Dos mujeres, dos lecciones
El otro día me encontraba sumida en mi lamento borincano ante lo incierto del panorama que nos rodea como país. Rumiando la quiebra, los millones de las deudas y sintiendo la indignación ante la amenaza de cierre de quienes sostienen a las poblaciones más vulneradas del país.
Precisamente en esos días pasaron por mi Taller dos mujeres que me sacudieron el pesimismo. La primera una joven dominicana, residiendo sola en la isla, víctima de violencia doméstica, que desde un albergue se está abriendo camino. Conversando sobre su historia de cómo llegó a Puerto Rico pude comprobar las amargas travesías que siguen atravesando nuestros hermanos dominicanos en búsqueda de oportunidades para una vida mejor. Al preguntarle si no pensaba en regresar a su país con su familia, con gran seguridad me comentó que pese a lo que le ha pasado, ella no se va de Puerto Rico. Que aquí se va a seguir abriendo camino hasta lograr su superación.
No pasó mucho rato ese mismo día cuando pude conversar con otra mujer méxico-americana que lleva poco tiempo residiendo en Puerto Rico y ya se encuentra encaminándose a montar una pequeña empresa. Con ojos brillosos me narró lo bien que le va en nuestro país. Todos los cursos gratuitos –incluyendo yoga y huertos caseros- que ha tomado. Los muchos Talleres que como el nuestro los municipios le ofrecen a la gente para ayudarlos a superarse y como la gente no los sabe aprovechar. Conversó abiertamente sobre cómo vive su vida con gran sencillez y de todas las posibilidades de desarrollo que ve a su alrededor pero que nos falta como pueblo lo más importante: unirnos. Pues sin unión no vamos a poder afrontar las difíciles realidades que toca transformar. Yo simplemente escuché manteniendo el corazón abierto para entender y recibir.
Dos mujeres que no son de aquí pero desde aquí ven un mundo de posibilidades. Dos lecciones sencillas pero llenas de gran sabiduría. La primera no se va, se queda y luchará hasta lograr encaminarse. La segunda habla de unión como vía para solucionar los problemas del país, no habla de presupuestos y deudas. Al contrario habla de lo que sí tenemos como país y de lo que se podría lograr si nos uniéramos.
Yo sigo encontrando en los seres que me rodean las más profundas respuestas y valor para seguir la siembra. Quizás todo se trate de eso, de vencer el individualismo que nos ha instalado el sistema para separarnos, dividirnos y seguir derrotándonos. Unirnos para compartir la carga, para crear nuevos espacios que edifiquen el país. Atrevernos a unirnos para descubrir que es posible encontrar juntos el nuevo sendero. Mi reconocimiento a todos los que se siguen convocando y creando alianzas para crear una sola voz y juntos sacar adelante nuestro país.
(La autora es Trabajadora Social y Directora del Instituto para el Desarrollo Humano a Plenitud de los Centros Sor Isolina Ferré, empresa social que se dedica a la sanación de heridas y la formación sico-histórica-espiritual mediante Talleres de Crecimiento Personal 787-375-7854)
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