El reciente ataque terrorista en los Estados Unidos, unido a los ataques ocurridos en Francia el mes pasado, ha despertado los temores del mundo occidental. Es evidente que la ideología propuesta por el Estado Islámico esta teniendo impacto a nivel global, al punto que no es necesario que sus simpatizantes tengan contacto oficial alguno con la organización para planear y ejecutar sus ataques terroristas.

Éste reciente ataque motivó al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, a ofrecer un discurso desde su oficina, en vivo, durante las horas de mayor sintonía. El pueblo estadounidense y el mundo esperaban un discurso contundente que nunca ocurrió. El presidente se limitó a decir que seguirían con su estrategia de llevar a cabo ataques por aviones de control remoto y que enviarían tropas “elite” para adiestrar a las milicias que están luchando contra las fuerzas del Estado Islámico en Iraq y Siria.

La respuesta del Presidente Obama defraudó a muchos, dado que los Estados Unidos continúan dirigiendo esta guerra como si fuera una convencional. Piensan que si matan a los líderes del ejército enemigo, los soldados se desbandarán.

El problema es que esta estrategia militar ha probado ser errada. Cada vez que la fuerzas aliadas asesinan a uno de los líderes del movimiento ocurren dos cosas. Por un lado, el movimiento exalta al líder caído como un mártir. Por otro lado, otra persona toma su lugar. Y todo esto redunda en más reclutas para el Estado islámico.

Para decirlo con mayor claridad, mientras más gente matan las fuerzas aliadas, más simpatizantes tiene el Estado Islámico, más soldados tienen sus ejércitos y más personas se ofrecen para llevar a cabo ataques suicidas.

En fin, por más que los Estados Unidos traten, no podrán matar a todo el liderazgo del Estado Islámico y ya sus simpatizantes. Es sencillamente imposible matar a todo el mundo.

En algún momento los países aliados tendrán que buscar avenidas diplomáticas para lidiar con esta crisis. En algún momento tendrán que enfrentar la dura realidad de que los odios que cosechan hoy son resultado de las políticas coloniales del pasado. En algún momento tendrán que comprender que conquistar las mentes y los corazones de la gente es la ruta más corta hacia la paz.

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El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez es el pastor de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en el Barrio Espinosa de Dorado, PR. http://www.drpablojimenez.com.