¿Que será de Puerto Rico …? ¡Ya veremos!
Hay una leyenda china de un viejo granjero que trabajaba con un caballo viejo y enfermo, pero sintió compasión por el caballo y deseó levantar su carga. Así que dejó su caballo suelto para ir a las montañas. Poco después, los vecinos lo visitaron con condolencias, diciendo: “Tu único caballo ha muerto. ¡Qué desafortunado eres! Debes estar muy triste. ¿Cómo vas a trabajar la tierra y prosperar?” El granjero respondió: “¿Quién sabe? Veremos”.
Dos días más tarde, el caballo regresó rejuvenecido después de haber comido al aire libre, con doce nuevos caballos más jóvenes y saludables que siguieron al viejo caballo hasta el corral. Se corrió la voz en el pueblo de la buena fortuna del viejo agricultor y la gente se acercó para felicitarlo: “¡Qué afortunado eres!”, exclamaron. ¡Debes estar muy feliz!” De nuevo, el granjero dijo: “¿Quién sabe? Veremos.”
Al amanecer del día siguiente, el único hijo del granjero se partió una pierna al intentar entrenar a los nuevos caballos salvajes. Uno por uno, los aldeanos visitaron para lamentar la última desgracia del agricultor: “¡Qué tragedia! Tu hijo no podrá ayudarte a cultivar con una pierna rota. Tendrás que hacer todo el trabajo tú mismo, ¿cómo vas a sobrevivir? Debes estar muy triste”. Siguiendo tranquilamente con su tarea habitual, el granjero respondió: “¿Quién sabe? Ya veremos.”
Varios días después, estalló una guerra. Los hombres del Emperador llegaron a la aldea exigiendo que hombres jóvenes los acompañen para ser reclutados en el ejército, pero el hijo del granjero fue considerado no apto debido a su pierna rota. “¡Qué gran fortuna tienes!” Los aldeanos exclamaron mientras sus propios hijos se iban a la guerra. “¿Quién sabe? ¡Ya veremos!”, respondió el granjero mientras trabajaba su campo solo.
Al pasar el tiempo, la pierna fracturada se curó, pero el hijo quedó con una ligera cojera. Los vecinos presentaban sus condolencias por la cojera … pero resultó que los otros jóvenes del pueblo murieron en la guerra, y el viejo granjero y su hijo eran los únicos capaces de trabajar. El viejo granjero se hizo rico y fue muy generoso con los aldeanos, que dijeron: “Oh, qué afortunados somos, debes ser muy feliz”, a lo que el viejo granjero respondió: “¿Quién sabe? ¡Ya veremos!”
A veces las dificultades son oportunidades, y traen buena suerte inesperada. La isla ha sufrido el peor huracán en casi un siglo, la pérdida catastrófica del sistema eléctrico, falta de agua, y se halla en una crisis fiscal y de salud pública de tamaño histórico. Pero en medio del caos, hay mucha esperanza: los ojos del mundo están en la isla, millones de dólares y la presencia de miles de personas preocupadas han descendido sobre la isla. Tesla y otros proveedores de energía solar han ya comenzado a reinventarse y decentralizar la infraestructura energética, cosa que hace tiempo hacía falta. Hasta la proverbial corrupción gubernamental está bajo una peculiar lupa: enorme escrutinio federal, local, gubernamental y público ha caído sobre el contrato de $300 millones con Whitefish, que se dio sin una competencia pública y transparente para ver si otros proveedores tenía mejores precios o mejores medios y personal para llevar a cabo el proyecto: este nivel de escrutinio público antes no se daba.
Temporal, temporal
allá viene el temporal
¿Que será de Puerto Rico cuando llegue el temporal?
Por décadas los boricuas hemos cantado esta plena, y ahora ¡por fin ya veremos!