La sangrienta historia
Enlos años 50, el legendario Daniel Santos cantaba: “yo no hablo de las mujeresni con motivo, ni con razón, pero hay alguna que otra que se merece supescozón. Yo sé de una que si un día la cojo fuera de la población, yo la matoo pide perdón”. Más o menos para la misma época, el dúo Quique y Tomáspopularizó un apasionado bolero que versaba: “si pudiera besarte, como nuncahombre alguno a otra mujer besó, luego rodear tu cuello con un cordón de seda yapretarte bien el nudo, para que nadie pueda jamás poner los labios donde lospuse yo”.
Unpar de décadas después, Ismael Rivera continuaba con la tradición. Elclásico “Si te cojo” tiene una introducción que dice así: “mira, ponte alavar, yo quiero mi ropa limpia. El pantalón, restriégalo, restriégalo,restriégalo, tráeme la papa. Luego ponte a fregar, mira, yo no como cuento”. Acontinuación, sigue el verso más famoso de esa canción de la autoría de BobbyCapó: “si te cojo coqueteándole a otro ya verás que ‘trompá’ te voy a pegar, site cojo guiñándole a otro un piñazo en un ojo te voy a dar”.
Lascanciones populares, se ha dicho alguna vez, suelen ser espejo del alma de lospueblos. Esas tres, junto a muchas otras, nos devuelven una imagen sombría delalma boricua. Aquí, como en muchos sitios, la mujer es vista como propiedad delhombre, y merecedora de toda clase de crímenes si abre alas y rompeesquemas.
Esasson actitudes que tienen un peso de siglos. Son costumbres tan naturales parala mayoría como el aire. Emanan del laberinto de valores e ideologías quevienen desde el amanecer de la humanidad y que a través de la historia se hanclavado en las conciencias de manera que a muchos les es imposible imaginar, oactuar en consecuencia con ideas diferentes.
Poreso es que hay hombres a los que si una mujer les dice ‘no más’ es como si lesmovieran el suelo de debajo de los pies; se les hace imposible entenderesa ruptura y maltratan, agreden y matan. En esta semana, varios casos así nosestremecieron: hombres que no pudieron entender que una mujer ya no lespertenecía y respondieron a puñal, martillo o machete.
Quebraresa memoria de siglos es una tarea de colosos. Pero hay como. Los expertosentienden que la idea de que el hombre manda y la mujer tiene que obedecer sonroles aprendidos y, por lo tanto, se pueden cambiar. Y esoempieza, como todo lo que es importante para los países, con educación.
Múltiplesorganizaciones internacionales han identificado un método que ayuda a que menosgente vea a la mujer como un ser al que se puede maltratar: se llama educacióncon perspectiva de género y, a grandes rasgos, significa que, desde la cuna, seles enseña a los niños y niñas que todos son iguales y, por lo tanto, todosmerecen respeto. Se ha establecido que la educación con perspectiva degénero ayuda a reducir los niveles de violencia y marginación hacia lasmujeres.
Aquí llevamos décadas tratando de que en las escuelas públicas se establezca uncurrículo con perspectiva de género. Tanto tiempo, que, si se hubieraimplantado desde la primera vez, ya tendríamos una generación educada conperspectiva de género y, tal vez, muchas de estas tragedias que nosgolpean el alma con una frecuencia que aturde, no habrían ocurrido porquealgunos hombres habrían tenido las herramientas para entender que la mujerpodía no querer más.
Asimple vista, parece insólito que algo tan simple no se haya podido implantar.Pero se rasga un poco la superficie y se entiende qué pasa. Tiene un enemigopersistente como el comején: el integrismo religioso, que está empeñadoen que sigamos atascados en la época de las cavernas y combate ferozmentecualquier intento por transformar los valores que se ajustan a sus creencias,temores, prejuicios y estrechas ideas sobre la vida.
Elfundamentalismo religioso tiene atenazado por los costados a los políticos, quele temen a su supuesto poder político y le han dejado que se salgan con la suyaen este tema tan vital para la sociedad. En el 2006 se aprobó una ley queobliga al Departamento de Educación a implantar un currículo con perspectiva degénero. Cuando el Partido Nuevo Progresista (PNP) llegó al poder en el 2008, laley quedó en nada.
Mientras,Alejandro García Padilla, que incluyó la educación con perspectiva de géneroentre sus promesas de campaña, ha estado patinando durante los 20 meses quelleva en el poder con este tema y todavía es la hora que no se ha cumplido conla ley. Mientras tanto, siguen creciendo niños creyendo que las niñas soninferiores y que algún día le serán de su propiedad, y sigue corriendo ennuestros hogares la sangre de las mujeres abatidas por los que se criaronimbuidos por esa torcida ideología.
Enla novela “Disgrace”, del autor sudafricano J.M. Coetzee, varios jóvenes negrosviolan a una mujer blanca en la Sudáfrica post-apartheid. El padre de la jovenviolada, queriendo consolarla, le dice: “no fueron ellos, fue la historia através de ellos”. En alguna medida, eso aplica a los asesinatos de mujeresaquí: no son ellos los que matan, es la historia a través de ellos. Nos toca,pues, quebrar el círculo infernal de la violencia contra la mujer tomando a losque están empezando ahora y dándoles una nueva historia educándolos conperspectiva de género.
(benjamin.torres@gfrmedia.com, Twitter.com/TorresGotay)