Dejen entrenar a los atletas
Una importante figura del boxeo profesional local me comentó: “Con las aperturas que ha anunciado la gobernadora, nosotros no estaríamos dando boxeo hasta fines de año”.
En efecto, mientras que Wanda Vázquez adelantaba que del 4 al 25 de mayo estarían abriéndose algunos sectores que hasta ahora habían estado cerrados por el toque de queda, incluyendo varios tipos de comercios, los servicios religiosos y el uso de las calles y carreteras para correr, pasear o en general hacer ejercicios, el deporte, tal como se temía, no apareció ni siquiera como invitado especial en sus menciones.
Por un lado, tiene lógica que los deportes multitudinarios, aquellos que se practican en estadios al descubierto o, más preocupantemente aun, en coliseos cerrados, no aparezcan entre los primeros en la fila para volver a entrar en marcha.
En efecto, mientras que en otros países ya el deporte sí empieza a desperezarse y salir de su madriguera -Nicaragua hizo una cartelera de boxeo profesional la semana pasada, televisada por ESPN, y la liga de beisbol de Corea del Sur ya empezó su temporada, por mencionar par de ejemplos-, se ha tratado tan solo de espectáculos aislados que se han llevado a cabo con poco público y totalmente sin su presencia.
En las ligas locales de Puerto Rico- béisbol Doble A, BSN, voleibol femenino-, e incluso en el boxeo profesional, eso no es viable: aquí la televisión no paga lo suficiente, ni transmite tanto, como para que esos espectáculos vacíos puedan cubrir sus gastos.
Así, la única esperanza realista para el deporte local sería que surja un medicamento salvador para el contagio por coronavirus, o que este se reduzca y sea relativamente seguro el permitir que se lleven a cabo eventos deportivos con un público protegido por mascarillas y guantes y todas las otras medidas de seguridad, incluyendo algún tipo de aislamiento social, como se espera que también se practique cuando empiecen a abrir los centros comerciales, los cines o las iglesias, donde es de presumirse que no se exigirá que operen sin público… o fieles.
Nicaragua ya celebró una cartelera con un público limitado.
Antes de que eso suceda, sin embargo, sí me parece que habría algo que el gobierno pudiera hacer para facilitar que los deportes puedan comenzar a operar sin mucha dilación una vez se considere que puedan hacerlo.
Mi recomendación va en el sentido de que se empiecen a abrir los gimnasios y otros sitios de entrenamiento, como las pistas de correr, así como incluso los propios coliseos o los parques de pelota donde se juega baloncesto, voleibol y Doble A.
Esto sería, naturalmente, para el uso exclusivo de los atletas de los respectivos deportes, junto a sus entrenadores.
“No habría ningún problema con que un boxeador vaya a entrenar solo y aislado con un entrenador a una hora determinada en su gimnasio”, dijo la misma figura boxística citada al principio, “si se cuidan bien”.
Quizás en el gobierno no estén claros: con los deportes no ocurre como con industrias como el cine, con las que uno puede darles luz verde un día y al día siguiente están las salas abiertas y la gente haciendo fila… aunque sea con mascarillas y seis pies de separación entre uno y otro.
Después de par de meses de inacción, los atletas, aunque hayan tratado de mantener un mínimo de condición trotando o levantando ‘dumbells’ en sus casas, necesitan al menos algunas semanas de entrenamiento intensivo y hasta de fogueo para volver a caer en condición de juego.
Y con los boxeadores se estima que el tiempo promedio de preparación sea de entre seis y ocho semanas.
Así, si el gobierno considera abrirle las puertas a los deportes, digamos, para principios de julio, como se espera que ya esté ocurriendo con la NBA y las Grandes Ligas, sería conveniente que al menos desde mediados a fines de mayo ya empiece a permitir que los atletas puedan prepararse adecuadamente.
Independientemente de si se espera que los eventos deportivos de los próximos meses solo puedan celebrarse sin la presencia de público.
En fin, dénle a las distintas ligas por lo menos la oportunidad de preparar a sus atletas en lo que se espera que surja una vacuna o un medicamento o lo que sea, aunque a la postre decidan no jugar.
En cambio, si se espera hasta julio para abrirlo todo, entonces ya las ligas posiblemente tendrían que empezar a pensar en agosto para reanudar sus temporadas, y el boxeo quizás hasta septiembre.
En muchos casos, ya eso sería demasiado tarde para muchos, y cientos o hasta miles de atletas, técnicos, oficiales y demás personal deportivo se quedarían sin su principal sustento económico, tanto para ellos como para sus familias.
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El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
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