La muerte gobierna en Palestina
El conflicto entre el Estado de Israel y el pueblo palestino es uno de los más agrios de nuestros tiempos. Entender este conflicto es prácticamente imposible, dado que sus orígenes se hunden en los tiempos bíblicos pero pasan por la disolución del Imperio Otomano y llegan a la creación de los estados árabes modernos.
Repasar esta historia sería largo y, hasta ciento punto, innecesario. El hecho es que hoy el Estado de Israel controla los dos territorios donde vive el pueblo palestino: Cisjordania y la Franja de Gaza. Más de 4 millones de personas viven hacinadas en estos dos terrenos ocupados por el ejército israelí. Y si digo “hacinadas” es porque se estima que en estos territorios viven cerca de 650 personas por kilómetro cuadrado.
El conflicto moderno entre el pueblo palestino y el Estado de Israel resurge a principios del Siglo XX cuando grupos israelíes reclaman lo que veían como su hogar ancestral. La guerras que llevaron a la creación del Estado de Israel y los conflictos que surgieron después crearon la situación contemporánea, donde el Estado de Israel controla la vida de estas 4 millones de personas palestinas.
La vida diaria de las personas que viven en los territorios ocupados es poco menos que infernal. Para poder entrar o salir de estos territorios, es necesario pasar por distintos puntos de cotejo donde el ejército israelí examina los documentos de identidad de cada persona, incluyendo las extranjeras. Además, las personas palestinas no gozan de los mismos derechos civiles y ciudadanos que el resto de la población israelí.
El conflicto presenta una situación imposible tanto para el Estado de Israel como para la Autoridad Nacional Palestina, nombre de la organización que oficialmente representa al pueblo palestino. Es imposible para Israel, porque ni puede asimilar a los 4 millones de palestinos como ciudadanos regulares del Estado de Israel, ni puede forzarlos a irse de los territorios ocupados. El ejército de Israel no puede invadir estos territorios, ni tampoco los puede ceder a algún otro estado cercano. La única solución es que la comunidad Palestina alcance algún tipo de gobierno autónomo, que le permita regir su propio destino. Repito, la única situación es formar dos estados autónomos: Israel & Palestina.
Sin embargo, las divisiones entre el liderazgo palestino hace prácticamente imposible la tarea de formar un gobierno de unidad nacional. Mientras la Autoridad Nacional Palestina es el gobierno oficial de esta comunidad, el grupo llamado Hamás domina gran parte de estos territorios ocupados. El contraste en los enfoques de estas dos organizaciones es inmenso. Mientras la Autoridad Nacional Palestina, dirigida por Mahmud Abbás, reconoce el derecho a existir del Estado de Israel y rechaza la violencia, Hamás busca la destrucción de Israel por medios violentos. Hamás sabotea los esfuerzos de la Autoridad Nacional Palestina y mina el liderazgo de Abbás.
El liderazgo de Hamás ha sido tan torpe que ha perdido el respaldo de los estados y las organizaciones que otrora les ayudaban. Hamás surgió con el respaldo de la Hermandad Musulmana de Egipto y de Iran. Hoy el gobierno de Egipto le ha quitado todo respaldo a Hamás, quien también se ha distanciado de Iran. Hamás también ha roto relaciones con Siria, Hezbollah y con ISIS, la nueva organización de la cual escribiremos próximamente. Sólo Qatar y Turquía apoyan a Hamás en este momento.
A pesar de vivir un momento de gran debilidad, Hamás decidió comenzar una campaña para bombardear el territorio de Israel con versiones caseras de cohetes chinos. Gran parte de esos cohetes son destruidos en el aire, gracias a las armas defensivas de Israel. Sin embargo, los más de 900 cohetes que han lanzado destruyen propiedades, hieren gente inocente y siembran el terror.
Quizás por el poco apoyo internacional a Hamás, la respuesta del Ejército Israelí ha sido desmedida. Mientras los palestinos atacan con armas caseras, los israelitas tienen las armas más avanzadas a su disposición. Los ataques del Ejército Israelí han sido constantes. El problema es que cerca del 70% de las personas que mueren en esos ataques son civiles inocentes, dado que Hamás acostumbra esconder sus armas en áreas residenciales.
Recientemente un representante de Hamás exhortó por medio de CNN al pueblo palestino a permanecer en sus casas, lo que el gobierno de Israel entendió como una exhortación a ser “escudos humanos” para sus cohetes. Acciones como estas han llevado a Ban Ki-moon, el Secretario General de las Naciones Unidas, a condenar a ambas partes en el conflicto, demandando un cese al fuego inmediato.
Israel debe comprender que su respuesta ha sido desmedida y que está erosionado el respaldo internacional a su causa. Además, debe comprender que tanto la represión diaria que vive el pueblo palestino como los bombardeos que lleva a cabo en las áreas urbanas solo alimentan el odio que lleva a la juventud palestina a tomar posiciones radicales. La forma más efectiva de atajar el crecimiento de los grupos radicales en los territorios ocupados es mejorando la calidad de vida del pueblo.
Esto es crucial porque Hamás tiene muchos puntos de contacto con ISIS, aunque se distanciaron recientemente por los ataques de ISIS al régimen sirio dirigido por el presidente Bashar al-Assad. Tanto Hamás como ISIS se definen como parte de la secta “suni” y ambos desean establecer un califato que gobierne la vida de todas las personas árabes tanto en la región como en el mundo. ISIS es el grupo más peligroso en toda la región. Lo menos que Israel necesita es que Hamás haga una alianza con ISIS, lo que causaría violencia sin precedentes en el área.
Por todas estas razones, el gobierno de Benjamín Netanyahu debería buscar un cese al fuego inmediatamente. La muerte no debe seguir gobernando en Palestina.
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El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez es el pastor de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en el Barrio Espinosa de Dorado, PR. http://www.drpablojimenez.com y http://www.prediquemos.net.