La nueva posición oficial del gobierno de los Estados Unidos sobre Puerto Rico ha dejado al desnudo la condición colonial de la Isla. Ya no son pequeños grupos de intelectuales quienes afirman que la Isla es una colonia estadounidense. Ahora es el propio gobierno federal, a través de sus Departamentos de Justicia y de Estado, quien proclama la condición colonial de Puerto Rico ante la Corte Suprema.

Aún así, vemos cómo algunas personas insisten en “mejorar” el Estado Libre Asociado (ELA). Esto ha probado ser imposible a través de la historia. Ni el mismo Luis Muñoz Marín pudo lograr la aprobación de los llamados “proyectos cosméticos” que impulsó a finales de la década del 1950, cuando todavía el ELA era una novedad. La idea de “mejorar” hoy un vehículo político fracasado que nos ha llevado a la quiebra no es factible.

La estadidad no cuenta con el respaldo de la mayoría republicana en el Congreso, a pesar de que los candidatos republicanos a la presidencia siempre la han respaldado. Del mismo modo, tenemos cientos de miles de personas puertorriqueñas que sencillamente no la quieren, lo que imposibilita el proceso. Hasta muchas de las personas puertorriqueñas que viven en los Estados Unidos y disfrutan todos los días de los beneficios de vivir en un estado, no quieren que la Isla se convierta en parte de la unión. Nada, es parte de la esquizofrenia de ser boricua.

Así llegamos a lo inevitable. Un buen día de estos el Congreso nos va a dar la “independencia” de manera unilateral. Probablemente será una independencia de cartón mojado, que en términos reales nos dejará tan o más dependientes de los Estados Unidos de lo que somos hoy.

Me parece que la opción que nunca ha tenido un partido de mayoría en Puerto Rico, la opción “soberanista”, se va a convertir en la única alternativa viable para la Isla. El problema es que me parece una “independencia con dependencia”. ¿Por qué? Porque sería independencia con fondos federales; independencia con cheques del seguro social; independencia con ciudadanía estadounidense; independencia con servicio militar; e independencia con visas automáticas para ir a ver familiares a los Estados Unidos continentales, etc. En términos legales, nos dejaría en una burbuja parecida a la de las Islas Marshall y otros territorios estadounidenses.

Perdonen mi pesimismo, particularmente en lo que se refiere a la opción soberanista. Quizás la “república asociada” sea un estado honroso. Sin embargo, hasta este momento, me parece otro tipo de gobierno neocolonial.

Esto me lleva a una triste conclusión: La colonia vive. Vive en el ethos puertorriqueño. Vive en el ELA, en los sueños estadistas y en las otras opciones neocoloniales. Y vive en la mente de los congresistas que, en última instancia, decidirán nuestro futuro sin tomar en consideración los anhelos de nuestro pueblo.

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El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez es el pastor de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en el Barrio Espinosa de Dorado, PR. http://www.drpablojimenez.com.

San Juan, PR