Spence despeja todas las dudas
Sin que se haya anunciado como tal, ya está corriendo una especie de torneo para los pesos welters, uno que deparará al final, si tenemos suerte, a un campeón indiscutido, absoluto y hasta es posible que impoluto de las 147 libras.
Ya tuvo su primera pelea: Manny Pacquiao, de 40 años de edad, marca de 62-7-2 y 39 nocauts y reconocido como campeón de una cantidad casi indecente (ocho) de categorías deferentes, quien derrotٕó por decisión a Keith Thurman el pasado 20 de julio para convertirse en supercampeón de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB).
Pacquiao, en fin, tiene un nombre al que debería agregarse el adjetivo ‘Legendario’ como parte perpetua, al estilo de ‘Marvelous’ Marvin Hagler; y derrotó, en Thurman, a un peleador que tenía 10 años menos y marca de 29-0 y 22 nocauts, además del reconocimiento como supercampeón.
Antes de que finalice el año, según se dice, Pacquiao podría estar haciendo una defensa también sumamente intrigante, ya sea ante Mikey o ante Danny García.
Y el 14 de diciembre, en el Garden, Terence Crawford —35-0 y 26 nocauts—, reconocido como uno de los mejores ‘libra por libra’ del mundo, estará exponiendo su cetro de la Organización Mundial de Boxeo (OMB) en una defensa obligatoria ante el lituano Egidijus Kavaliauskas (21-0-1 y 17).
Para nuestra conveniencia, los otros dos campeones que completaban el cuarteto de los reconocidos por los cuatro organismos principales, dirimieron sus diferencias este sábado en el Staples Center de Los Angeles, cuando, en un gran encuentro, Errol Spence, Jr. , reconocido por la Federación Internacional de Boxeo (FIB) mejoró su marca a 26-0 y 21 nocauts) al derrotar por decisión dividida a Shawn Porter (30-3-1 y 17), el campeón del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), para quedarse con ambos títulos y nuevamente irse al frente, aunque por escaso margen, en la pugna por determinar quién es el mandamٞás de las 147 libras.
Spence, Jr., quien es zurdo, boxea, pega, y es más alto que los demás campeones —5-9 1/2 (Crawford, por ejemplo, solo se estira hasta 5-8), venía de conseguir la victoria más sonada de su carrera el pasado 16 de marzo, cuando dominó completamente a Mikey García, el hasta entonces invicto campeón en tres categorías, con abrumadoras puntuaciones de 120-108, 120-108 y 120-107.
Pese a lo abultado del triunfo, sin embargo, muchos consideraron decepcionante la actuación de Spence frente a un rival mucho más pequeño que venía saltando desde dos divisiones inferiores y que temprano en la pelea pareció haberse dado cuenta de que había sobrevalorado tanto su probabilidades de victoria frente a un rival más grande como lo había hecho Guillermo Rigondeaux ante Vasyl Lomachenko, pero por lo menos estaba lo suficientemente fuerte —y contaba con los recursos— como para durar la distancia.
Aunque también se dice que, por alguna razón Spence ‘lo perdonó’.
Pero esta vez Spence convenció a todos los escépticos -excepto a uno que vino disfrazado de juez- y ejecutó una pelea emocionante en la que, para variar, dependió exclusivamente de su superioridad física, sino que tuvo que demostrar estamina, resistencia y corazón para sobrellevar los momentos de peligro frente a un rival de gran calidad que vino decidido a llevarse la victoria.
Y Spence pasó todas las pruebas con un alto nivel de excelencia.
Para culminar, se apuntó un hermoso ‘knockdown’ en el asalto once con un poderoso gancho de izquierda que posiblemente le aseguró el triunfo, aunque por injusta decisión dividida: 112-115, 116-111 y 116-111.
Lo único negativo es que su pelea unificatoria con Crawford -la que todos querrían ver- parece tan lejana como antes.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
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