Los círculos concéntricos
Los partidos políticos pueden compararse a una figura de círculos concéntricos. El círculo interno es el que alberga las mayores pasiones y adhesiones. Ahí es donde con mayor intensidad arde el fuego que alimenta las más encendidas pasiones de los miembros de ese partido. A medida que se pasa a los círculos externos, el calor disminuye. En el círculo exterior están los que se sienten vinculados al partido, pero no sienten el nivel de identificación ni la pasión de los que están en el círculo interior.
La situación en que está el Partido Nuevo Progresista (PNP) hace entender bien esta analogía. Habrá primaria en junio del año próximo entre Ricardo Rosselló, Pedro Pierluisi y, probablemente, Thomas Rivera Schatz. Casi todas las encuestas conocidas, y los indicios en la calle, señalan que Rosselló lleva una cómoda ventaja. Pierluisi marcha segundo, pero bajo el acecho de Rivera Schatz, quien no ha hecho oficial que vaya a ser candidato, aunque lleva tiempo comportándose como tal.
Rosselló es un joven científico de 36 años, sin ninguna experiencia gubernamental y muy poca en la empresa privada. Pierluisi, de 56 años, ha practicado el derecho por décadas, está en su segundo término como comisionado residente y antes fue secretario de Justicia. El senador Rivera Schatz tiene 49 años, fue presidente del Senado y fiscal.
Visto desde afuera, parecería inexplicable que los últimos dos tengan, en momentos en que el país afronta desafíos tan descomunales que harían parecer muy imprudente entregárselo a un persona sin experiencia, menos intención de voto que el primero. Pero cuando se mira con microscopio la contienda, se levantan las capas superficiales y se descifra el genoma de la disputa, no resulta del todo incomprensible lo que está ocurriendo.
Ahí es que entra en juego la analogía de los círculos concéntricos.
Rosselló irrumpió en el PNP con su apellido como bandera. Y su apellido, como se sabe, siempre le ha hecho tilín al corazón de los más apasionados seguidores de la Palma. A pesar de la corrupción que arropó su gestión, de la turbulencia de sus ocho años en el poder y de cómo se esfumó de la política tras ser decididamente derrotado en una primaria por Luis Fortuño en el 2008, el exgobernador Pedro Rosselló es la figura más influyente en la historia del PNP, después de Luis A. Ferré y, tal vez, José Celso Barbosa.
Pedro Rosselló modernizó al PNP, redefinió la lucha por la estadidad al convertirla en una gesta de derechos civiles, dejó obra que aunque tiene mucho que ver con las cuitas económicas de ahora es tangible y llevó al partido a ser, en 1996, el primero en superar la barrera del millón de votos. Todo eso lo convirtió en un icono, un inmortal del PNP
Con ese apellido como bandera, pues, su hijo Ricardo comenzó a hacer campaña prácticamente desde el día después de las elecciones de 2012. Ha estado durante los pasados tres años por los pueblos de la isla hablando de política y de partido con la gente que, a tanto tiempo de las elecciones, quiere hablar de esos temas. Estos son, por supuesto, los que viven y respiran palma.
Estos son el círculo interno.
Recientemente, Rosselló ha estado presentado poco a poco un plan de gobierno. Pero para el círculo interno eso no tiene gran importancia. La mayoría le había jurado lealtad antes de que hiciera una sola propuesta.
Pierluisi, mientras tanto, ha estado entre Washington y acá, interviniendo en los debates trascendentales que se han dado aquí en los últimos tres años. Ha hecho algo de política, pero también ha tenido que gobernar.
De vez en cuando, por ser alguien en el poder y no mirando desde la comodidad de la periferia, ha tenido que transar con el PPD, como en la petición de la ley de quiebra federal para Puerto Rico, entre otros temas.
Encima de eso, es un hombre de personalidad apacible, al que disgustan las confrontaciones. Esa no es la personalidad que atrae a los del círculo interno, que han hecho de la ferocidad y la intransigencia un modo de vida y ven todo lo que tiene que ver con el partido contrario como se ven entre sí los extremistas israelíes y palestinos. Su arraigo en este momento se concentra en los de los círculos externos, entre personas que son del PNP, pero tienen también otras cosas de las que ocuparse en la vida.
Rivera Schatz ha estado rondando más o menos por los mismos sitios que Rosselló, pero con un perfil mucho más bajo, con menos recursos económicos y organizacionales y bajo la sombra que le representa que nadie sepa con certeza, hasta este momento, si va a aspirar o no.
Ha sobrevivido en la contienda, y empezado a generar interés, porque se ha vendido como la figura con el carácter fuerte para atender los problemas de Puerto Rico, además de ser un político extraordinariamente hábil y que sabe hurgar de manera muy efectiva en los temores, anhelos y aspiraciones de los militantes del PNP.
¿Qué hay, entonces, en el futuro de la contienda? Si la primaria fuera hoy, nadie duda de que Rosselló la ganaría. Pero no es hoy. Faltan siete meses.
A medida que se acerca la fecha de la elección, más gente se va interesando en el tema. Esto significa que personas que no son del círculo central, que hace dos o tres años no tenían ningún interés en la política, van entrando en la ecuación. Por eso es que en el último año el arraigo de Rosselló bajó 17 puntos, según la última encuesta de este diario.
Queda por definir si Rivera Schatz finalmente se postulará y qué efecto tendrá en los otros. En este momento, ambos dependen, pero Pierluisi más, de lograr interesar en la primaria a los miembros del PNP que están en los círculos de afuera, pues los del círculo interno están ya están bajo el influjo de la figura de Ricardo Rosselló.
Ese es, el desafío de los que no quieren a Rosselló: hacer que se interesen en la primaria del PNP personas que, hasta ahora, la habían estado mirando desde lejitos. Hacer, pues, que los de los círculos de afuera sean más que los del círculo de adentro. ¿Se puede? La geometría y la aritmética nos lo dirán pronto.
(benjamin.torres@gfrmedia.com, Twitter.com/TorresGotay, Facebook.com/TorresGotay)