2018 año de acompañar y ser acompañados
Así llamo a lo que considero será un fuerte antídoto para ayudarnos a desarrollar fortalezas para lograr aquello que nos propongamos en el año que comienza y para afrontar las nuevas realidades de este país donde seguiremos atravesando grandes retos.
Después de María me di a la tarea de ofrecer a las comunidades unos espacios para manejar las tensiones y emociones asociadas al huracán. Utilizando técnicas de enfoque corporal y escucha atenta hicimos un recorrido por diversos municipios entre los que estuvieron Caguas, Bayamón, Guaynabo, Rio Piedras, Mayagüez y San Germán.
Ya estamos planificando el calendario para los próximos talleres pues nos siguen llamando ante la necesidad que sigue teniendo nuestra gente de canalizar las muchas sensaciones y emociones por lo vivido durante y después de María.
Luego de caminar durante más de diez semanas por los pueblos, conversando y escuchando a la gente, estoy convencida que para lograr mantener el equilibrio emocional que nos requerirá echar adelante este país necesitamos acompañamiento, necesitamos escuchar y ser escuchados.
Una herramienta de gran ayuda para canalizar y descubrir respuestas ante los eventos que vamos viviendo es la de la escucha atenta.
La práctica de la escucha atenta es un movimiento que se está llevando a nivel mundial que busca que logremos entrenarnos para aprender a escuchar de modo nuevo y acompañar con nuestra sola presencia. Escuchar con atención significa escuchar sin juzgar, sin interrumpir, sin aconsejar.
Escuchar con atención significa abrir el corazón para ponerse al lado del otro buscando entenderle, conectando con el ser desde la mirada, permitiendo que el otro exprese lo que siente y vive sin pretender guiarle o cambiarle.
Se ha descubierto que quienes son escuchados de modo atento logran escucharse a sí mismos y descubrir sus propias respuestas, es decir, su sabiduría interior. Ser escuchados con comprensión nos permite aceptarnos con nuestras debilidades y acogernos en la medida que otro nos acoge.
Ser escuchados y escuchar resulta una práctica sanadora para ambas partes pues quien regala su escucha recibe de modo misterioso respuestas que le ayudan en sus propios procesos.
Lo hemos visto claramente en los espacios de trabajo con las comunidades y grupos durante este tiempo post María. En la medida que las personas dejan salir su empatía y transmiten el amor solidario regalando su presencia acompañante, compasiva y comprensiva se convierten en canal de ayuda para el otro.
No es complicado y ofrece fuerzas a quien escucha y a quien tiene el espacio de ser escuchado. En tiempos tan ruidosos, de tanto bombardeo de mensajes y recetas para vivir mejor, vale la pena regalar la escucha. Se puede practicar en la calle, el trabajo, oficinas médicas etc. Sobre todo es una herramienta muy saludable para la vida familiar.
Recomiendo identifiques una persona que durante este 2018 sea tu acompañante. Puede tener destrezas profesionales (puede ser un coach, psicólogo, consejero, asesor espiritual etc.) Si no tienes los medios económicos, puede ser alguien con quien te pongas de acuerdo para que practiquen juntos la escucha comprensiva cada dos meses o con mayor frecuencia. El tema a dialogar lo establece la persona que desea ser escuchada. Esta práctica ha demostrado ser efectiva aún entre personas desconocidas. Te invito a probarla y verás.
Entramos en un nuevo año que será duro, de eso no tengamos duda, y toca incorporar prácticas de buen vivir que permitan renovar las fuerzas y descubrir la sabiduría interior que vino con nuestro paquete de herramientas.
Que este año sea uno de acompañar y ser acompañados, de escuchar y ser escuchados. Ciertamente desde la presencia comprensiva del otro somos más fuertes y nos abrimos al descubrimiento de nuevas respuestas.
La autora es Trabajadora Social y dirige el Instituto para el Desarrollo Humano a Plenitud, empresa social de los Centros Sor Isolina Ferré, donde se ofrecen talleres y acompañamiento dirigidos al crecimiento personal.
lortiz@csifpr.org