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Peleas a destiempo

 

Tan pronto comenzó a hablarse con firmeza de la posibilidad de que Juanma López y Wilfredo ‘Papito’ Vázquez puedan dirimir sobre un ring la intensa riña verbal que llevan años librando en las redes sociales, surgieron los gritos de alerta.
Dicen que se trata de una pelea a destiempo, de un combate entre dos peleadores que si bien fueron buenos en su momento y hasta llegaron a reinar como campeones mundiales, ahora no tan solo son una sombra de lo que antes fueron, sino una sombra bastante desteñida, por cierto.
Algunos han abogado incluso por que el combate no se celebre, aduciendo, entre otras cosas, que la necesidad económica puede ser la razón principal para el mismo, y que Juanma, en particular, ha sufrido tanto castigo, recibiendo rápidos y contundentes nocauts en tres de sus últimos tres compromisos, que en realidad se expone a sufrir daños irreparables.

leonars

Hearns estremece a Leonard.

 
Yo concuerdo con todo eso, aunque también reconozco varias realidades: Juanma tiene 33 años, Papito 32, y periódicamente tienen que someterse a exámenes médicos de todo tipo para mantenerse elegibles para pelear. ¿Con qué autoridad va alguien a prohibir que se gane la vida un hombre joven que ha sido declarado elegible para practicar su deporte?
Dicho esto, sin embargo, también reconozco que ha habido peleas celebradas a ‘destiempo’ que luego pasarían a ser recordadas como grandes combates.
Una de las más célebres fue la revancha entre Thomas Hearns y Sugar Ray Leonard, quienes, el 12 de junio de 1989, casi ocho años después del espectacular encuentro unificatorio del peso welter que Leonard ganó viniendo dramáticamente de atrás con un nocaut en el decimocuarto asalto, ambos peleadores volvieron a medirse en Las Vegas.
Pero esta vez pelearon en las 160 libras y Hearns, ya con 31 años, no estaba invicto, sino que cargaba tres reveses en su expediente, incluyendo un reciente nocaut ante Iran Barkley, y Leonard, con 33 años, llevaba los últimos cinco jugando al tira y tápate con el retiro después de sufrir un desprendimiento de retina.

 
El resultado fue un combate en el que ninguno desplegֶó el brillo estilístico y atlético de la primera pelea, sino que a veces parecieron dos gladiadores romanos enfrascados en lo que a menudo se convertía en una pelea de callejón. Al final, Leonard, quien cayó a la lona dos veces, escapó con un dudoso empate.
En Puerto Rico recuerdo particularmente dos peleas de este tipo, ambas protagonizadas por Samuel ‘Mangani’ Fuentes, el fuerte pegador loiceño que reinó como campeón junior welter de la OMB entre 1995 y 1996.
Fuentes se retiró en 1998 con un récord de 34-18-2 y 28 nocauts, uno récord poco impresionante con la posible excepción de su cantidad de nocauts. Pero lo cierto es que Fuentes fue un peleador que se esculpió a puño limpio, aceptando peleas con el que fuera, sin contar nunca con la mano amiga -y conductora- de un promotor importante.
Así, peleó con Roger Mayweather, con Kostya Tszyu y con Julio César Chávez, entre muchos otros.

 
Además, era un kamikaze: firme creyente en el poder nivelador de su pegada, pero sin gozar de una gran asimilación, salía a demoler al rival y a veces lo demolían a él, y de esa manera se abrió camino a la brava: primero, noqueando en ocho asaltos al excampeón ligero Harry Arroyo cuando lo habían buscado como supuesto rival ‘suave’ en la primera pelea que Arroyo hacia luego de perder su campeonato peso ligero de la FIB, y luego al ganar el prestigioso torneo para junior welters del Forum de Los Angeles, un torneo cuyo premio principal era una pelea de título mundial y al que lo reclutaron de último momento cuando uno de los aspirantes se retiró en el último momento, y terminó ganándolo.
Pero eso fue en 1989.
En 1997, ya con 33 años y en las postrimerías de su carrera y peleando en el peso welter, Samuel hizo en Puerto Rico, una tras otra, dos peleas que hubiesen sido súper estelares algunos años antes. La primera, el 31 de mayo, fue con Santos ‘Chino’ Cardona, uno de los mejores peleadores boricuas de su época aunque nunca pudo ganar un cetro mundial ‘bona fide’.

 
Samuel lo había noqueado en dos asaltos, quitándole el invicto, en el torneo del Forum, pero esta vez Cardona, aunque venía de perder cuatro de sus últimos siete combates, terminó noqueándolo en el séptimo episodio de una pelea entre dos rivales que combatieron a palo limpio y a pie firme, como si fueran dos pesos completos.
Y así de lentos.
Algo parecido ocurrió en la siguiente pelea de Samuel, el 25 de octubre, cuando este, ya arrastrando una cadena de tres derrotas en sus pasados cuatro combates, fue pareado con Antonio ‘Toñito’ Rivera, quien también venía de perder tres de sus últimas cuatro.
Toñito, quien había sido campeón peso pluma de la FIB en 1988, marcó esta vez un peso de 149 libras y se enfrascó también en una pelea a palo limpio y con muy pocas intenciones boxísticas con Samuel. Fue uno de esos combates en los que los gladiadores se la pasaron conectándose tantos golpes limpios y estremeciéndose el uno al otro que enardecieron a parte de la fanaticada, pero que a mí me dejó con ganas de voltear la cara, en especial por tratarse de dos individuos que uno había admirado y respetado por tanto tiempo.
Al final ninguno salió ganando, excepto golpes y una bolsa que dudo mucho que haya sido millonaria: la decisión fue un empate.

 

 

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad.
(ceuyoyi@hotmail.com).
En twitter, 6418luis En Facebook, Jorge L. Prez

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