Papá, ¿quien es Stormy Daniels?
El Miércoles Santo, mientras estábamos camino a la iglesia donde iba predicar, mi hija menor me hizo una pregunta que me dejó frío: “Papá, ¿quién es Stormy Daniels?”
Stormy Daniels es el nombre artístico de Stephanie A Gregory Clifford, una mujer dedicada la industria de la pornografía. Original del estado de Luisiana, comenzó como actriz y pasó a ser directora y productora de este tipo de películas. Clifford es una de las pocas artistas porno que ha actuado en películas “mainstream”, particularmente en comedias donde se burla de ella misma (como the 40-Year-Old Virgin). Sin embargo, su nombre no está en las noticias por su labor frente o detrás de las cámaras, sino por su pasada relación con el actual presidente de los Estados Unidos.
Como hemos leído, visto o escuchado “ad nauseam”, Clifford alega que tuvo un “affair” con Trump. Aunque algunas personas la acusan de mentir, desgraciadamente la acusación no sorprende a nadie, dado que el ahora presidente ha hecho alarde de sus “conquistas” a lo largo de su vida pública.
Los Estados Unidos han tenido tres presidentes que se han comportado como celebridades durante sus respectivos términos. El primero fue Kennedy, quien tuvo toda una serie de relaciones extramaritales, entre las cuales se destaca su relación con Marilyn Monroe. El segundo fue Bill Clinton, quien explotó sus contactos en Hollywood y también tuvo varios escándalos sexuales. Como sabemos, uno de esos escándalos motivó un proceso de residenciamiento que por poco le cuesta la presidencia.
Ahora tenemos como presidente a una celebridad, quien pasó de un “reality show” a la presidencia. Es un hombre que está en su tercer matrimonio y quien fue acusado públicamente de adulterio por sus anteriores esposas en juicios muy sonados. También acostumbraba participar regularmente en el programa radial de Howard Stern, que se destacaba por su vulgaridad y por su alto contenido sexual.
Lo triste es que en todos estos casos la revelación de los escándalos sexuales sólo aumentó la popularidad de los presidentes. Si usted ha estado pendiente a las noticias, verá que desde la acusación de Clifford, la popularidad del presidente Trump ha aumentado. Lo mismo pasó con Clinton. Y, después de muerto, Kennedy se convirtió en toda una leyenda.
En parte, esto se debe a la forma como la gente entiende el fenómeno de la celebridad. La gente común y corriente le adjudica cualidades extraordinarias a las celebridades. Piensan que ser famoso implica tener una inteligencia, una capacidad física y una sexualidad superior. A manera de ejemplo, vea como en los programas de entrevistas a celebridades se les pregunta sobre política y religión, como si fueran expertas en estos temas. Basta recordar el infame programa de HBO, titulado “Politically Incorrect’, donde celebridades exhibían su ignorancia sobre temas de actualidad.
Por lo tanto, el que un presidente tenga un escándalo sexual solo confirma su “status” como celebridad. Esa es la triste realidad.
La Biblia recomienda que oremos por el liderazgo político, rogando a Dios que les dirija de manera que el pueblo pueda vivir en paz.
En primer lugar, recomiendo orar por todo el mundo, dando gracias a Dios por todos y pidiéndole que les muestre su bondad y los ayude. Recomiendo que se ore por los gobernantes y por todas las autoridades, para que podamos vivir en paz y tranquilos, obedeciendo a Dios y llevándonos bien con los demás.
2 Timoteo 2.1-2 (TLA)
Las personas de fe debemos orar por el liderazgo político, como nos ordena la Biblia. Eso no está en disputa. Empero, orar por una persona no quiere decir que uno aprueba su conducta. La Iglesia no debe perder la voz profética que nos desafía a vivir de acuerdo a los valores más altos, a los valores del Reino de Dios.
Recordemos, pues, que la celebridad es efímera. Si bien la popularidad de Bill Clinton aumentó a corto plazo, sus escándalos le costaron la presidencia al Partido Demócrata y destruyeron su legado. Del mismo modo, la popularidad del actual presidente ha aumentado a raíz de las acusaciones de Clifford y de Karen McDougal, quien fuera modelo de Playboy. Probablemente, estos escándalos le costarán varios escaños al Partido Republicano en las elecciones de noviembre de 2018.
Nuestra sociedad debe recuperar la cordura, eligiendo líderes politicos cuya integridad moral sea tan alta como su habilidad administrativa. Nuestra niñez no debe crecer en una sociedad asediada por los escándalos sexuales de los líderes políticos de turno, no importa el partido que representen.
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Pablo A. Jiménez es un ministro protestante, profesor de teología pastoral y autor de varios libros religiosos. Escuche su podcast, visitando Prediquemos.com