Hay que hacer algo con la vida
Pero ¿qué?, me preguntaba una jovenque no encuentra muchas razones para la alegría en medio de un mundo que parecetodos los días agonizar un poco más. ¿Qué hacer con la vida en medio de estesin sentido en el que vivimos?
Con gran sencillez me comentaba: hay doslugares entre los cuales elegir pararse. O me enajeno en “linvin la vida loca”,jangueo, sexo, shooping, botella y el concert life y ahí paso los días, unotras otro, llenos de un placer pendejo que no llena, o me dedico a alguna causa, a combatir elsistema abusivo y explotador, a denunciar la injusticia, a marchar con lascaravanas de todos los que siguen siendo atropellados diariamente. Si me dedicoa lo último -me decía- estoy segura de que viviré con una sensación de sentido,de hacer lo correcto, pero con el corazón rondando la tristeza al abrir misojos a esa realidad deshumanizante que hace que el mundo agonice.
En esa reflexión me dejó una joven quese ha dado cuenta de las trampas enajenantes que el sistema nos sirvediariamente para que no pensemos ni actuemos colectivamente; que se ha dadocuenta también de que la vida -si no se vive con sentido- se pierde en el sinsentido que lleva a situaciones que vemos todos los días en suicidios -alrededor de seis la semana pasada-depresiones y otros males que van lacerando poco a poco la dignidad de laspersonas.
Pensando en la respuesta a la preguntade esta joven, vino a mi mente el amigo que reparte el periódico local por mivecindario los viernes. Hace un tiempo lo saludé y le comenté “como cada viernes, en tu ardua tarea”. Se mequedó mirando fijamente con su cara llena de sudor y me comentó “una tarea que disfruto”. Conversó algunascosas con mi esposo y continuó su paso sereno hacia las otras casas cargando subolso lleno de periódicos. Me di cuenta de que ciertamente disfruta su tarea,mientras reparte el periódico conversa con la gente, regala sonrisas, ofrececonsejos.
He descubierto que lo que da sentido ala vida, lo que nos permite disfrutar sanamente, comprometernos con un proyectohistórico de cambio social, en fin, lo que nos permite alcanzar laarmonía, es reconocer lo que somos comopersonas, lo que es nuestro ADN, nuestra esencia. Todos llegamos al mundo conun algo que nos hace únicos y nos contesta la pregunta quién soy yo. Tenemosuna identidad propia. Poseemos cualidades, talentos, habilidades que nospermiten tener victorias, superar tropiezos, amar aunque no hayamos sido bienamados. Tenemos en nuestro ser la capacidad de resiliencia, esa fuerza que nospermite -en medio de la vida cotidiana- levantarnos de las caídas, volver acomenzar, superar los tropiezos y dolores.
A diferencia de otras especies de lacreación, el ser humano tiene eso que conocemos como la conciencia, que no esotra cosa que un bastón que ayuda al corazón, a la vida, a caminar por senderosde bien, esa capacidad que nos permite discernir aquello que da vida y aquelloque la quita en nosotros y en los otros. Pero si esa conciencia no se forma envalores, no se crece en acciones de bien, se nubla y terminamos en elrelativismo en que vivimos donde todo parece ser bueno. Ejemplo, la corrupcióndesmedida en la que el robo se ha convertido en norma a todos los nivelessociales.
Lo que es la esencia humana puededesvirtuarse en medio de las heridas de la historia de vida, de las mentiras enlas que hemos crecido que nos llevan a vernos a nosotros mismos, a Dios y almundo de manera distorsionada. Pero en la medida que liberamos y sanamosnuestras heridas, miedos, culpas, y falsas creencias, va brotando nuestra verdadera esencia que esde bondad y honestidad.
Cada día veo personas que viven desdelas riquezas de su manantial, que disfrutan la vida, se divierten, trabajan condedicación, sea repartiendo periódicos, preparando almuerzos, en diversasprofesiones y oficios. Personas que se dedican a obras sociales, a trabajar porel cambio. Personas que van creciendo su espiritualidad, sus valores, susentido de prójimo. Dan de su tiempo para ayudar a otros. Dedican de su tiempoa cuidarse a ellos mismos y a limpiar de ellos su vulnerabilidad, sus heridaspara seguir creciendo su vitalidad.
En resumen, le digo a esta joven quees posible la sana diversión sin enajenarse en el “livin la vida loca”, que esposible estar en medio de un mundo que no funciona y funcionar en medio de él.Vivir con criterios de vida, de bien y de verdad. Vivir con la certeza de queel bien siempre se abre paso en medio de las raíces del mal, de que podemos sercada día parte de esa cadena de bien y -como diría Sor Isolina Ferré- florecerdonde Dios nos ha puesto.