Reconocimiento a Palillo (IIIIIIII) Santiago
En la antigua pizarra electrónica del estadio Hiram Bithorn, antes de que se le llamara Stadium, cuando querían proyectar el nombre de Rubén Gómez, sencillamente ponían 22222222, en honor del legendario número 22.
Y cuando querían anunciar a Palillo Santiago, sencillamente ponían IIIIIIIII.
En fin, este domingo, si quisieran mantener esa tradición en el Fenway Park, la pizarra se llenaría también de ‘palillos’, IIIIIIIII.
En efecto, José Rafael ‘Palillo’ Santiago, el legendario lanzador boricua, ha sido exaltado a tantos pabellones de la fama que en algún momento puede perder la cuenta.
“El de Puerto Rico, el de Juana Díaz, el de Carolina”, comenzó a enumerar Santiago, quien tuvo una destacada carrera como lanzador en Grandes Ligas, abreviada por una lesión, y un largo historial en el beisbol invernal boricua, como jugador -principalmente con los desaparecidos Senadores de San Juan-, dirigente, ‘coach’ y, en los últimos tiempos, como destacado comentarista y narrador de béisbol.
En Estados Unidos, sin embargo, la gente tiende a asociarlo con los Medias Rojas de Boston, equipo con el que tuvo sus mejores temporadas y con el cual, en una hazaña memorable, abrió dos juegos en la Serie Mundial de 1967 contra los Cardenales de San Luis, incluyendo el primero, en el cual perdió 2-1 ante Bob Gibson, a quien le produjo la única carrera con un jonrón.
Por consiguiente, es lógico que este domingo 19 de septiembre, cuando obtenga un galardón más, la ceremonia se lleve a cabo en el Fenway Park.
Este día, antes del juego entre los Medias Rojas y los Orioles de Baltimore señalado para comenzar a la 1:10 p.m., Palillo será reconocido por el Hispanic Heritage Baseball Museum, de San Francisco, por sus ejecutorias como pelotero hispanoamericano, tanto dentro como fuera del terreno de juego.
“Cada año ellos le hacen un reconocimiento a varios peloteros latinos”, dijo Palillo, quien tiene familia en Boston, donde lleva más de un mes con su esposa, Edna.
“Hace como una semana estuvieron en Cleveland, y le hicieron un reconocimiento a Santos Alomar (Jr.), Carlos Baerga y Cándido Maldonado, porque siempre quieren hacerlo en una ciudad en la que ellos hayan jugado”.
“A esta actividad me dijeron que yo podía llevar a toda la gente que quisiera, así que voy a estar con mi esposa, con mis hijos, y con muchos amigos de Boston, de Connecticut y que van a venir de Puerto Rico”, agregó Santiago, quien en las Mayores se inició con los Atléticos de Kansas City en 1963, pero tuvo sus mejores temporadas con Boston en 1966 (12-13 y 3.68 de efectividad), 1967 (12-4 y 3.59) y 1968 (9-4 y 2.25), el año en que se lesionó a mediados de temporada.
“Aunque si la ceremonia va a ser en el terreno, por motivos de la seguridad por el covid no creo que dejen bajar a toda esa gente… quizás a mi esposa y mis hijos”.
“Se supone que (el dirigente) Alex Cora me entregue la placa o el trofeo pero no creo que se me permita tener contacto con los jugadores, aunque me gustaría que Kike Hernández, Christian Vázquez, Jack López y (el ‘coach’) Ramón Vázquez, todos los puertorriqueños pudieran estar conmigo”.
“Pero como sea es un gran honor, tanto para mí, como para Juana Díaz, de donde soy, de Carolina, mi pueblo adoptivo, y mi familia”, dijo.
“Es bueno que hagan estos reconocimientos estando uno en vida, cuando puede disfrutarlos con sus amigos y familiares”.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
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