A los puertorriqueños decentes
Los puertorriqueños decentes recibimos un puño en el estómago que nos dejó sin aire el jueves 3 de diciembre de 2015, a eso de las 11:00 de la mañana, cuando la fiscal federal, Rosa Emilia Rodríguez, en conferencia de prensa, explicó el caso de corrupción contra el recaudador popular Anaudi Hernández Pérez y otros nueve hombres y mujeres, incluidos altos funcionarios de La Fortaleza, la Cámara de Representantes y la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados.
Quedó expuesto, en los actos que allí fueron descritos, lo más feo de la política boricua. Vimos cómo el mentado Anaudi corrió al Departamento de Estado apenas se produjo la victoria del Partido Popular Democrático para crear del aire compañías y, valiéndose apenas de un contacto, Luis Gerardo García Padilla, hermano del gobernador, empezar a saquear el raquítico tesoro público de Puerto Rico obteniendo contratos en áreas en las que no tenía ninguna experiencia.
Para lograrlo, compró bien baratos a varios funcionarios públicos a los que él mismo, desde la sombra, valiéndose del acceso irrestricto que tenía a La Fortaleza, había colocado en sus puestos, personajes estos sin dignidad que se desgraciaron ellos mismos, a sus familias y al país vendiéndose a cambio de cenas en restaurantes “chic”, bolígrafos, carteras y hasta pago de deudas en el Departamento de Hacienda y en el CRIM.
La legalidad de dichos actos será determinada, en su momento, por un jurado. Pero el País no necesita esperar a eso para adjudicar, desde ya, que es vergonzosamente inmoral lo que se les imputa a estos personajes. Los hechos en sí no están en disputa y si, al final, se determina que no se produjeron de la manera exacta en que se configura un delito federal, eso no le restará ni una onza al inmenso peso de la indignación que sienten hoy los puertorriqueños de bien.
Es que no es poco lo que pasó aquí. El País está en quiebra, pasando la vergüenza de no tener con qué pagar sus deudas. Los empleados públicos seguramente no cobrarán su bono de Navidad y es muy probable que dentro de poco les reduzcan su jornada. Los niños de educación especial siguen sin atenciones adecuadas. Los policías andan en patrullas destartaladas. Los enfermos mentales no tienen servicios dignos. Eso y mucho más. Y vemos en este caso cómo la mera amistad de Anaudi Hernández con el gobernador Alejandro García Padilla y su hermano le valió para saquear sin pudor el tesoro público.
El País está indignado y atónito. El país, sí, menos la clase política y sus acólitos en la opinión pública, que no han entendido, o no quieren entender, la magnitud de lo ocurrido y han reaccionado a esto, casi sin excepciones, de manera fría, como si fuera cualquier cosa. Que si lamentos, que si el que la hizo la pague, que otros antes lo hicieron igual o peor, vainas así.
García Padilla y el presidente de la Cámara de Representantes, Jaime Perelló, han reaccionado como si esto les hubiese pasado a otros. No, señor, esto les pasó a ellos. Anaudi Hernández tenía accesos porque era amigo de ambos. Una de las acusadas, Sally Hernández, de la que dice la fiscalía federal que se vendió por carteras, bolígrafos y cenas caras, trabajaba allí mismo, en La Fortaleza. En la Cámara de Representantes se arregló una subasta para que beneficiara a Anaudi Hernández. Otro acusado, Xavier González Calderón, era administrador de la Cámara y director de finanzas de la campaña de Perelló.
Esto pasó bajo las narices de ambos. Si no sabían, debían saberlo. Y si no sabían lo que debían saber, tienen que rendir cuentas y pagar políticamente por ello. No hay otra manera de ver esto. No hay más vueltas que darle. No se han dado cuenta o no quieren darse cuenta ninguno de los dos de que manifestar tristeza y decir que cooperan y que no son objeto de la pesquisa no es suficiente ni de lejos. Los dos le fallaron al país en este caso y no han hecho nada en los pasados días que demuestre que lo comprenden.
El gobernador, que evalúa su futuro político, dice que esto no formará parte de su decisión. Perelló dice que ordenó una auditoría sobre el contrato del cuadro telefónico que se le dio fraudulentamente a Anaudi Hernández y del cual se sabe hace tiempo que fue una patraña, que el cuadro nunca sirvió y que se le siguió pagando mucho después de que se supiera que era una porquería.
La vicepresidenta del PPD, Brenda López, pidió que se convoque a la Junta de Gobierno para meter en cintura al gobernador. Pero hasta la hora en que se escribe esta columna no había encontrado eco. Los representantes quieren reunir a Perelló para pedirle explicaciones, pero ni siquiera consideran retirarle la confianza para que siga presidiendo la Cámara.
El resto de la clase política está como los estadounidenses con las matanzas masivas: mucho lamento, pero cero compromiso para atender el cáncer que es para el servicio público el maridaje entre donantes y contratistas, que es la raíz de este problema.
Tres de los posibles aspirantes a la gobernación trataron el tema como si fuera cualquier otra controversia. David Bernier dijo que “se tiene que atender” el vínculo entre recaudadores y políticos, pero sin hablar de ninguna medida concreta.
Ricardo Rosselló dijo que hizo a su equipo firmar un compromiso anticorrupción, como si al que no le importa violar leyes estatales y federales le fuera a importar violar lo que diga un papelito así. Y Pedro Pierluisi se limitó a desvincularse de uno de los acusados, Javier Muñiz, quien tenía intenciones de aspirar a la alcaldía de Moca por el PNP.
Son comprensibles sus reacciones. Han vivido, o quieren seguir viviendo, del contaminado modelo de financiamiento de campañas políticas que una y otra vez aparece clavado como una estaca en el corazón de escándalos como este. Están a tiempo de rectificar, pero si los dejamos no hacen nada y siguen cebando en sus equipos de campaña a los Anaudi Hernández del futuro. Nos tocará, entonces, a los puertorriqueños decentes velar quién quiere hacer política pulcra y quién quiere seguir en el criadero de la corrupción.
Y actuar acorde con ello.
(benjamin.torres@gfrmedia.com, Twitter.com/TorresGotay, Facebook.com/TorresGotay)