Kyre Irving encestó el canasto ganador y LeBron James evitó el de perder.

Faltando poco más de un minuto y con la puntuación empatada en la pizarra, el guerrero Andre Iguodala se aprestaba a encestar una güira, cuando apareció la mano izquierda de James bloqueando el balón antes de que rebotara en el tablero. Esta acción evitó una anotación que hubiese puesto a Golden State muy cerca del triunfo.

Luego, faltando 20 segundos, Irving desafió a su defensa y a la distancia de 25 pies para colar una tripleta que le daría una ventaja decisiva a los Cavaliers, que al vencer a los Warriors ayer en la noche se coronaron como los  reyes de la NBA por todo el año 2016. James marcó puntos y asistencias, a la vez que agarró cantidad de rebotes mientras realizaba las mejores jugadas defensivas. Hizo de todo, dándole a la ciudad de Cleveland su primer campeonato de la NBA.

Este séptimo partido fue el mejor de la serie. Y James demostró que a pesar de no ser el canastero de mejor puntería, es el más valioso porque aporta mucho en todas las fases del juego, y eso incluye liderato.

Noté a Stephen Curry algo cansado, y no era para menos. No así a Klay Thompson, que además de ser un gran anotador, es su mejor jugador defensivo.

Y ahora hasta el año que viene, cuando no me extrañaría ver otra final entre los Warriors y los Cavaliers.