Gracias al coronavirus, o por su culpa, llevamos ya varias semanas sin disfrutar de deportes en vivo, y muchas cadenas de televisión han recurrido a pasar eventos clásicos para tratar de llenar sus espacios.
Así, recientemente, ESPN presentֶó una serie de ¨grandes peleas y entre estas figuró la llamada Pelea del Milenio: el encuentro celebrado el 18 de septiembre de 1999 en el Events Center del Mandalay Bay en Las Vegas, consistió de una pelea unificatoria entre el campeón welter del CMB, Oscar de la Hoya (31-0 y 25 nocauts), y Félix ‘Tito’ Trinidad (35-0 y 30), monarca de la FIB, en una copromoción entre los archirrivales promotores Bob Arum y Don King que se convirtió en una de las peleas más esperadas de todos los tiempos.
En efecto, las ventas de ‘pay-per-view’ llegaron a los 1.4 millones, estableciendo entonces una marca para una pelea que no fuera del peso completo, pero, sobre el ring, la realidad es que el espectáculo resultó decepcionante: en vez del choque de trenes anticipado, en vez del impacto de mil megatones entre México y Puerto Rico que se había promocionado, en especial por los combates que ambos peleadores habían brindado en el pasado, resultó ser una pelea desabrida y carente de emoción, en gran medida porque De la Hoya, sorpresivamente, desplegó un inesperado estilo de movimientos huidizos alrededor del ring, salpicado de ocasionales ráfagas contra el boricua, mientras Trinidad lo perseguía constantemente, sin mucha efectividad.
Al anunciarse la decisión, sin embargo, ocurrió lo inesperado: De la Hoya, acostumbrado a recibir el beneficio de la duda de parte de los jueces en las peleas más cerradas -como fueron sus dudosas victorias sobre Pernell Whitaker y Ike Quartey-, esta vez resultó desfavorecido, al perder por decisión mayoritaria (115-114, 115-113 y 114-114).
De paso, el juez de HBO, Harold Lederman, también vio un empate 114-114.
Y al repetirse la pelea en estos días, casi 21 años después del hecho, volvieron a resurgir los viejos argumentos: que De la Hoya debió ganar por su boxeo, pero que le perjudicó el haberse puesto a correr en los últimos tres o cuatro asaltos, creyéndose que ya tenía el triunfo asegurado.
“No me hubiera molestado que le hubiesen levantado la mano a De la Hoya”, dijo días atrás el veterano agente y manejador de boxeadores Robert Mittleman, quien colaboraría con las carreras de los boricuas Wilfredo Rivera y Santos ‘Chino’ Cardona, pero que fue durante dos años -entre 1992 y 1994- el primer co-manejador del Golden Boy junto a Steve Nelson y Joel de la Hoya, el padre del peleador, controlando cada uno el 11% de su contrato.
“Es posible que haya ganado”, agregó Mittleman, quien estuvo en la pelea ya meramente como espectador, “pero a mí no me gusta darle la pelea quien no pelea”.
“Oscar siempre fue un buen boxeador, mejor de lo que la gente creía”, dijo, “pero nunca antes había hecho ese tipo de pelea, ni nunca después. Parece que entendieron que era como debía pelear para ganarle a Trinidad, y en efecto dominó toda la primera mitad de la pelea”.
“Oscar era muy rápido de manos. Por eso le hizo la pelea que hizo con Maywearher, que también fue muy cerrada”.
“Pero con Trinidad se fue a correr demasiado temprano y Trinidad ganó los últimos tres o cuatro asaltos, además de que siempre fue el agresor, y los jueces toman eso en cuenta: quién es el agresor, aunque no esté conectando más golpes”.
Alguna gente compara la pelea con la que hizo Sugar Ray Leonard para arrebatarle sorpresivamente el cetro mediano a Marvin Hagler, dijo Mittleman, pero él cree que “aunque. Leonard boxeó y nunca se fajó los tres minutos de un asalto, siempre hubo por lo menos un minuto en el que se paraba frente a Hagler y se ponía a intercambiar golpes con él, dominándole con su rapidez y sus combinaciones de 8 a 10 golpes”.
“Eso era lo que De la Hoya hubiese tenido que hacer, pero nunca lo hizo: en realidad nunca quiso pararse a pelear”.
“Quizá De la Hoya ganó”, agregó, “pero no hizo nada para ganar y fue una pelea cerrada: tampoco me molesta que se la hayan dado a Trinidad”.
Tal vez en mejor comentario sobre la pelea lo haya hecho el gran periodista boxístico Michael Katz, quien en la conferencia de prensa post pelea, le dijo a Oscar luego de que este insistiera en que había ganado con su boxeo: “Es que tienes que decidirte, una de dos: cuando peleaste con Whitaker, dijiste que nadie podía ganar una pelea corriendo y que mereciste aquella victoria por haber sido quien puso toda la presión, y ahora estás diciendo todo lo contrario”.
De hecho, en esa pelea de 1997, en la que De la Hoya conquistó el cetro welter del CMB, Whitaker, además de exhibir su acostumbrado buen boxeo, le aventajó 232 a 191 en golpes conectados y se apuntó la única caída del encuentro.
Actualmente con 77 años de edad y radicado en Filadelfia, Mittleman fue despedido junto a Nelson por De la Hoya en 1994, luego de que este ganara su primer cetro mundial al destronar al danés Jimmy Bredahl por nocaut en el décimo episodio en el Olympic Auditorium de Los Angeles el 3 de mayo de 1994 para conquistar el título junior ligero de la OMB.
“Irónicamente, el promotor de Bredahl, Mogens Palle, luego me contrató y estuve 12 años trabajando para él en Dinamareca”, dijo Mittleman.
Una de las razones para esa decisión de despedirlo, según Mittleman, quien luego de ir a la corte recibió una compensación económica, fue que él acababa de reclutar al legendario excampeón mundial puertorriqueño, Carlos Ortiz, para que asistiera como entrenador de De la Hoya el mexicano Roberto Alcázar.
“Ese fue mi gran error”, dijo. “El papá de De la Hoya era el que quería que trajéramos a alguien para ayudar a Alcázar, pero Ortiz, aunque fue un buen peleador, no resultó ser un buen entrenador… aparte de que quería ser muy dominante y Alcázar nunca se llevó con él”.
“A quien debí haber llevado fue (al también puertorriqueño) Lalo Medina, que estaba con Chino Cardona”, continuó. “Chino peleó una vez en una cartelera de De la Hoya y Alcázar y Lalo se conocieron y se hicieron buenos amigos”.
Curiosamente, para la pelea con Trinidad, a Alcázar al parecer le trajeron al veterano Gil Clancy para que lo asistiera.
“Me imagino que lo quiso traer Arum”, dijo Mittleman. “Clancy ya no estaba entrenando a nadie: él ya era solo un analista de televisión. Pero probablemente lo trajeron para que ayudara a diseñar el plan de pelea”.
Luego del combate, nunca se aclaró -y ambos se responsabilizaron mutuamente- quién fue el que le dijo a De la Hoya que siguiera rehuyendo la pelea para que no se arriesgara cuando creía que la tenía asegurada.
Como sea, Clancy ya no estaba por los alrededores cuando De la Hoya reapareció en febrero d 2000 con un triunfo sobre Derrell Coley y Alcázar desapareció del panorama luego de que el Golden Boy perdiera por decisión ante Shane Mosley en junio de 2000 en un intento por recuperar el cetro welter del CMB.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
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