Recientemente usé la palabra “odio” en un escrito y la respuesta de la gente fue interesante. Muchas personas objetaron que usara esa palabra. Encontraron la referencia un tanto “fuerte” y hasta inapropiada.

Sin embargo, el hecho es que el odio existe. Lo vemos todos los días. Basta leer las respuestas a las columnas de opinión, como esta, para ver que hay personas que viven llenas de odio hacia todas aquellas personas que no piensan como ellas.

El odio existe, lo que pasa es que el odio no es un mero sentimiento. Por el contrario, el odio es un conjunto de acciones que una persona, grupo o institución toma en contra de otras personas, grupos o instituciones. No es un sentimiento, es una acción.

El odio se demuestra a través de nuestras palabras, actitudes y actos hacia los demás. Claro está, el odio es un síntoma de un alma enferma; de un corazón tan herido que ha optado por la violencia como modo de vida.

Y el odio, como el cáncer, termina destruyendo a la persona que lo siente. ¿Por qué? Porque quien odia a los demás, se odia a si mismo.

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El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez es el pastor de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en el Barrio Espinosa de Dorado, PR. http://www.drpablojimenez.com.