Les pido perdón por lo que hice
Es obligado escribir y reflexionar sobre esta nueva lección que se nos sirve en bandeja de oro por el atleta de la delegación boricua, Javier Culson. Un atleta de gran calibre del que nos sentimos orgullosos.
Obligado escribir sobre la urgencia de seguir modelando y capacitando a nuestros jóvenes y a nuestro pueblo sobre el manejo saludable de las emociones, esas que nos pueden llevar a la victoria o la derrota dependiendo de cómo las sepamos manejar. El jueves pude ver los rostros de varios jóvenes en una escuela que visité y resultaba agónico ver esas expresiones como si el mundo se hubiese acabado ante la descalficación de Culson. Es menester de cuántos trabajamos con la salud emocional de nuestra gente, que sigamos proponiendo rutas para que cada día logremos afrontar los retos de la vida desde la sana autoestima y el reconocimiento de que el error es parte del aprendizaje. Los retos que siempre acompañarán caminar y que encierran triunfos y derrotas como hemos visto en estas olimpiadas.
Lo que me detuvo casi hasta paralizarme -mientras veía la entrevista a Culson- fueron estas palabras en medio de sus lágrimas “les pido me perdonen por esta m… que hice”. Ahí está el oro que Culson nos regala en esta competencia. Con humildad y franco dolor pudo reconocer su equivocación y hacer expresiones para su país que lo estaba acompañando en ese momento de gran prueba. Con sus expresiones nos muestra lo que es un verdadero campeón, un héroe. De esos que esta patria necesita. Y aclaro, no es el uso del lenguaje si no lo que ese lenguaje representa en medio de ese momento; sobre todo el reconocimiento -con palabras de pueblo- de su equivocación.
Mientras lo escuchaba y compartía sus lágrimas, admiraba la valentía en medio de su frustración. Hice un rápido recuento de cuántos “les pido me perdonen” he escuchado en este país en los pasados años por parte de muchos de los líderes a quienes hemos confiado esta patria y nos han llevado a la derrota, sin mostrar el mínimo arrepentimiento. Pocos han hablado con tal sinceridad sobre las equivocaciones de las malas decisiones que han tomado al representarnos en la carrera de dirigir nuestro país.
Celebro el oro que Culson nos regala. Nos detiene por un momento -y cómo nos detiene- para plantearnos cosas medulares en este proceso que llevamos como país. Preguntarnos cómo vamos a seguir atravesando el tiempo de crisis. Desde la búsqueda de euforias que nos enajenen, desde la parálisis que no nos permita actuar o desde el actuar impulsivamente. Desde la depresión colectiva ante los fracasos que cargamos como sociedad. Interrogantes que cada Puertorriqueño debe hacerse para que el oro que Culson nos regala cuente.
Sobre todo veo la invitación que nos hace de aprender a reconocer y pedir disculpas por la m… que hemos hecho o seguimos haciendo a nuestro país. Solo reconociendo los errores se puede aprender lo que nos enseñan y descubrir las nuevas rutas.
La victoria de Javier al igual que la de Mónica y la de cada atleta de nuestra delegación son victorias cargadas de lecciones. Hagamos que esas lecciones se tornen en antorcha para las verdaderas olimpiadas; las de la vida.
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