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Nueva vida en el boxeo

 

Luego de que su hijo, el dos veces campeón mundial Daniel Santos, no volviera a subir a un ring a raíz de su derrota de 2009 ante Yuri Foreman, Paquito Santos también colgó los guantes.
Junto a su esposa, Irma Peña, Paquito, quien había estado junto a su hijo a lo largo de toda su carrera como entrenador, se dedicó a hacer “vida de retirado”.
“Mi esposa y yo nos fuimos a viajar”, dijo. “Estuvimos meses viajando por distintas partes de los Estados Unidos -estuvimos en Nueva York, Houston, Connecticut- visitando familiares”.
Pero llegó el momento de regresar.
“Uno hasta se cansa de eso”, explicó.
Al regresar, sin embargo, Paquito, bayamonés de pura cepa y de toda la vida, se dio cuenta de que el cuerpo le pedía una vida alejada del bullicio de los grandes centros urbanos.
“Lo mío fue siempre bregar con la juventud, pero las cosas han cambiado mucho”, dijo Paquito al explicar su deseo de buscar nuevos horizontes… o quizás el mismo horizonte, pero visto desde otro ángulo.
“Hoy en día no se puede bregar con la juventud como uno bregaba antes”, agregó. “La juventud de ahora vive la vida muy rápida”.
Así, Paquito comenzó a “buscar y buscar” hacia dónde mudarse, anhelando paz y tranquilidad.
“Un día llegamos a Guánica y me dije: ‘Aquí es’ ”.
Así, vendió su propiedad en Bayamón y compró casa en Guánica, pasando a residir en la costa sur del país hace tres años.
“Ahí me siento en el cielo”, dijo.
Pero su retiro boxístico comenzó a flaquear cuando fue dándose cuenta de que los jóvenes del lugar se asemejaban mucho a aquellos con los que él se relacionaba años atrás.
“Tan fácil que es bregar con estos muchachos”, dijo. “Me acuerdo de cuando yo empecé”.
Al poco tiempo, pues, ya estaba operando como voluntario un gimnasio de boxeo que le habilitó el municipio y en el que ya cuenta con entre 35 y 40 peleadores aficionados.
“Pero lo que terminó de convencerme fue un muchacho que me impresionó desde un principio y que me hizo recordar a Daniel”, dijo.
Su nombre es Jake González y tiene apenas 14 años, pero es zurdo como Daniel y parece que también va a ser bastante alto.
“Ya mide 5’8” y pelea en las 123 libras”, dijo Paquito, “pero va a terminar midiendo 6’1” o 6’2” y en un peso bajito, como 147”.
El muchacho, dijo, le llegó al gimnasio del Guánica Boxing Club hace unos 11 meses sin saber nada de boxeo, y ya cuenta con más de 30 combates como aficionado.
“Incluso lo he puesto a boxear con muchachos mayores que él y a todos los ha dominado”, dijo Paquito. “¿Qué te dice esto? Pues que es un diamante”.
“Y es serio, disciplinado”, agregó. “A las cinco de la mañana en punto ya está llegando a casa cuando va a correr”.
Y ahora acaban de aceptarlo para comenzar a estudiar el próximo semestre en la escuela del Albergue Olímpico.
La escuela, de la cual Daniel se graduó a mediados de los noventa, solo acepta como estudiantes a atletas de alto nivel que, además, son buenos estudiantes, ofreciéndoles la oportunidad de desarrollarse más rápidamente en su deporte.
Los boxeadores, por ejemplo, entrenan tres veces al día.
En fin, Paquito acaba de participar con un grupo de cinco de sus peleadores en la quinta edición del Torneo Nacional Miguel A. Cotto, padre, el cual, celebrado en el ‘foodcourt’ del centro comercial Plaza Centro en Caguas, concluyó el domingo luego de cinco intensas jornadas y 123 combates.
En el mismo, Jake -quien cumplirá los 15 años en abril- compitió con desventaja de edad en la categoría de los 15-16 años y el sábado dio muestra de su calidad al caer por decisión dividida ante el fajardeño Addiel Pérez, estudiante de la escuela del Albergue.
Parece bien encaminado.
Entretanto, cuando le pregunté a Paquito si finalmente se ha retirado Daniel, quien en octubre cumplirá 40 años y de vez en cuando reaparece en la prensa anunciando un posible regreso, él me dijo que su hijo está entrenando boxeadores, tanto aficionados como profesionales, en un gimnasio en Santa Juanita.
“Pero… ¿retirado? Bueno, más o menos”, comentó. “Es que esto del boxeo nosotros lo llevamos en las venas”, dijo.
Entonces, encogiéndose de hombros, agregó: “Mírame a mí”.

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad.
(ceuyoyi@hotmail.com).
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