Vivo el legado de Oscar Suárez
Cuando murió en septiembre de 2008 a la edad de 47 años víctima de un cáncer pancriático, a Oscar Suárez, Sr. se le reconocía como uno de los mejores y más exitosos entrenadores de boxeo del mundo.
Nacido en Corozal, pero radicado en Patterson, Nueva Jersey, desde que tenía 20 años, en su carrera Suárez entrenó a estrellas como Naseem Hamed, Acelino Freitas y Johnny Tapia, entre muchos otros, y, en reconocimiento a sus logros, fue exaltado póstumamente al Salón de la Fama del Boxeo de Nueva Jersey en 2010.
Y ahora, uno de sus siete hijos, Oscar Suárez, Jr., nacido, criado y radicado en Patterson, está siguiendo sus pasos como entrenador, dedicándose en particular a Ezequiel Suárez, su hijo menor.
Oscar Suárez, Sr. con Naseem Hamed, y Oscar Suárez, Jr., con su hijo Ezequiel.
Ezequiel, de 15 años, es también uno de sus siete hijos, y está comenzando a abrirse camino como un excelente peleador aficionado en los Estados Unidos.
Dos semanas atrás, por ejemplo, llegó a los cuartos de final de los Junior Olympics de Estados Unidos en Texas en la división de las 101 libras, luego de que en 2019 quedara campeón nacional en las 70.
“Empecé a entrenarlo hace como cuatro años”, dijo su padre, “y después de han unido otros muchachitos, pero por ahora estoy concentrándome solo en ellos, en aficionados”.
De hecho, la carrera de Oscar, Jr. como entrenador está siguiendo en gran medida el patrón que siguió la de su padre.
Oscar, Sr. empezó a boxear cuando aun vivía en Corozal y continuó su carrera como aficionado en Nueva Jersey, llegando a acumular 89 peleas y, en determinado momento, a recibir la atención de manejadores y promotores del boxeo profesional, incluyendo a Lou Duva en 1981.
Pero una serie de lesiones -dos fracturas de la clavícula y una de una muñeca- arruinaron esos planes, y Oscar, Sr., quien ya había tenido experiencia como entrenador extraoficial cuando su hermano adoptivo, Pedro Alindato y él, se turnaban entrenándose el uno al otro en Corozal, se dedicó٠ entonces de lleno a entrenar boxeadores.
Empezó a hacerlo a consciencia en el Lou Costello Gym de Patterson, bajo la tutela del veterano entrenador Tommy Parks -quien entrenaba, entre otros, al campeón mundial Bobby Czyz-, y pronto comenzó a ganar reconocimiento por sus conocimientos y por su actitud de poner la seguridad de sus boxeadores por encima de todo.
Entre aquellos a los que entrenó estuvo el propio Oscar, Jr.
“Yo estuve metido en el gimnasio desde que tenía cinco años y empecé a boxear como aficionado”, dijo.
“Pero mi pap҈á me impidió seguir mi carrera o hacerme profesional: me dijo que el boxeo era algo muy duro”.
Oscar, Jr. tenía 29 años cuando su padre murió.
“Fue algo que nos cogió por sorpresa a todos, porque físicamente él estaba muy bien y siempre se mantenía en buenas condiciones”, dijo.
Pero Oscar, Sr. sí llegó a conocer a su nieto Ezequiel, quien tenía aproximadamente tres años cuando su abuelo murió.
“Y le dio su bendición”, dijo.
“El nunca había dicho nada acerca de mis seis hijos mayores, pero cuando nació Ezequiel, él dijo: ‘Este es el gallo’”.
Y Ezequiel parece empeñado en seguir ese vaticinio.
“El quiere boxear”, dijo. “Ese es su sueño”.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
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