Hay cosas y hay cosas. Hay personas y hay algunas que por momentos no sé si llamarlos personas, humanos, seres pensantes con capacidad de amar. El otro día me encontré con una que pareciera vivir en el mundo que se quedó atrás hace mucho tiempo, donde era válido disertar abiertamente de modo discriminatorio y estereotipado. Aquel mundo donde se culpaba a los pobres de las calamidades del país. Donde se decía que a las mujeres les gustaba que las golpearan u otros comentarios que denotaban abiertamente discrimen.

Quedé con mi boca abierta cuando en una oficina de médicos escuché a una mujer, de apariencia profesional, –de esas que llevan maletines con ruedas- decir que los que roban y asaltan y que los culpables de los delitos en este país son los que viven en los caseríos. Hasta nombró un residencial público, con ira en su voz, y profirió toda una serie de comentarios despectivos como que “a esa gente no le importa que haya racionamiento, ni las cosas que pasan en el país”, “que Muñoz Marín se equivocó en su plan al mezclar los pobres con los otros de la sociedad”.  Por ahí siguió con su avalancha de comentarios que encontraron foro en otros pacientes de esos que van a las salas de médicos a alimentar el chisme.

Llegó el momento en que no aguanté más tanto improperio y me levanté comentando en voz alta que tenía que salir de aquel lugar, pues no podía seguir escuchando aquella conversación. Fui a caminar un poco y a mi regreso había un silencio total y la dama se había ensimismado en su móvil.

Salí de aquella oficina pensando en el Puerto Rico que soñaron personas como  Luis Muñoz Marín, Luis A. Ferré, Albizu Campos, Sister Isolina Ferré y otros líderes del pasado y del presente que desde sus ideales han buscado mejores condiciones para todos los puertorriqueños.  Salí de allí repasando quiénes han sido responsables de los grandes desfalcos y delitos que se han cometido y se siguen cometiendo en esta patria. Salí de allí pensando en la quiebra del país y en que, aunque no lo dijo, me imagino que la señora piensa que los pobres son también responsables.

Trabajo desde hace 25 años con gente de los residenciales, de los barrios y he tenido las mejores experiencias de solidaridad y fraternidad entre ellos. Tengo amigos que se han criado en algún caserío y hoy son profesionales de valores y ética intachable. También conozco aquellos que se los traga la calle y por razones diversas comienzan desde temprano a delinquir. Así mismo conozco otros que no son del caserío y que igualmente son atrapados por el mundo del el narcotráfico o la delincuencia. Veo todos los días testimonios de superación, de desarrollo humano y me cuesta aceptar que todavía se hagan comentarios de este tipo.

Son multiples las razones para la violencia, para el crímen y otros delitos y en  no es posible aceptar este simplismo discriminatorio. Sobre todo en un tiempo donde ya no se habla de pobreza sino de empobrecimiento.  En un tiempo donde se sabe que la economía global excluye a más de 3000 millones de personas, mientras una minoría, que cabe en un avión, tiene riquezas ilimitadas a costa de la destrucción del planeta y la explotación de los grupos en desventaja.  Donde ya se sabe con estudios lo que origina y sigue agrandando la brecha entre ricos y pobres.

Espero que de alguna manera a esta mujer, y a todos aquellos que tienen creencias de este tipo les llegue su hora de abrir los ojos y ver el mundo tal cual es. El mundo que no podremos cambiar, mientras no entendamos cómo en realidad opera. Sobre todo que puedan darse cuenta de la dignidad y el valor inalienable que todo ser humano posee y que todos estamos llamados a respetar.

(La autora es Trabajadora Social y  Directora del Instituto para el Desarrollo Humano a Plenitud de los Centros Sor Isolina Ferré, empresa social que se dedica a la sanación de heridas  y la formación sico-histórica-espiritual mediante Talleres de Crecimiento Personal 787-375-7854)

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