El Tercer Mundo con tarjeta de crédito
Desde la década de los 1980, un amigo y mentor solía decir que Puerto Rico era un país del Tercer Mundo con una tarjeta de crédito. Al parecer, el tiempo le dio la razón.
Por décadas, Puerto Rico ha vivido por encima de sus posibilidades, financiando proyectos con préstamos gubernamentales y refinanciando la deuda vieja en lugar de pagarla. Es decir, que estuvimos llevando nuestras tarjetas de crédito al tope, sacando tarjetas nuevas cuando las anteriores ya estaban al máximo y pagando las deudas viejas con las tarjetas nuevas .
Llegó el momento cuando nos picaron las tarjetas. Ahora, si Puerto Rico desea tomar prestado, tendrá que recurrir al equivalente de las financieras que prestan a intereses altísimos y garantizan la deuda con autos, enseres o propiedades.
He leído los detalles y me parecen demasiado complicados para detallarlos. Llega el momento que los números son prácticamente imposibles de comprender. El hecho es que el gobierno de Puerto Rico sabía que la crisis se avecinaba desde los tiempos de Roselló, quien hizo cambios profundos al Sistema de Retiro. A partir de la administración de Sila Calderón, el país ha estado en negación. Desde la gobernación y la legislatura hasta las alcaldías y las legislaturas municipales, seguimos pidiendo prestado mientras mermaban los empleos y aumentaba el crimen.
En años recientes, las distintas administraciones –a todos los niveles– han estado pidiendo prestado para pagar gastos recurrentes, tales como la nómina. Al mismo tiempo, dejaron de pagar deudas recurrentes, tales como la renta de edificios públicos.
La verdad es que la degradación de los bonos pudo haber ocurrido en cualquier momento desde el 2007. Fortuño hizo malabares para evitarla, lográndolo gracias a que sus ideas republicanas resonaban con la ideología de Wall Street y las casas acreditadoras. Empero, todas las personas que estaban prestando atención sabían que la degradación era inevitable.
Las casas acreditadoras comenzaron a degradar el crédito de la Isla desde el verano del 2012, cuando comprendieron que la victoria de García Padilla era segura. En su caso, las casas acreditadoras estaban en desacuerdo con sus políticas populistas, aunque probablemente también hubieran degradado el crédito del país en un segundo término de Fortuño.
No creo que vale la pena resumir cómo la presente administración ha estado lidiando con el crédito del país. Lo importante es que nos preparamos para enfrentar la etapa más oscura de la economía puertorriqueña desde La Gran Depresión.
¿Quiénes son los culpables? Todos somos culpables. Si los políticos seguían pidiendo prestado era porque la masa del pueblo no quería saber la verdad. Cada vez que se hablaba de austeridad, gran parte de la gente decía “mentira, el gobierno tiene chavos”. Y esa misma gente votaba por los políticos que le mentían, diciendo que sí había dinero. Claro está, ese “dinero” era prestado.
Ahora la crisis se ha declarado y los políticos todavía no le transmiten al pueblo la gravedad del asunto. La administración de turno continúa hablando en tonos poéticos, afirmando que unidos venceremos sin presentar un plan de acción detallado. Y los políticos de la oposición no pueden contener su alegría ante las tribulaciones de García Padilla.
Al igual que cuando usted tiene una deuda de tarjeta de crédito, es necesario presentar un plan de acción. Si usted le responde a sus acreedores diciendo que en los próximos meses tendrá un plan para pagar sus deudas, seguramente enfrentará un embargo. Por eso, es imperioso que el gobierno presente un plan de acción cuanto antes. La tarjeta de crédito expiró.
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El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez es el pastor de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en el Barrio Espinosa de Dorado, PR. http://www.drpablojimenez.com