Desprendernos para ascender
Con la palabra desprendimiento resumía su vivencia actual un participante del Taller de Crecimiento Personal que ofrecimos en esta semana a un grupo de personas de la Incubadora Surcos de los Centros Sor Isolina Ferré.
“Así he tenido que aprender a vivir, con desprendimiento, luego de perder mi trabajo y estar a punto de perder mi vivienda”. Su frase laacompañó con una mirada profunda como buscando en la mía el aliento para no rendirse. En su deseo de seguir encontrando alternativas llegó a matricularse en la Incubadora Surcos donde especialistas en desarrollo económico comunitario ofrecen acompañamiento y orientación en el establecimiento de microempresas.
Sin dejar de mirarme a los ojos me narró como se ha ido desprendiendo de sus objetos de valor hasta llegar a vender por debajo del costo su colección de monedas a la cual le tenía un gran aprecio. Aprender a desprenderse ha sido su consigna para lograr no perder su balance emocional. Me pareció tan llena de sabiduría la lección que este participante me ofrecía desde su sencillo espíritu de fe y lucha. En estos tiempos de crisis toca plantearnos si seguimos aferrándonos a lo material que se ha vuelto el centro de la vida o aprendemos a soltar y a vivir sin apegos para descubrir otras fuentes de subsistencia.
Desprendernos de los patrones de consumo desmedido, de las comodidades y placeres que para muchos son lujos inalcanzables en otros puntos del planeta. Desprendernos de los falsos orgullos y las máscaras del poder económico que endiosa el dinero a nivel de seguir llevando a muchos a perder la dignidad y la libertad al ceder a la corrupción rampante que se roba lo que es todo el pueblo. Ciertamente que para que nazca lo nuevo hay que desprenderse, dejar morir lo viejo.
Luego de un día en el que compartimos herramientas de superación desde la vida misma y el manantial que todos poseemos, el amigo emprendedor salió hasta su vehículo y regresó con una bolsa de paletas dulces que repartió desprendidamente entre los que allí estábamos. Ofreció no una sino dos paletas a cada persona. Un hombre que atravesando una gran prueba se sigue desprendiendo y comparte de lo que tiene sin medidas.
Yo termine el día cuestionada sobre la gran responsabilidad que tenemos aquellos a quienes nos toca recibir, acompañar y ayudar a descubrir caminos a nuestros hermanos y hermanas puertorriqueños que ante esta debacle acuden a nosotros en búsqueda de esperanzas. Todas las ONG que contra corriente, sin pagos y con más obstáculos cada día seguimos siendo voz de aquellos a los que el sistema sigue acallando.
Y terminé la jornada llena de las muchas potencialidades de estos participantes de la Incubadora Surcos que confío lograrán sus sueños. Saboreando la paleta reafirmé lo que aprendí con este maestro, mientras contemplaba el horizonte que nos sigue invitando a ascender a nuevas realidades y que solo desde la práctica del amor solidario hecho acción lograremos alcanzar.
lortriz@csifpr.org