El rifirrafe y las emociones
¡Las emociones venden noticiosamente! Así quedó demostrado con la desavenencia pública, y luego la reaparición en ‘armonía’, entre las reinas españolas doña Letizia y doña Sofía, que generó (y sigue produciendo) titulares en todos los medios internacionales. Como comunicadoras, otrora periodistas y ahora relacionistas profesionales licenciadas, mi compañera de labores Azyadeth Vélez Candelario y yo, dedicamos unos ratitos de nuestros recesos de mediodía para analizar la cobertura, los titulares, las tendencias en las redes sociales y la opinión pública sobre este entuerto, que los medios españoles llaman rifirrafe. De hecho, la palabra que la Real Academia Española (RAE) define como “contienda o bulla ligera y sin trascendencia”, fue protagonista, en esos días, de los tópicos de tendencia de Twitter, y pareció haber tomado una fuerza más trascendental del implicado por RAE.
Aparte de los ‘hechos’, que podemos percibir en los vídeos y fotos, no tenemos un trasfondo emocional completo del porqué de las acciones de los protagonistas. Dudo mucho que brinden a los medios una entrevista cándida sobre lo que ocurre en la Casa Real. Así que, en este caso, como muchas otras noticias que se publican, los supuestos datos noticiosos se sustentan con especulaciones, fuentes anónimas, análisis, en fin, el rifirrafe se nutre de más rifirrafe creativo.
Entre los análisis que leí sobre esta situación, uno titulado El exigente oficio de ser reina del veterano periodista español Pablo Ordaz, llamó mi atención. Decía en su escrito que existen: “tres realidades entremezcladas: monarquía, jefatura del Estado y familia”, todas muy complicadas, enfatizaba. Y aunque su escrito no mencionaba la palabra emoción, describía respuestas emocionales de los miembros de la Casa Real, en los tres contextos mencionados, basado en lo que le revelaban sus fuentes. Lo cierto es que, aunque sean de la realeza, con sus liturgias, etiqueta, medallas y tiaras, también son familia, y las relaciones familiares son altamente emocionales. De hecho, esa reflexión me hizo ampliar el análisis informal del aspecto noticioso hacia una mirada desde la perspectiva del manejo emocional.
Y es que, al igual que la plebe, la realeza también tiene sus episodios de incontinencia emocional, o como lo define Birgitta Wistrund, citada por el doctor Daniel Goleman: “filtración de emociones destructivas que reducen la energía de los otros haciendo que se sientan nerviosos, deprimidos o enojados”.
Con el mediático rifirrafe real, quedó de manifiesto, que la gestión emocional es un asunto relevante para toda la humanidad, independientemente del abolengo, clase social u origen nacional. Los padres del concepto de inteligencia emocional, los doctores Peter Salovey y John Mayer la definen como la: “capacidad de monitorear y regular los sentimientos propios y los ajenos, y de utilizar esos sentimientos para guiar el pensamiento y la acción”. Añaden: “la inteligencia emocional es útil en tiempos de bonanza, imprescindible en tiempos de crisis”.
También en el contexto familiar, porque familias son familias, sean de la realeza o no, la inteligencia emocional es una herramienta muy eficaz para mejorar la comunicación y manejar los conflictos. Del mismo modo, si se practica con conciencia, permite desarrollar la madurez y el carisma emocional, entre los integrantes del grupo familiar.
En su libro Inteligencia Emocional: el secreto para una familia feliz: Una guía para aprender a conocer, expresar y gestionar nuestros sentimientos, la autora Cristina Muñoz Alutiza indica: “La forma de resolver los conflictos, lejos de ser única e inequívoca, cuenta con tantas posibilidades como modos de mirar el conflicto. La inteligencia emocional propone abandonar antiguas creencias y estereotipos sobre cómo resolver los problemas, y atrevernos a desaprender, para después abordar el conflicto desde la observación, la comprensión del otro, la escucha atenta y paciente”.
En fin, el rifirrafe puede convertirse en un punto de reflexión del que podemos renacer, tanto reinas como el resto de los mortales, hacia una experiencia de aprendizaje en pos de la inteligencia emocional.
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