Llegué tarde. El sol pega durísimo. Macha Colón canta desde una tarima cercada por cientos de personas. Una vez al año, el barrio del Lower East Side se viste de fiesta patronal. Me llaman la atención las señoras vestidas con los trajes típicos puertorriqueños que lucieron en el desfile inaugural del Loisaida Festival en Manhattan. Miro a mi alrededor, no conozco a nadie y me siento sola. Observo las sillitas de playa y las familias amontonadas con neveritas que esconden el elixir prohibido. La mayoría usa ropa con los colores de la bandera de Puerto Rico.

La cantautora puertorriqueña continúa con otro número que sé de memoria. Bailo sola. La canción es divertida pero arriesgada. El estribillo “qué mierd … qué mierd…” cobra matices intensos. Entonces, noto cierta reticencia en los rostros de los boricuas baby boomers y plus. Esto ya es un asunto generacional. Sin embargo, pasadas varias canciones y el alborozo del baile de algunos de nosotros, me di cuenta cómo iban desapareciendo las fronteras de la edad e idiosincrasia niuyorquina.

El calor es abrasante. Veo un intercambio sospechoso de vasos. Quiero uno de esos. Quiero una cerveza.

El festival, que viene celebrándose hace 29 años, ocupa seis bloques en la Avenida C, desde la calle 6 hasta la 12. Las seis cuadras, atascadas de quioscos, presentan una mezcla gastronómica que ofrece desde el arroz con habichuelas, la arepa venezolana hasta el corndog (algo así como un hot dog dentro de un sorullo de maíz). Otros puestos exhiben artesanías o cualquier tipo de objeto con la bandera de Puerto Rico plasmada.

Los cantantes, teatreros, bailarines, perfomeros y el público tienen un trasfondo diferente. Complejo. A grandes rasgos, uno es distinto por haber nacido o no en la isla, hablar o no español, estar de visita… llevar cinco, diez, veinte, cuarenta años o toda una vida en Nueva York.

De pronto se escuchan gritos y aplausos en el área de la tarima. Ha llegado Iris Chacón. “Si tu boquita fuera/de mayonesa/yo me la pasaría/besa que besa…y bate que bate…”

“La del anuncio del coolant”, me gritó un viejo mientras bailaba y sostenía un trago en la mano. “Ésa es, ésa es”, reiteraba. Yo no había nacido para la época en que el anuncio de Iris Chacón salió por televisión, pero sé quién es ella. La he visto en youtube.

Es Iris Chacón. Todos bailamos y cantamos con euforia. La brecha generacional y otras distancias—que Macha supo comprender—se disiparon casi por completo con la icónica vedette.

La comunidad de puertorriqueños en la ciudad de Nueva York se ha transformado en la última década. Yo soy nueva. Me mudé aquí hace cinco años. Llevo un año en México y hace unas semanas regresé de visita por asuntos de estudios.

Me encontré con el Loisaida Fest y comprendí que funciona como un espacio donde los niuyoricans, puertoricans o puertorriqueños, se entremezclan en una comunidad heterogénea cuyo perfil va cambiando de acuerdo a la inclusión de nuevos integrantes con diversos gustos, intereses y circunstancias.

Viven o imaginan su propia versión de la isla. A todos nos da frío y no soportamos los inviernos.