos adjetivos está equivocado: Ward, el último peleador norteamericano en ganar una medalla de oro en las Olimpiadas (en 2004), pasado campeón supermediano de la AMB y el CMB y considerado por largo tiempo entre los mejores ‘libra por libra’, demostró nuevamente la veracidad de todos esos atributos frente a Barrera, quien dejó su marca en 17-1 con 12 nocauts.
Pero los adjetivos que nunca escuché fueron ‘explosivo, carismático ni devastador’.
En buena medida se debe a su estilo boxístico: durante la transmisión del sábado por HBO, creo que fue Jim Lampley quien lo describió como ‘camaleónico’, refiriéndose al hecho de que Ward no tiene un estilo definido: “Un día puede venir a boxear y moverse, otro a fajarse… eso es lo que le caracteriza: la habilidad especial para definir cuál el estilo de pelea que más le conviene en cada combate”, dijo, aproximadamente.

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Ward le conecta a Barrera.

 

 
Lo negativo de esto es que cuando se faja no es un noqueador deslumbrante, ni es un estilista maravilloso cuando decide boxear, y es probable que solo los más profundos conocedores de la técnica boxística sean capaces de aquilatar verdaderamente las sutilezas de sus acciones sobre el ring.

Tal vez por eso, pienso yo, a pesar de que ya tiene 32 años y ha vencido en peleas titulares a rivales de la categoría de Chad Dawson, Mikkel Kessler, Arthur Abraham, Carl Froch y el colombiano Edison Miranda, Ward nunca ha tenido una pelea de ‘pay-per-view’, y, a estas alturas, frente a Barrera, estaba recibiendo una bolsa de $1,850,000, que es aproximadamente lo que Floyd Mayweather se gasta en la compra de carros nuevos a la semana.
Me gusta comprobar que no soy el único que piensa así.
Buceando en internet, hallé este escrito de Dominic Sauboorah, de la página británica Boxing News 24, que llevaba de título ‘¿Será Ward algún día un peleador de ‘pay-per-view’?’

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Ward sonríe triunfalmente luego de una victoria.

 

 
“Ward tiene muy poco valor de entretenimiento. Es como Wladimir Klitschko, salvo que carece de la pegada para noquear a nadie. Sin duda que es un boxeador talentoso, pero el hecho de que no posee una personalidad intrigante dentro o fuera del ring significa que es poco probable que pueda alcanzar algún día un nivel icónico de reconocimiento mundial”.
Según mi humilde opinión, lo que termina de sentenciar a Ward es la imagen que proyecta.
De hecho, es un peleador que parece llevar eso del ‘poker face’ -el rostro inmutable del jugador de póker- a unas cumbres inusitadas: no sonríe en las entrevistas, no sonríe cuando lo presentan sobre el ring, no sonríe cuando lo declaran vencedor sobre el ring…
Sé que está casado y tiene tres hijos, y que también ha dicho que “yo peleo mayormente por mis hijos”, pero dudo mucho que haya sonreído cuando se los presentaron a la salida de la sala de parto.
Hay peleadores así: el gesto habitual del difunto campeón peso completo, Sonny Liston, era siempre el de un matón a sueldo que a la misma vez padece de hemorroides, pero Liston era un expresidiario que eventualmente sería asesinado a balazos, supuestamente por andar en pasos turbios, mientras que Ward, a todas luces, es un tipo decente y un hombre de familia.
Obviamente, el que sea serio no debería entrar en ningún tipo de ecuación de popularidad. Por el contrario, yo prefiero a los peleadores que no andan fanfarroneando ni diciendo bobadas por ahí con tal de llamar la atención, aunque comprendo que muchos lo hacen probablemente azuzados por sus promotores para ayudar a vender sus peleas.
Además, un boxeador no es un artista de cine ni un cantante pop, para andar por ahí deslumbrando a todo el mundo con la bondad de su sonrisa.
Pero lo cierto es que en una época tan competitiva, hoy en día lo primero que los directores de prensa de las grandes compañías boxísticas le recomiendan a los grandes prospectos es que aprendan a sonreír, reconociendo que, para apelar al público masivo y no necesariamente experto en boxeo, conviene tener una personalidad afable y sonreída.
Muhammad Ali, Sugar Ray Leonard, Oscar de la Hoya, Shane Mosley, Tito Trinidad, Mayweather y Manny Pacquiao han demostrado con creces que es así.
Hasta el mismo Mike Tyson se disparaba de vez en cuando su sonrisita, aunque a él le salía a veces medio torcida y sádica.
Claro, a pesar de todos los pesares, es probable que antes de que finalice el año, Andre por fin esté consiguiendo su primer ‘pay-per-view’, al informarse que se encamina a retar al ruso Sergey Kovalev (29-0-1 y 26), reconocido como campeón semipesado de la AMB, la FIB y la OMB y, para algunos, se disputa con Gennady Golovkin la supremacía como el mejor ‘libra por libra’ de la actualidad.
Pero estoy seguro de que esta será una pelea que, a Andre Ward, tampoco le va a causar mucha risa.

 

 

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad.
(ceuyoyi@hotmail.com).
En twitter, 6418luis
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