En medio de Erika, en duelo por Allison, Adam y Vester
Todo pasa demasiado rápido en este tiempo de comunicaciones cibernéticas. Mientras ya casi ni nos acordamos de Danny y tenemos nuestra atención puesta en Erika, yo sin embargo, todavía estoy procesando el asesinato de los dos periodistas, Allison Parker y Adam Ward -a manos de un tercero, Vester Flanagan – que ocurrió el miércoles en Virginia.
Todavía no boto el golpe de haber visto el video donde el mismo asesino se grabó realizando su matanza. Luego de subir el video a las redes, se suicidó de un tiro en la cabeza y fin de la historia, para ellos, pues para los demás se convierte en parte de la cadena de sucesos que nos desgarran el alma y que seguimos cargando como humanidad.
Muchas explicaciones, teorías, opiniones del por qué de dicha conducta. Al parecer tiene que ver -según un comunicado que escribió- con discrimen en el trabajo por ser negro y homosexual. Pero ciertamente lo que queda claro es el nivel de disfuncionalidad y locura -sí locura- que se sigue viendo en los diversos sectores de la sociedad allá y aquí. Conductas que nos van dando alerta de que estamos en un huracán categoría cinco, en cuanto a salud mental se refiere. Pero nos consternamos, nos lamentamos por un rato y pasamos la página como si la historia no quedara grabada en nuestro inconsciente colectivo. Esta y todas las historias de crímenes de odio, guerras y asesinatos en sus muchas manifestaciones.
Está prohibido olvidar, decía una frase de mis años de juventud. Pero que pronto olvidamos en este tiempo, donde el comercio del dolor humano nos ha ido deshumanizando, y vamos de una tragedia a otra sin detenernos en ninguna. Vamos perdiendo esa conexión natural con los demás -con la que venimos al mundo- donde somos uno con todo ser viviente. Lo que le quita vida a otro humano me la quita a mí y así sucesivamente. Podría decirse que nos vamos muriendo en vida cada vez que muere otro ser humano, no importa en cual punto del planeta ocurra.
En medio de la llegada de Erika, me permito quedarme un tiempo en este duelo, reafirmar convicciones del camino de desarrollo interior que hay que seguir buscando como humanidad. La esencia humana que es amor, y que hemos ido perdiendo en medio de un mundo deshumanizante y mercantilista. Hoy también vienen a mi mente todos los que luchan por una civilización nueva, veo sus rostros, sus gestas y me lleno de su esperanza.
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