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Las cosas por su nombre

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Un instante de sensatez

Por Benjamín Torres Gotay

Todos lo hemos visto alguna vez: ese alguien que, encerrado en sus propias palabras, seguro del poder de sus ideas sin que nada pueda convencerlo de lo contrario, habla y habla y habla sin parar, sin detenerse ni por un momento para ver si quien lo escucha le cree o lo entiende.

Ocasionalmente, alguna sacudida le deja saber que está hablando solo. Puede, en ese momento, optar por una de dos vías: uno, tratar de entender por qué no lo oyen y modificar su discurso; o, dos, creer que todos están equivocados y seguir enredándose en sus propias palabras.

Hoy tenemos ante nosotros a un personaje así. Su nombre es Alejandro García Padilla. En este momento funge como gobernador de Puerto Rico. Y, tristemente, se ha metido por la más escabrosa de las dos rutas: cree que todos los que se le oponen están equivocados, les atribuye intenciones malignas, ha intentado deslegitimar sus planteamientos y, en última instancia, cuando todo lo anterior falló en apagar el clamor popular contra su propuesta de implantar un Impuesto al Valor Agregado (IVA) de 16% en este momento en particular, le dio con burlarse de sus protestas.20140806_PRHOY_AGP_FORTALEZA_JRP_

Si el gobernador, antes de hablar, se hubiera tomado un minuto a solas en uno de los hermosos balcones de la Fortaleza, con un vinito quizás, u oyendo una sonata de Brahms, y hubiese reflexionado en serio sobre la visceral reacción a la propuesta del IVA, se hubiera percatado de que el panorama, al principio, no estaba tan complicado como él lo imaginó. Habría actuado diferente y la cuesta que tiene que remontar para lograr que se apruebe su propuesta no sería tan empinada como ahora lo está.
Y de verdad está empinada. Tanto que en este momento nadie cuerdo apuesta a que la propuesta, tal como él la presentó, va a ser aprobada.

Vamos por parte:

Los primeros cañonazos que recibió la propuesta fueron por la desgraciada idea de imponerle el IVA a la educación privada, que es el faro de esperanza que guía a gran parte de la clase trabajadora contribuyente que reconoce el valor de una buena instrucción y sabe, como sabemos todos, que en el sistema público, salvo raras excepciones, eso no existe. La propuesta representaba también un fuerte golpe a los miles de jóvenes puertorriqueños que no tienen acceso a la universidad del estado y que recurren a instituciones universitarias y escuelas técnicas privadas para prepararse para contribuir al país.

Al principio, el gobernador no le vio legitimidad alguna a esos planteamientos. Le declaró la guerra a las universidades privadas. En la Fortaleza se fraguó la fea estrategia de filtrar los informes financieros en los que se daba cuenta del capital de estas instituciones. Convirtió en figura de oposición al presidente de la Universidad Interamericana, Manuel J. Fernós, popular de toda la vida y miembro de una familia histórica del Partido Popular Democrático (PPD).

Al final, cedió. Prometió eximir a la educación privada del IVA. Pero ya en ese momento la oposición había prendido como fuego en pasto seco. La multitudinaria marcha del pasado jueves, la señal más contundente hasta ahora de que la oposición al IVA es la crisis más grave que ha enfrentado en su gobierno, se había planificado antes de que el gobernador ordenara eximir a la educación privada. Pero siguió adelante porque no hay nada escrito aún y, como es natural, en estos tiempos no tiene mucho valor la palabra de un político.20150305_RC_MARCHA CONTRA IVA_VSD 4.JPG

Hay una gran oposición también a obligar al pago de IVA por los costosísimos servicios médicos que se pagan en un país que dejó la salud sujeta a las leyes del mercado, como si fuera un par de tennis Jordan que alguien compra solo si de verdad lo desea mucho. En la Cámara de Representantes prometieron eximirlo también. Pero, de nuevo, hasta que no haya nada escrito sigue la oposición encendida.

Y por esa puerta ancha que abrieron los que se le oponen por razones legítimas se están colando también, ocultos en el follaje de los que los que tienen la verdad como pancarta, los politiqueros, los oportunistas, los llorones de siempre, los que antes saquearon nuestros recursos, los que recibieron prebendas y dádivas a costa del trabajo del puertorriqueño.

Hay muchos otros planteamientos legítimos contra el IVA – el temor que causa un impuesto así en medio de una recesión de casi diez años, la suspicacia que causa el que no se haya definido el mecanismo mediante el cual serán protegidos de la regresividad del nuevo impuesto los sectores más vulnerables de la sociedad, las justas dudas de la capacidad del Departamento de Hacienda para implantarlo, por ejemplo – pero nada que no se hubiera podido apaciguar razonablemente con una explicación ordenada y sosegada del gobernador.

Ha sido tan sordo García Padilla al lenguaje de la calle, que no ha visto siquiera lo que le conviene: las mentes más sensatas del país apoyan al IVA como sistema contributivo. Solo que no piensan que en medio de una recesión sea el momento para implantarlo, creen que la tasa de 16% es demasiado alta y esperan que, según se invirtieron tiempo y recursos en diseñar un nuevo modelo contributivo, la administración demuestre voluntad para controlar sus gastos y no seguir, como hasta ahora, tirando los recursos que obtendrá con nuevo modelo en el saco roto de este monstruo voraz que es nuestro gobierno.

Con sensatez, el panorama, como vemos, podría haber sido diferente. La tozudez del gobernador, su incapacidad de reconocerle legitimidad a las preocupaciones en un país que ha sido demasiado maltratado y engañado por sus gobernantes, los ataques destemplados que ha dirigido a quienes se le oponen, le hicieron enredarse en una tela de araña de la que ahora no se ve cómo pueda liberarse.

Ya que no ha oído nada más, a lo mejor se salva oyendo el inmortal consejo de otro popular de toda la vida, el legendario ‘Don Cholito’: encabuya y vuelve y tira.

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