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Una bomba en el PPD

El primer día de testimonio hoy de Anaudi Hernández en el juicio por corrupción que tiene cautivado al país tuvo el efecto de una potente bomba que cayera en medio de una reunión del Partido Popular Democrático (PPD), dejando en escombros el edificio donde se llevaba a cabo el encuentro y haciendo a los asistentes huir en estampida, cojos, mancos, tuertos, sangrantes y aturdidos.

Y, siguiendo con la analogía, podemos verlo como si, al disiparse la densa polvareda del bombazo, se viera a David Bernier, actual líder del PPD, todavía vibrándoles los tímpanos por el estruendo de la explosión, mirando espantado los escombros, preguntándose cómo podrá reconstruir la institución a tiempo para hacer un papel adecuado en las elecciones generales que son en, apenas, 71 días.

El mismo día en que Hernández describía la campaña de Alejandro García Padilla por la gobernación como una empresa en la que esencialmente se valía todo para allegar fondos, el presidente de la Cámara de Representantes, Jaime Perelló, renunciaba a su puesto, víctima también de este escándalo, y asegurando que fue forzado por coacciones contra sus fieles ejecutadas por allegados a Bernier.

Ambos desarrollos, que se produjeron básicamente a la misma vez, dieron la sensación de que el PPD tiene máculas por todas las esquinas y acentúa cuán empinada tiene la cuesta Bernier que ya, antes de esto, viene de atrás en las encuestas creíbles conocidas, incluyendo la que publicó hace dos semanas este periódico.

Hernández, cuyo testimonio, según su abogado Osvaldo Carlo, va a durar varios días, describió una operación en la que se recogían enormes cantidades de dinero en efectivo (el 75% de los recaudos, según su testimonio) con el propósito específico de violar los límites legales de aportaciones. Habló de una “pirámide” mediante la cual se recogieron cerca de $800,000 en efectivo que le fueron entregados, así mismo, en cash, al abogado Irving Faccio, director de la campaña política de García Padilla.

Bernier indicó ayer que su campaña empezó en cero y que no tiene ningún vínculo con los que recogieron dinero para García Padilla. Pero las irregularidades en la campaña del actual gobernador fueron al parecer tan rampantes y tanta gente participó de los esfuerzos en un momento u otro que a medida en que avanza el truculento relato de Hernández siguen cayendo por aquí y por allá nombres todavía vinculados al PPD, lo que obliga a Bernier a, en vez de poder hablar de sus propuestas, estar constantemente respondiendo preguntas sobre Anaudi Hernández.

Bernier, que ya tuvo que salir la semana pasada de su directora de campaña, Liza Ortiz, por esta haber sido mencionada como parte del comité de finanzas de Perelló se anotó, sin duda, un triunfo al lograr, con los métodos que fuera, la renuncia del presidente cameral, quien está metido hasta los hombros en este lío porque desde la Cámara de Representantes se arregló una subasta para beneficiar a Hernández, sin que él, según ha dicho, lo supiera.

Pero no había ni concluido la conferencia de prensa en la que Perelló anunciaba su renuncia, ni había tenido tiempo Bernier de congratularse por el logro, cuando empezó a tomar forma la próxima crisis que tendrá que resolver como consecuencia de este tremendo escándalo. Hernández dijo que él pagó deudas de campaña a la senadora de Mayagüez Mari Tere González, mientras ésta le ayudaba a cabildear sus nombramientos en el Senado.

Así pues, Bernier tuvo que dedicar mucho del tiempo de la conferencia de prensa en la que se suponía estuviese celebrando la renuncia de Perelló a responder preguntas sobre González, quien es candidata a la reelección. Bernier indicó que evaluará las imputaciones contra la senadora mayagüezana y, si lo considera meritorio, actuará “con rigor”, como la hecho con otros señalados del PPD.

También está rondando por ahí el tema del presidente del Senado, Eduardo Bhatia y de la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, a quien Hernández les celebró eventos de recaudación de fondos, sin que los dos beneficiados hayan hecho ninguna expresión al respecto.

La situación de  Bernier está haciendo recordar el calvario que vivió Carlos Pesquera en el 2000, cuando al tiempo en que aspiraba a la gobernación por el Partido Nuevo Progresista (PNP) tenía que estar enfrentando continuamente preguntas sobre las decenas de funcionarios de la administración de Pedro Rosselló, su antecesor, que eran arrestados por corrupción con una frecuencia que aturdía.

Bernier ha hecho del rigor, la pulcritud y la firmeza contra la corrupción su leit motif de campaña. Al paso que va esto vale preguntarse en este momento si, en los 71 días que quedan para las elecciones, tendrá tiempo de hacer la limpieza a fondo que quiere hacer y si encontrará un instante para hablar, al menos un poco, de lo que haría si llegara a ganar las elecciones.

(benjamin.torres@gfrmedia.com, Twitter.com/TorresGotay, Facebook.com/TorresGotay)

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