Superar el cautiverio
Con una soltura que reflejaba liberación, unida a un cabello largo hermosamente peinado, ropa combinada con colores negros y dorados, un collar doble con imitación de perlas blancas – que en ella parecían originales-, y un maquillaje que parecía de artista. Así llegó al segundo día de taller una mujer que una semana antes había comenzado su participación en una secuencia de talleres para mujeres jefas de familia.
Inicialmente pregunté si era una nueva integrante del grupo, cuando logré reconocerla la abracé y celebré esa transformación que se notaba venía de lo profundo del ser. Precisamente una semana antes esta mujer, de unos veinticuatro años, llegó a nuestro espacio con la mirada cabizbaja y postura encorvada que gritaba “no me mires”. Su dolor se podía percibir a distancia y su poca expresividad reflejaba como si estuviese atada, reprimida, secuestrada.
Todos quedamos impactados cuando en uno de los ejercicios de apertura, comenzó a hablar de su vía crucis. Narró cómo hace un tiempo fue secuestrada y mantenida en cautiverio por varios años, violada, maltratada por un individuo que abusó de ella incansablemente, hasta que logró escapar con un bebé que procreó de ese ultraje. Una de esas historias que hemos escuchado y visto en las noticias, pero que pareciese que en Puerto Rico no ocurren. Pero sí ocurren, al igual que otras situaciones de abuso, golpes físicos y sicológicos que muchas personas atraviesan y callan, guardando todo el dolor en el interior. Dolor que se convierte en ira, culpa, miedo y va consumiendo la vida lentamente.
Fue conmovedor presenciar el despertar de esta vida tan golpeada en su historia. Escuchar cómo el espacio del Taller le permitió encontrarse consigo misma, manejar sus sentimientos y definir lo que desea alcanzar para escribir la nueva historia de su vida. “Estoy decidida a impactar la humanidad y brindar lo mejor de mí, realizándome como trabajadora social y dar charlas motivacionales”, con esas palabras finalizaba la experiencia que va dirigida precisamente a sanar el dolor que paraliza y canalizar las emociones que roban la paz interior. Nos compartía de los pasos que está dando para completar su preparación en trabajo social y sacar adelante a su criatura.
Seguimos comprobando que solo desde el interior restaurado, es posible escribir los nuevos capítulos de la historia. De la historia personal y la colectiva, la que tiene que ver con recuperar este país de su propia herida económica y social.
Nuestro país sigue sumido en alimentar la derrota, en medio del caos creado por manos en las que hemos confiado. Quizás haya que empezar a confiar en otros y otras que reconstruyan desde los escombros. Puertorriqueños -de otros sectores sociales- con grandes capacidades que tienen deseos de aportar al país desde lo que viven y predican con su propio ejemplo.
Por hoy yo me quedo con la presencia de esta admirable mujer que al pararse frente al grupo a narrar su vivencia, puso en pie a nuestra patria, puso en pie a todos los boricuas que se siguen levantando cada día a crear. Por hoy, miro el presente y el futuro desde la esperanza que me regala quien pudo superar su propio cautiverio y nos dice que si queremos podemos superar el de nuestro país.
(Los días del 28 de abril al 1 de mayo, ofreceremos un Taller de Crecimiento Personal para mayores de 21 años. El Instituto para el desarrollo humano a plenitud es una empresa social dirigida al promoción humana desde lo sico-histórico-espiritual. Para más información llamar al 787-374-6919, 787-903-2002, 787-375-7854).
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