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Obama le da la razón a Trump

La reanudación de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos (EEUU) se festejaron como un cambio drástico en la política internacional entre América e Iberoamérica. Los Castro recibieron a un presidente americano por primera vez en décadas. Barack Obama se dirigió a los jóvenes cubanos en La Habana y dio un mensaje optimista. Activó la esperanza de los cubanos como Pandora al cerrar la Caja. Eso les dejó Obama, la esperanza de que habrá cambios significativos en Cuba.

A raíz de esta nueva relación, Cuba abrió una embajada en Washington, DC., y le solicitó al presidente de EEUU que no continúe con la práctica de dar asilo político a los balseros cubanos. Debido a que actualmente EEUU no denuncia que hay un problema político grave que requiera de otorgar asilo a los cubanos, Obama ordena deportarlos como se hace con cualquier inmigrante ilegal; acabó con la política de “pies secos, pies mojados”.

Para Obama, los cubanos son como los mexicanos y los centro y suramericanos. Todos son ciudadanos de estados soberanos con un potencial para el desarrollo económico y político. Las repúblicas y las democracias iberoamericanas tienen la capacidad de resolver sus problemas por sí mismas.

Donald Trump propone que se debe detener la inmigración ilegal y promover la inmigración legal. Parece que Obama coincide con él. Ambos manifiestan que EEUU no tiene porqué dar privilegios ni la ciudadanía a inmigrantes ilegales. Consideran que los países de Iberoamérica son responsables por mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos y que cada pueblo debe trazar su propia ruta.

Sin embargo, es de esperar que Trump reevalúe el caso de Cuba y de los inmigrantes cubanos. La negociación sin precondiciones que hizo Obama con el gobierno cubano no forma parte de los principios que guían a Trump. Para el nuevo presidente es necesario revisar todas las “negociaciones” para renegociarlas en los casos que lo ameriten. Si en Cuba no hay reformas políticas que desemboquen en mayor libertad, los exiliados cubanos estarían en posición de solicitar asilo político.

La bola está en la cancha de Trump. Obama lo puso en una posición incómoda, pero a la vez le hizo un favor. Le dio un argumento para evaluar los casos de inmigrantes de acuerdo a la realidad política del país de donde provienen.

Obama debió dejarle a Trump la decisión sobre la orden ejecutiva de “pies secos, pies mojados”, pues ya va de salida. Esta imprudencia no impide que se retome esta política. La ironía que surge de que Obama deje de recibir a inmigrantes cubanos pasó a ser un lugar común con Trump. Le prepara el camino para que inicie su política de deportaciones de inmigrantes ilegales. Sin querer queriendo, le abrió paso a uno de los asuntos primordiales de quien juramentará el 20 de enero de 2017 como el nuevo presidente de EEUU.

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