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Un mapa y un lobo

El gobernante hizo el mapa, o se lo hicieron. Lo pintaron delindos colores brillantes. Le pusieron unos arbolitos aquí, un solecito allá,una estrellita en algún sitio y alguna frase motivacional, que de un tiempo aesta parte no puede faltar en ningún plan o discurso gubernamental.

El gobernante lo miró, suspiró satisfecho y exclamó,aliviado: con esto se resuelven todos nuestros problemas, cuadramos elpresupuesto, nos hartamos de dinero, pagamos la deuda y, no por último menosimportante, ganamos la reelección.

La realidad, bandolera, está probando una vez más que es unpoco más compleja de lo que muchos se la imaginan. El papel aguanta todo lo quele pongan y esa es una lección que en estos días el gobernador Alejandro GarcíaPadilla y los miembros de su equipo económico están aprendiendo a sangre ylágrimas.

Enfrentados al monumental déficit, a la descomunal deuda yya sin la posibilidad de, como hicieron los últimos gobiernos, pedir máspréstamos para seguir manteniendo la nariz fuera del agua, la administración deGarcía Padilla recurrió a la imposición de múltiples tributos, aumentos yrecortes para intentar salir del hondo hoyo.

Esta semana, el fuego prendió como pastizal en tiempode verano.

Dos ejemplos: primero, ocho de cada diez corporacionesradicaron sus planillas sin pago, lo que causó una drástica merma en losrecaudos que se habían proyectado para terminar sin déficit el presupuestovigente; y, segundo, los ingresos de la Autoridad de Acueductos yAlcantarillados (AAA) se están quedando cortos porque a la gente se le estáhaciendo imposible afrontar el aumento de 60% impuesto el año pasado y se hanmultiplicado los niveles de morosidad entre los clientes de esa corporaciónpública.

El gobernador, cuyo ánimo dio muestras por primera vezen esta semana de que está sintiendo los embates de la complicada situación,insinuó que 20,000 corporaciones se pusieron de acuerdo para no pagar y ordenóque se condujera una investigación al respecto.

Mas todo el que mira esto sin pasiones sabe de lo absurdo desiquiera insinuar que tal cantidad de entidades pudieran haberse puestode acuerdo para algo así.

Listos hay donde quiera, siempre los ha habido, entiempos de crisis y de abundancia también: pero una realidad que nadie puedenegar es que múchas corporaciones y negocios han visto sus ganancias esfumarsepor la patente nacional y el costo de la luz y el agua y simplemente no tienendinero para pagar  contribuciones. 

Aquí el mensaje es el siguiente: elgobernador y su grupo de trabajo vieron, por primera vez, que las cosas no sontan bonitas como se las pintaron en el mapa. La realidad, comprenden ahora quela ven de frente, es más compleja de lo que imaginaron al diseñar su respuestaa la crisis.

Desde el primer día, el sector comercial e industrial indicóque la patente nacional representaba una carga injusta porque se grava elvolúmen de ventas, sin importar las ganancias. Múltiples portavoces del sectorse han referido a la medida como una “confiscación” de sus ingresos.

La descripción resultaría fuerte, hasta incendiaria, de noser porque un legislador popular también la usó en público esta semana. Elsenador Ángel Rosa, entrevistado el martes en la radio, dijo: “le estamosconfiscando las ganancias al sector productivo para sostener al gobierno”.

En resumen: el plan diseñado por el gobernador y susasesores para salir de la crisis se está derrumbando delante de los ojos detodo el país.

Ante esta situación, cabe preguntarse: ¿no será hora dereevaluar estrategias? ¿Qué camino queda? 

Más recortes parecen difíciles, porque todas lasagencias quedaron en el hueso en la confección del próximo presupuesto y dondeúnico quedaría por recortar es en nómina. Pero el gobernador García Padilla hadicho una y mil veces que no habrá despidos, aunque últimamente el discurso hasido ligeramente modificado para precisar que se trata de empleadospermanentes, no transitorios, de los que hay miles en el gobierno.

Hay quien ha hablado de reestruturación de deuda. Losportavoces de la administración lo niegan ferozmente, por las gravesimplicaciones que tendría, aunque hay indicios de que al menos lo hanestudiado.

¿Más impuestos? Eso sería como querer apagar un fuegoechándole gasolina.

Los que no le tememos  a la vidasiempre supimos que superar este complicado trance iba a ser doloroso yva a tomar mucho tiempo. El gobernador, al parecer, creía querediseñando algunos bordes, dejando el vetusto aparato gubernamentalfundamentalmente intacto, iba por lo menos a dar la impresión de que lasolución estaba más cerca, y era más fácil, de lo que en realidad es.

El mapa resultó engañoso.

La realidad lo está alcanzando y delatando antes de lo queél sospechaba. El lobo que tantas veces nos dijeron que venía ya está aquí,mostrando sus húmedas fauces, arropándonos con su aliento de bestia hambrienta.

Y lo que falta.

(benjamin.torres@gfrmedia.com,Twitter.com/TorresGotay)

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