Joshua sigue sin brillar
Para los británicos y me imagino también que para los europeos, la división del peso completo es una de las más emocionantes del boxeo actual.
No solo tienen a un campeón, Anthony Joshua, que ahora ha atraído a casi 350,000 parroquianos en sus últimas cuatro peleas titulares, incluyendo los aproximadamente 90,000 que le vieron venir de atrás en el estadio Wembley este sábado para vencer a Alexander Povetkin, sino también a Tyson Fury, la figura más excéntrica de la división y también una enorme atracción de taquilla. Claro, para el resto del universo boxístico, ninguno parece representar gran cosa.
Debe ser por eso que no estuvo accesible por ninguna transmisora de televisión norteamericana el sábado la pelea en la que Joshua, un excampeón olímpico de 28 años que es toda una superestrella en su país, con marca de 21-0 y 20 nocauts, defendía por tercera vez sus cetros pesados de la OMB, la AMB y la FIB, ante el ruso Povetkin, un excampeón de la AMB con marca de 34-1 y 24 nocauts.
Quizá fue mejor así: aunque hizo una gran demostración al destronar al legendario Wladimir Klitschko en abril de 2017, protagonizando un gran combate en el que tuvo que superar una caída en el sexto asalto para vencer al veterano monarca por nocaut en el undécimo episodio de una de las mejores peleas de título pesado de las últimas décadas, Joshua no ha lucido a la misma altura desde entonces.
En su primera defensa, el 28 de octubre del año pasado, batalló monótonamente con el camerunés Carlos Takam antes de poder noquearlo en el décimo episodio, y en la segunda, tuvo que conformarse con otra deslucida victoria, esta vez por decisión, ante el neozelandés Joseph Parker, para agenciarse el cetro de la OMB.
Y luego de que en los últimos meses formara parte de un interminable tirijala con el campeón pesado del CMB, el norteamericano Deontay Wilder, con quien se supone que haga la verdadera pelea unificatoria de los pesados que todo el mundo desea, terminó enfrentándose a un hombre que, si bien tenía nombre y un récord más que aceptable, aparte de una fama de pegador, realmente no debía ser un rival de peligro.
Y, sin embargo, Povetkin sí dio pelea: en los primeros tres asaltos, por lo menos estremeció varias veces al monarca con sólidos barrecampos de izquierda y derecha, mientras que Joshua hacía lo posible por capear el temporal con su jab y sus desplazamientos.
Luego tal vez Povetkin se debilitó por una cortadura, o acaso sencillamente empezó a cansarse, y Joshua fue perdiendo su timidez y comenzó a asumir el ataque.
Finalmente, cuando un Povetkin debilitado seguía tratando de avanzar y romper la guardia del monarca como única alternativa de victoria frente a un rival que le llevaba cuatro pulgadas de estatura, Joshua por fin lo recibió en el séptimo asalto con un derechazo demoledor.
Dos caídas más tarde, el árbitro Steve Gray detenía la pelea al minuto con 59 segundos del episodio.
Fue iluminador entonces ver los comentarios que ‘tuiteaban’ algunos comentaristas británicos: “Joshua lleva tres peleas peleando de la misma forma”, dijo uno. “Por alguna razón Joshua ha empezado a creerse que es un contragolpeador y se pasa manoteando con el jab sin lanzarse al ataque”, dijo otro.
Finalmente, uno dijo: “No estaba en su mejor condición e hizo una mala pelea, que terminó bien para él”.
De cualquier manera, Joshua, cuyo promotor Barry Hearn y Matchroom Boxing ya le tienen separada la fecha del 13 de abril en el Wembley para su próxima presentación, no pareció preocupado por su actuación, y reiteró su deseo de poder medirse en esa fecha con Wilder, con todo y sus 6’7” de estatura y su marca de 40-0 y 39 nocauts, una reyerta que, según algunos, probablemente le proveería al británico una bolsa de unos $100 millones.
Wilder, claro, primero tiene pendiente una defensa el primero de diciembre en Los Angeles ante el errático Fury (27-0 y 19), quien ha hecho dos peleas desde que regresó a la actividad este año luego de haber tenido que, tras su sorpresiva victoria sobre Klitschko en 2015, tuviera que ausentarse del ring por razones mayores: dos veces dio positivo a cocaína y, según él mismo confesaría después, su vida se le descontroló hasta el grado de que empezó a beber, dejó de entrenar y consideró suicidarse antes de someterse a un programa de rehabilitación.
Pero mide 6’9” y boxea lo suficiente como para hacerle pasar un buen susto a Wilder, quien ha probado una y otra vez que, pese a su gran pegada, tiene una técnica deplorable y termina lanzando bombazos al aire cuando la cosa se le complica un poco.
En fin, aunque de seguro Wilder será un favorito abrumador frente a Wilder, no puede descartarse del todo la posibilidad de que Fury termine arruinándole su posible baile de graduación en abril próximo frente a Anthony Joshua y lo convierta en una batalla entre dos británicos que nuevamente provoque un bostezo general en el resto del universo.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
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