La Iglesia y el subsidio de la AEE
Esta semana escuché con pesar algunas notas de prensa sobre las vistas públicas en el Senado de Puerto Rico en relación con el problema que plantean los subsidios que, por ley, la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) concede a varios tipos de personas e instituciones. Como las iglesias pueden recibir esta clase de subsidio, escuché varios comentarios desatinados en la radio. Hoy deseo aclarar algunos de los malentendidos que han surgido en torno a este punto.
Primero, debe quedar claro que las iglesias pagan por el servicio de energía eléctrica que reciben. El “subsidio”, en realidad, es una tarifa similar a la residencial; sí, la misma que usted y yo pagamos en nuestras casas. Y si escribo “subsidio” es porque este es condicionado. Por ejemplo, si una iglesia tiene una librería o una academia en sus predios, debe pagar la tarifa comercial.
La congregación que pastoreo, la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en el barrio Espinosa de Dorado, paga cerca de $45,000 al año por concepto de electricidad. Por lo regular, se pagan unos $3,500 al mes. Empero, durante los meses de junio y julio la cuenta llega a $4,000, dado que llevamos a cabo escuelas bíblicas de verano para adolescentes, para la niñez y para personas de la tercera edad. Esta cantidad es relativamente pequeña para una iglesia de buen tamaño. Hemos podido contener el gasto porque ahora tenemos una capilla que nos permite celebrar en un espacio más pequeño ciertas actividades que antes hacíamos en el templo principal.
Segundo, el monto del subsidio a las iglesias es de aproximadamente $6.8 millones anuales. Esto representa cerca del 1.7% de los más de $400 millones en subsidios que la AEE otorga cada año. El problema principal que enfrenta esa corporación pública es que instituciones gubernamentales, tanto municipales, estatales como federales, le adeudan poco más de $270 millones por consumo eléctrico.
Tercero, las iglesias reciben subsidios porque son consideradas como instituciones sin fines de lucro. La mayor parte de las iglesias protestantes y evangélicas en Puerto Rico ofrecen servicios gratuitos a la comunidad, tales como la repartición de alimentos, ropa y hasta de ayuda económica a familias en crisis. Algunas prestan sus instalaciones para eventos comunitarios auspiciados por municipios o por otras instituciones benéficas.
Si todo esto es cierto, ¿cuál es el problema? El problema es que en Puerto Rico hay unas pocas congregaciones que funcionan como negocios propios, ya que sus cuentas bancarias y sus propiedades están a nombre de sus líderes religiosos. Esto lleva a muchas personas a pensar equivocadamente que todas las iglesias son negocios que enriquecen a sus ministros.
Es triste escuchar comentarios errados y hasta injustos en contra de las iglesias. Un comentarista radial afirmó que en las iglesias protestantes cada feligrés tiene que cumplir con una “cuota” asignada. Eso no es cierto, dado que en la inmensa mayoría de las congregaciones protestantes se recalca que la donación de ofrendas debe ser un acto voluntario, que se hace con alegría. Las ofrendas son voluntarias, dadas en respuesta a las bondades divinas. Esto se basa en textos bíblicos tales como 2 Corintios 9.7: “Cada uno debe dar según se lo haya propuesto en su corazón, y no debe dar con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama a quien da con alegría”.
Del mismo modo, en la mayor parte de las iglesias protestantes y evangélicas los ministros no recibimos ofrendas personales ni administramos el dinero. Por ejemplo, las congregaciones de mi denominación eligen oficiales que administran el dinero y las propiedades, siguiendo pautas muy similares a las de cualquier otra organización sin fines de lucro. Ni pastores ni pastoras tienen acceso directo a los fondos de la iglesia. Cualquier gasto debe ser aprobado previamente por la mesa directiva (que en nuestro caso se llama Junta de Oficiales), ya sea como parte del presupuesto regular o como un gasto extraordinario. No se reembolsa dinero sin recibos correspondientes, no se permite el uso de fondos para cubrir gastos personales ni se permite el uso de artículos o vehículos de la iglesia para beneficio personal.
Finalmente, debo decir que las iglesias que sirven con tesón a la comunidad van a seguir trabajando a favor de nuestro pueblo. La ICDC en Espinosa cumple 88 años de servicio a Dios y a la comunidad. Comenzamos a predicar mucho antes del establecimiento de la vieja Autoridad de Fuentes Fluviales, que fue creada en el 1941 y que en el 1979 cambió su nombre a Autoridad de Energía Eléctrica. Si nos obligan a pagar la tarifa comercial, lo que sería injusto, pues la pagaremos. ¿Por qué? Porque tenemos que cumplir con la misión de predicar que el Reino de Dios se ha acercado para bendecir a la humanidad, en el nombre del Señor. AMÉN.
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El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez es el pastor de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en el Barrio Espinosa de Dorado, PR. http://www.drpablojimenez.com y http://www.prediquemos.net.