Adiós al verdadero rey del jonrón
Henry ‘Hank’ Aaron, a quien todavía se le considera sentimentalmente como el campeón jonroneril del béisbol con sus 755 cuadrangulares pese a que su marca quedó superada por Barry Bonds, murió este viernes a la edad de 86 años.
Activo con la organización de los Bravos de Atlanta durante años luego de finalizada su carrera activa, llegando a ocupar el cargo de vicepresidente y director de operaciones beisboleras del equipo, Aaron, nacido en Mobile, Alabama, brilló desde 1954 con la organización de los Bravos, primero en Milwaukee y luego con Atlanta desde 1966, antes de finalizar su carrera al regresar a Milwaukee con los Cerveceros en 1975 y 1976.
En 1974, con los Bravos de Atlanta, luego de recibir incluso amenazas de muerte con alto contenido racista, logró superar la marca de 714 jonrones de Babe Ruth y terminó su carrera con 3,771 hits, .305 de promedio y 2,297 carreras impulsadas, líder de todos los tiempos, así como en total de bases, con 6,856.
Pero tal vez debido a su actitud humilde, y su estilo de juego poco dramático, en el que se decía que parecía hacerlo todo sin esforzarse demasiado, nunca llegó a ser considerado una superestrella al nivel de Willie Mays y Mickey Mantle, los otros dos grandes jardineros de su época.
Además, fue un modelo de consistencia: produciendo su poderío al bate en gran medida a base de sus muñecas, casi nunca conectaba batazos de larga distancia y sus jonrones apenas parecían pasar a pocas pulgadas por encima de la verja.
Nunca llegó a dar 50 jonrones en una temporada y solo fue escogido como Jugador Más Valioso en una ocasión, en 1957, año en el que ganó su única Serie Mundial con Milwaukee.
Cuando Bonds, acosado por las sospechas bastante comprobadas de que usó esteroides para incrementar su producción, aunque en una época en la que estos no eran considerados ilegales por el béisbol, rompió su marca al disparar su jonrón 756 en San Francisco en 2007 en un juego contra los Nacionales de Washington, Aaron, con su elegancia característica, había dejado grabado un mensaje de felicitación que fue proyectado en la pantalla gigante del estadio de San Francisco inmediatamente después.
Electo al Salón de la Fama en 1982, Aaron, quien a la edad de 15 años en 1949 participó en un ‘tryout’ con los Dodgers de Brooklyn, debutó como pelotero profesional en 1951 con los Indianapolis Clowns de las ligas negras, antes de firmar con la organización de los Bravos en 1952, y jugó en la liga invernal boricua con los Criollos de Caguas en la temporada de 1953-54.
Se había vacunado recientemente contra el covid-19 en un acto público, con la intención de demostrarle a las comunidades menos privilegiadas que no debían temerle al medicamento.
Su muerte produjo una gran cantidad de comentarios de parte de numerosas figuras mundiales, incluyendo al también miembro del Salón de la Fama y astro de los Bravos, Chipper Jones: “No puedo imaginarme por lo que Hank Aaron tuvo que pasar en su vida. Tuvo todo el derecho del mundo de enfurecerse o volverse militante, pero nunca lo hizo. El simplemente desplegó su gracia sobre todo lo que hacía y hacia todos con los que estuvo en contacto”.
Pero quizá el elogio más memorable se lo llegó a hacer el también inmortal Muhammad Ali: “Es el único hombre al que yo he idolatrado… aparte de a mí mismo”.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
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