Esperanza que no defrauda
No puedo dejar de escribir sobre la esperanza que no defrauda, esa que hoy más que nunca tenemos que alimentar para llenarnos de la luz que se sigue mostrando en medio de las sombras de estos tiempos. Esa frase -de Sor Isolina Ferré- es la mejor declaración que recoge lo que es la obra que esta religiosa inició hace cincuenta años y que sigue siendo sostén para muchos.
De modo especial Sor Isolina siempre tuvo una especial dedicación por la juventud, particularmente por aquellos que se les han negado las oportunidades para alcanzar una vida plena. Ayer celebramos la graduación de 129 jóvenes que llegaron a las escuelas alternativas de los Centros de San Juan, Ponce y Guayama en búsqueda de la meta académica de su cuarto año.
Allí estuve con ellos, compartiendo sus logros. Fue inevitable que las lágrimas se me escaparan al verlos desfilar, al escucharlos testimoniar cómo en los Centros lograron transformar su camino y encontrar el rumbo que muchos habían perdido. Soy testigo de esos cambios pues tengo la misión de acompañar a estos jóvenes en los procesos de Convivencia. La Convivencia es un espacio donde trabajamos para sanar y transformar el dolor de la historia y descubrir las potencialidades. Muchas de esas historias han tenido que ver con abandono, falta de amor, abuso y narcotráfico entre otros lastres sociales que para muchos son considerados imposibles de superar y que nosotros ofrecemos evidencia -investigada científicamente- de que es posible superar.
Ciento veintinueve vidas tocadas por las herramientas constructivistas que se utilizan en los Centros bajo un modelo multimodal que en principio trabaja con el interior y las heridas de la autoestima para desde ahí acompañarlos a descubrir lo que son capaces de ser y hacer. Ayer presenciamos los testimonios del cambio y la superación. Meses antes acompañé muchas de las lágrimas de esos mismos jóvenes mientras liberaban aquello que los tenía atados a un pasado doloroso que pudieron comenzar a reescribir.
No me cabe dudas de estos jóvenes seguirán tras sus metas y serán parte de la fuerza que renovará este país. Lo que no logro conciliar es cómo se esté hablando de recortar la aportación que el Gobierno ofrece a las 13 escuelas que hay en Puerto Rico de la Alianza para la Educación Alternativa, donde se atienden a los participantes en comunidades de aprendizaje que responden a sus necesidades sico- educativas para ayudarlos a alcanzar la vida plena a la que todos tenemos derecho.
La educación para los jóvenes que abandonan la escuela definitivamente debe ser considerada una actividad esencial por el Gobierno y la Junta de Supervisión Fiscal si de verdad queremos apostar al futuro que todos aspiramos para nuestro País.
Hoy celebro los logros de nuestros jóvenes quienes junto a los de PECES, Nacer, Aspira y Nuestra Escuela en estos días abrazan esa estrella que muchos pensaban no lograrían alcanzar.
lortiz@csifpr.org